Leonardo, ante el cetro del rejoneo
El joven extremeño corta tres orejas en la Feria de Logroño
Leonardo, ante el cetro del rejoneo
Venía Leonardo Hernández a La Ribera a reeditar las cuatro orejas y un rabo que consiguió en la pasada feria de San Mateo, y lo que hizo fue reivindicar un puesto de privilegio ante el cetro del toreo a caballo. Pablo Hermoso de Mendoza ... y Diego Ventura se disputan ese honor, y un tercero ha entrado definitivamente en liza. Un extremeño de 25 años que torea con una gran ambición, con un rejoneo que va de lo más clásico a una carga explosiva que hace que el público se entregue sin reservas.
Así fue su tarde de este domingo en Logroño ante dos buenos toros de Luis Terrón. Impecable en el planteamiento, siempre de frente, limpieza en los embroques y en las salidas, clavando arriba y con unos finales apabullantes. No igualó en trofeos su triunfo de 2012, pero las tres orejas que se llevó, que pudieron ser cuatro perfectamente, dejaron en los aficionados un regusto por volverlo a ver y una satisfacción por lo visto.
Leonardo jugaba fuera de casa. No lo tenía fácil con Hermoso de Mendoza, auténtico rey en La Ribera tan cerca de su tierra navarra, y con el riojano Sergio Domínguez. No le importó, jugó sus cartas y se lo llevaron en volandas de la plaza. Con su primero alcanzó su cenit en un gran par de banderillas a dos manos, todo verdad en el arranque y distancias mínimas al clavar. Una rosa al violín y un rejonazo de efecto fulminante acabaron con la tensión por las nubes. Lo de menos fue la segunda oreja negada por el presidente, porque todavía Leonardo tenía mucho que decir ante el que cerró plaza. Un buen tor o al que templó siempre , llevándolo hilvanado al estribo, y otro final para recordar con tres de las cortas al violín sin solución de continuidad y medio rejón arriba que desató el clamor. Un triunfo que le abre ya un hueco entre los mejores.
Hermoso no tuvo su tarde. Y eso que lo intentó todo con el poco codicioso primero y tenía todo a favor en el cuarto hasta que lo descordó con uno de los rejones de castigo. Ahí acabó todo.
Por su parte, Sergio Domínguez anduvo muy centrado toda la tarde y solo los fallos a la hora de matar le privaron de traducir su actuación en trofeos. Ajustadísimo en los quiebros, espectacular en la preparación de las suertes, su tarde iba por la senda del triunfo hasta que en ese camino se cruzó el rejón de muerte.
La suerte estuvo de lado de un Leonardo Hernández, que salió a buscarla con ahínco, con la vista puesta en la cima del rejoneo .
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