'Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada': Memoria personal de la obesidad
La obra es teatro de formación y de deformación: la formación sentimental, la conciencia en medio de todo este viacrucis, y la deformación corporal que la hace víctima
Justicia muy poética
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Lo único que verdaderamente quise toda la vida es ser delgada
- Textos e interpretación Esther F. Carrodeguas
- Dirección Xavier Castiñeira
- Espacio sonoro y Sonoplastia Juanma LoDo
- Iluminación, escenografía y vestuario ButacaZero
- Lugar Teatro Fernán Gómez, Madrid
Esther F. Carrodeguas exhibe en 'Lo único que verdaderamente quise toda mi vida es ser delgada' la biografía o la memoria de su obesidad. Descarnada, provocativa, sin miedo a caer en la sordidez, nos cuenta la historia de sus traumas y las consecuencias hilarantes ... de su relación con la comida. Estigmatizada desde niña por ese metabolismo social que la señala como «gorda», Carrodeguas apunta y dispara a todos aquellos que la despreciaron, la insultaron y vieron en su cuerpo kilos y kilos para las vejaciones. Escribe por eso una carta al padre que la agravió, a sus compañeros de estudios, a sus amigos y enemigos, a los amores que nunca pudieron ser y a todo ese mundo que siempre le fue hostil.
Su obra es por tanto teatro de formación y de deformación: la formación sentimental, la conciencia en medio de todo este viacrucis, y la deformación corporal que la hace víctima. Su hipérbole escénica ( ella rodeada de envases de comidas y de bebidas mientras oímos el ruido de la masticación y la salivación) nos da el tono de la propuesta. Un tono y un texto acumulativo, obsesivamente crítico donde se pregunta cuál es, cuál ha sido su posición en el mundo y su constante descarrilamiento social.
Hay humor, juego de personalidades, estrategias de la no ficción pero la obra no acaba de levantar el vuelo, no acaba de explorar todas las posibilidades que propone. Termina siendo una confesión demasiado desfigurada y demasiado anecdótica. Su carácter conversacional no crea el efecto deseado; es más, se vuelve en su contra hasta hacer del texto un ejercicio en bruto, demasiado poco aquilatado.
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Justicia muy poética
Julio Bravo
Carrodeguas confunde la idea con la ocurrencia escénica, la provocación biográfica con el mero costumbrismo de eslogan y los estereotipos del género. Una lástima porque todo está ahí, esperando hacerse gran creación, esperando redimirse encima de las tablas. Viéndola recordaba la lectura de 'Biografía del hambre', de Amelie Nothomb, donde la comida y el deseo se convierten en absolutamente perturbadores.
Carrodeguas tiene el suficiente desparpajo, la frescura y la mirada para haber provocado un golpe en nuestras conciencias, para habernos enseñado sus heridas y habernos mostrado nuestras carencias. Su trayectoria la avala. La verdad biográfica es más potente cuando coincide con la verdad textual.
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