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'Trato de favor', una llamada a soñar y sufrir

Crítica de Zarzuela

Boris Izaguirre construye un melodrama ingenioso que crece hacia el absurdo con una dimensión épica, incorporando a la cárcel de Las Albricias, corrupciones, amores cruzados, amnesias, el guiño a alguna vieja zarzuela y hasta el festival de Eurovisión

UNA ZARZUELA ENTRE SOPHIA LOREN Y EUROVISIÓN

Amparo Navarro y Ainhoa Arteta, en una escena de 'Trato de favor' Elena del Real

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Crítica de Zarzuela

'Trato de favor'

  • Libreto Boris Izaguirre
  • Música Lucas Vidal
  • Dirección musical Andrés Salado
  • Dirección de escena Emilio Sagi
  • Escenografía Daniel Bianco
  • Vestuario Jesús Ruiz
  • Iluminación Albert Faura
  • Coreografía Nuria Castejón
  • Intérpretes Ainhoa Arteta, Nancy Fabiola Herrera, Enrique Ferrer, Amparo Navarro, Amelia Font, María José Suárez, Boris Izaguirre, Gurutze Beitia, Lara Chaves, Coro y Orquesta titulares del Teatro de la Zarzuela
  • Lugar Teatro de la Zarzuela, Madrid

'Trato de favor' llega al Teatro de la Zarzuela dispuesta a dejar huella entre las muy diversas tentativas por crear una obra actual que reavive los viejos laureles del género. El estreno de anoche señala en esa dirección, una vez que esta 'zarzuela contemporánea' ha sido consagrada por un público que, entregado a la causa, la rio y aplaudió durante la interpretación, y aún la jaleo en los saludos finales.

La obra está capitaneada por el libretista Boris Izaguirre, quien construye un melodrama ingenioso que crece hacia el absurdo con una dimensión épica, incorporando a la cárcel de Las Albricias corrupciones, amores cruzados, amnesias, el guiño a alguna vieja zarzuela y hasta el festival de Eurovisión en el que, por fin, España vuelve a resultar ganadora. No cabe un absurdo más grandioso, sutilmente teñido de referencias actuales y de obvios giros lingüísticos: una mezcla polimórfica que tiene mucho de caricatura de la zarzuela, si es que se considera que los elementos diferenciadores del género son el dislate, el enredo, y el salto desde lo sainetesco a lo espectacular.

Ante esta perspectiva, hay en 'Trato de favor' mucho de síntesis y de hibridación, por otra parte, algo intrínseco a un complejo artefacto teatral al que se quiere llamar zarzuela. También lo demuestra la música de Lucas Vidal, a la postre un gigantesco collage que va poco a poco adquiriendo una condición auténtica y diferenciada. El mérito de la obra, en su estricta consideración dramatúrgico-musical es su capacidad para crecer y hacerlo en compañía de una dirección escénica que, bajo la responsabilidad de Emilio Sagi manifiesta habilidad y perspicacia para la parodia, ya sea incorporando la escalera que sirve a la acabada Ana Mía a descender hacia la cárcel, ya la presencia televisiva de un presentador (Boris Izaguirre) que se posiciona en el mismo patio de butacas. Una estupenda dirección musical de Andrés Salado, la siempre voluble Orquesta de la Comunidad de Madrid y el entregado Coro de la Zarzuela, particularmente su parte femenina, acompañan a un primer reparto de muy irregular configuración, desde la incómoda actuación de Enrique Ferrer a la fina ejecución de Amparo Navarro.

Porque lúcido o inconsciente, convencido de que la zarzuela tiene futuro como género vivo o de que en verdad se trata de un fantasma difícil de aprehender; convocando a intérpretes que le han sido fieles en estos últimos años de gestión (es el caso de las fogueadas Ainhoa Arteta y Nancy Fabiola Herrera), refrescando un medio propenso a la hipocondría con nuevas voces (Izaguirre y Vidal), Daniel Bianco, que es hombre de teatro y aquí lo demuestra con creces al plantear una escenografía de espectacular dimensión, ha construido su particular 'Follies' poco antes de despedirse como director del Teatro de la Zarzuela.

'En mi último suspiro creo que ya pueda preparar mi retiro dejando huella en la zarzuela', canta Ana Mía en la romanza final. 'No me olviden, por favor', insiste en el momento más personal, más auténtico y más emocionante de la obra. El justo instante en el que se demuestra que tras el libreto de Boris Izaguirre además de oficio, hay inteligencia y una penetrante comprensión del medio, y que la música de Lucas Vidal alcanza a ser auténtica y verdaderamente personal. Pues es entonces, cuando por encima de risas y ocurrencias, 'Trato de favor', que ya viene bañada por una luz compungida, ofrece un final insólito, ajeno a la apoteosis, que convierte la algarabía en algo amargo, en una lágrima inevitable ante una zarzuela que se acabó y que solo cabe ver (ya era hora de que se reconociera tan elocuentemente) con nostálgica resignación.

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