flamenco
Torea la guitarra por San Isidro
reportaje
La Fiesta Nacional ha servido de inspiración para algunas de las composiciones más emblemáticas del flamenco
Luis Ybarra
No existe la música en las faenas de Las Ventas. Sangre y silencio. Tan solo eso. Y tanto a la vez. Las peleas entre aficionados se resolvieron así: fuera los pasodobles cuando la muleta trata de vestirse de suerte y fin de la discusión ... sobre si la escena merece o no la sobriedad de unos clarines. Ocurrió un 24 de mayo de 1939, para festejar el fin de la guerra. Una España derrotada celebró la que se llamó la Corrida de la Victoria. Ni una nota sonó para Domingo Ortega, sí para Marcial Lalanda, lo que provocó el delirio entre los seguidores de unos y otros. Golpes que terminaron en un silencio pastueño que dura hasta hoy. Una guerra por otra.
Por eso desde estas líneas tratamos de colocar acordes a lo que estas semanas de San Isidro sucede en el coso. Históricamente existe una correlación entre la tauromaquia y el flamenco. Desde ambientes de coexistencia artística hasta cantaores que quisieron ser toreros y viceversa, letras que trascienden las dehesas e incluso similitudes aún más profundas. Pierre Lefranc explica en el libro 'El cante jondo' que las semejanzas vienen dadas en la propia arquitectura de sendos espectáculos, así la narrativa y expresión de una soleá y una seguirilla son similares a las de una faena taurina. Una corrida, por tanto, es un recital. Morante recibe con quietud a la res y termina dándole muerte como el Indio Gitano dice 'ay' para encauzar el tono al comienzo y culmina en alto su cante.
La guitarra de Vicente Amigo tiene forma de capote. Si Manolo Sanlúcar logró en 'Tauromagia' (1988) el álbum más elevado para la sonanta de concierto, como reconocen numerosos expertos, siguiendo los surcos de la torería desde la nacencia y la entrada en capilla dentro de un trémolo hasta lograr la 'Puerta del Príncipe' por alegrías, el músico de Córdoba queda para los anales como el más taurino de todos los tocaores. Hay muchas muestras de ello: su moto siguiendo los carteles que más le ilusionan. También sus conciertos, a veces dedicados a matadores, y, por supuesto, las propias composiciones.
La bajañí de Vicente Amigo torea en piezas como el tanguillo 'De blanco y oro', de 'Vivencias imaginadas' (1991), dedicado a Finito de Córdoba con la complicidad de Duquende; la bulería 'Campo de la verdad', que pertenece al disco 'Un momento en el sonido' (2005), junto a Potito; 'Azules y corinto', de 'Paseo de gracia' (2009), con Rafael de Utrera atendiendo a los toreros y al alma que se va con ellos; o 'Las cuatro lunas' de Talavante, con Pedro El Granaíno, en 'Memoria de los sentidos' (2017).
Hay quien se esconde, quien se expone y el que, además de mostrarse, se recrea. El toreo y la guitarra van unidas en la obra de la primera referencia del toque de concierto actual, como también se aparece de frente y perfil en las de Paco de Lucía, Moraíto Chico, Enrique de Melchor, Rafael Riqueni, Paco Peña, Juan Carlos Romero, Juan Carlos Gómez, Miguel Ángel Cortés, Chicuelo y Daniel Casares, entre otros muchos que terminan por formar un mosaico de templanza.
Las mayores evidencias las ofrece el cante, pues a través de la lírica en la voz de Camarón, Morente y tantos otros asistimos a tardes de Paula y Curro Romero. De Gallito, Juan León, El Tato, Frascuelo, Lagartijo, Belmonte y otras figuras célebres en el repertorio jondo. La guitarra, a través de las órdenes, que acuden a la cadencia andaluza, al albero y a la imagen, a una tefallera hecha alzapúa o al picado que trata de emular al quite, alberga paisajes y expresiones más ocultos. Momentos, en definitiva, de oreja en el diapasón.
De ahí que el regreso a los ruedos de Emilio de Justo ocurriera antes en los pentagramas. Carlos de Jacoba, por bulerías, compuso 'Reaparición' para enarbolar la vuelta del diestro cacereño que torea en Las Ventas el próximo 4 de junio como clausura de San Isidro, en un mano a mano con Paco Ureña. Donde no llega la danza mortecina del hombre y el astado lo hace la madera al servicio de las cuerdas. El arte solo busca canales por los que exhibirse. «La tiniebla sutil que me procura/vivir de claridades rodeado» escribió José Bergamín. Poesía, toro y cante enhebran una cultura en sí.
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