'Viaje hasta el límite': Martín-Santos se reivindica como gran autor de teatro
El Teatro Español estrena una de las piezas dramáticas, desconocidas hasta ahora, del autor de 'Tiempo de silencio'
Luis Martín-Santos, más allá de 'Tiempo de silencio': «Fue un gran dramaturgo»

Crítica de teatro
'Viaje hasta el límite'
- Texto Luis Martín-Santos
- Versión y dirección Eduardo Vasco
- Escenografía Carolina González
- Iluminación Miguel Ángel Camacho
- Vestuario Lorenzo Caprile
- Música y ambiente sonoro E. Vasco
- Intérpretes Ernesto Arias, Lara Grube, Agus Ruiz, Eva Trancón, Luis Espacio, Iván López-Ortega (pianista)
- Lugar Teatro Español, Madrid
Luis Martín-Santos fue un autor que no se adaptó fácilmente a las corrientes dominantes de la literatura española de su tiempo. Se puede decir que fue un autor que, por el contrario, y desde sus inicios, intentó abrir el realismo a nuevos horizontes ... estéticos. Darle una vuelta de tuerca. Experimentar con él. Eso es lo que va a plantearse en 'Viaje hasta el límite', el drama que escribió en 1953 y que forma parte de esa producción dramática de la que hasta la recuperación por sus hijos Rocío y Luis Martín-Laffón, y su posterior edición por Fernando Doménech, se tenían muy pocas noticias.
En efecto, 'Viaje hasta el límite' se plantea como un drama familiar (con el motivo central del dinero) y acaba convirtiéndose en un punto de fuga existencial y sin duda dramático, al enseñar en las escenas finales las costuras del realismo. Un golpe de efecto que se produce en el momento en que el escenario gira y nos muestra la otra cara de la ficción, en un gesto tan unamuniano como pirandelliano.
Sí, porque este 'Viaje hasta el límite' es un obra muy interesante, de una potencia que nos recuerda las densidades de la tragedia clásica o de Shakespeare, los mundos cerrados de O'Neill y el aliento del absurdo existencialista, la enajenación de los valores, el sufrimiento y la lógica de un mundo basado en la riqueza a cualquier precio. Es por eso una obra de límites, de márgenes, de ocultamientos y de sombras que están en los pliegues de cada personaje, una obra en la que se juega a la mentira y a la verdad con la locura del que da vueltas a una ruleta.
Se puede pensar que el texto abre las puertas del infierno de un matrimonio burgués y nos invita a mirar adentro, al salón de ese chalet de las afueras, pero es un falso efecto óptico porque todo deviene finalmente en un recorrido hacia la purificación, hacia la catarsis. El triángulo argumental entre Pedro (viejo, enfermo e inmensamente rico), su mujer Gloria (mucho más joven que él, esplendorosa en su belleza y su vigor sexual) y el Intruso, un oportunista que aspira a quedarse con todo el dinero de Pedro y de su hijo Alberto y marcharse con Gloria, es solo una plataforma para plantear problemas morales que entran en conflicto y conflictos que entran literalmente en combustión: la desconfianza, las sospechas, los celos, la libertad, la avaricia. Hay en todo esto una atmósfera que recuerda a Tennessee Williams y al cine de Hollywood, una atmósfera de los submundos sentimentales que explotan como un acceso de pus.
'Viaje hasta el límite' es, sin duda, una obra moderna y novedosa que explora las fronteras morales entre el bien y el mal, que nos quiere enseñar cómo cada ser humano es un demonio que esconde un ángel dentro. En este sentido hay que aplaudir el trabajo interpretativo de todo el elenco, sobre todo el de Lara Grube en el papel de Gloria; su naturalidad a la hora de combinar esa personalidad compleja, siempre en los lindes, en los bordes, en las zonas donde las sombras se deslizan peligrosamente hacia la luz.
Eduardo Vasco ha tenido la perspicacia de mostrarnos que Luis Martín-Santos es un gran autor dramático. Su montaje es tan potente como memorable, tan oportuno como rotundo. Un vértigo convertido en delicia.
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