'Vano fantasma de niebla y luz': la confesión sentimental de Bécquer

'Vano fantasma de niebla y luz' acierta a mostrarnos una biografía sentimental entre el deseo y la realidad, un deseo de crear, de amar y una realidad que derrumba ese deseo. La travesía que describe es una travesía moral, esa que, como diría Robert Graves, busca a la diosa blanca del amor y a la diosa blanca de la poesía y que, sin embargo, verso a verso, está destinada a la pérdida, la soledad y la muerte. Raúl Losánez ha creado, por eso, una dramaturgia llena de tensiones, de alto voltaje lírico, y Ana Contreras ha logrado expresar esa belleza de la palabra a partir de cada ritmo corporal, de cada nota de piano de Jorge Bedoya, de cada tema musical de Raquel Riaño, para hacer de todo ello un viaje íntimo, una representación donde la emoción está en todo.

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'Vano fantasma de niebla y luz' consigue hacer que su propuesta escénica nos dé una imagen renovada de Bécquer, de ese hombre que, como cualquiera de nosotros, buscaba cielos y se sentía amenazado por los abismos, que iba detrás de una claridad mientras él mismo se iba convirtiendo en una sombra, en su propio fantasma. Gran obra, moderna, profunda y emocionante, natural, misteriosa e íntima. No es solo un homenaje a un poeta, es el intento de crear y expresar un mundo, de representar esa aspiración que nos da la medida de nuestra grandeza y de nuestra fragilidad. Aquí está Bécquer confesándonos sus secretos, el tamaño de sus heridas, la vigilancia de sus sentimientos.