El huracán Padilla arrasa y Pepe Moral ilusiona en San Fermín

Al malagueño Jiménez Fortes le toca un toro tercero corto y apagado. Desde el centro, aprovechando la inercia de la carrera, logra naturales suaves, los pocos que el toro admite. Aguanta impávido cuando se le queda debajo. Pero falla al matar. El último es un precioso jabonero de seiscientos kilos, que ha llamado la atención en el encierro y reconocimiento; embiste con buen tranco pero flojea. Quita el diestro con el capote a la espalda y el toro se cae. Traza derechazos suaves hasta que la res se para. Se justifica con valor pero alarga la faena y vuelva a fallar con la espada.

Al no estar recuperado David Mora, acierta la Casa de Misericordia al sustituirlo por Pepe Moral, que el día del Corpus cortó dos orejas. Ha toreado muy poco, como matador de toros: siete tardes en cinco años. Para la mayoría, es un desconocido pero logra dejar una excelente impresión. El segundo toro vuelve al revés, mansea, huye a chiqueros. Moral lancea con gusto. Después del pase cambiado, el toro huye a tablas: allí muletea, tragando los tornillazos de la res. Mata bien. No cabía hacer más. La sorpresa grande llega en el quinto, que se mueve aunque flojea. El diestro vuelve a mostrar sus buenas maneras con capote y muleta. Con suavidad y temple, liga excelentes naturales. (Los aficionados de cierta edad se acuerdan de lo bien que toreaba Manolo Cortés, su mentor). Cuando el toro se para, recurre al arrimón y logra otra buena estocada: oreja muy merecida.

Continúa arrasando el huracán Padilla. Pepe Moral sorprende e ilusiona: un torero que triunfa en Sevilla y Pamplona merece crédito.