Stephen Schwartz: «Cuando el teatro musical es bueno, para mí es lo mejor»
El compositor estadounidense, autor de musicales como 'Godspell' o 'Wicked', se encuentra en Madrid para asistir al estreno de la producción española de esta última obra
'Wicked': de Broadway a Hollywood a través de las baldosas amarillas
Madrid
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Iniciar sesiónStephen Schwartz (Nueva York, 1948) luce un flequillo casi infantil que le aleja de la imagen del septuagenario que es. Es una leyenda viva de Broadway; compositor de musicales como 'Godspell' (1971), 'Pippin' (1972) o 'Wicked' (2003), está en Madrid precisamente ... para asistir al estreno de la producción española de este último título, que se estrena mañana en el Nuevo Teatro Alcalá con dirección de David Serrano y dirección musical de Joan Miquel Pérez. Cristina Picos, Cristina Llorente, Lydia Fairén, Javier Ibarz, Xabier Nogales, Guadalupe Lancho, Esteban Oliver y Neizan Martín encabezan el reparto de la función. «Durante un tiempo tuve una casa en Aiguablava, en la Costa Brava; es un lugar muy bonito, me encanta –dice cuando se le pregunta si conoce España–. Y a Madrid habré venido unas cuatro veces».
Estrenada en Nueva York en octubre de 2003, 'Wicked' está todavía en cartel en aquella ciudad. En sus más de 7.500 funciones ofrecidas la han visto allí más de 13 millones de personas, que han dejado unos ingresos de más de 1.750 millones de dólares. La cifra se multiplica, claro, cuando se ven las cifras de las cerca de veinticinco producciones que se han hecho en todo el mundo, con más de 63 millones de espectadores globales y 6,000 millones de recaudación. El fenómeno aumentó con el estreno, el pasado año, de la versión cinematográfica protagonizada por Ariana Grande y Cynthia Erivo, cuya continuación se estrenará próximamente. «No la he visto todavía –dice Schwartz–. He escuchado la música, y suena magnífica».
Asegura el compositor que no se puede predecir el resultado de una obra mientras se está creando. «Mientras trabajábamos en el espectáculo, Winnie Holtzman, la autora del libreto, y yo, vimos que había un gran interés por parte del público, y llegamos a la conclusión de que si hacíamos un buen espectáculo las posibilidades de éxito eran grandes. Pero es imposible predecir nada, y menos aún el fenómeno cultural en que se convirtió 'Wicked'. Es simplemente el espíritu de la época, el 'zeitgeist'. El momento fue muy propicio para el espectáculo, debido a los acontecimientos que se estaban produciendo en el mundo en el momento de su estreno» –dos años después del atentado de las Torres Gemelas, con Nueva York en pleno proceso de recuperación emocional y económica–.
No hay una explicación para que una obra de teatro se convierta en fenómeno cultural, pero cree Schwartz que las razones hay que buscarlas, «en primer lugar, en el hecho de que cuente la historia de dos mujeres fuertes que mantienen una relación inusual. Lo que estaba pasando en el mundo, con el resurgimiento de la propaganda y el no saber qué es verdad y qué no, creo que, socialmente, era muy relevante. Además, se suma el personaje de Elphaba, la Bruja Malvada, alguien que se ve a sí misma como una marginada y que desea mucho pertenecer al mundo que le rodea, pero nunca a costa de su alma, de su integridad. Creo que esos elementos combinados hicieron que la historia resonara en el público y es lo que ha convertido 'Wicked' en un fenómeno. Obviamente, Oz es un lugar en el que a la gente le gustaría estar, pero creo que fue una combinación de cosas».
Con más de medio siglo de teatro musical a sus espaldas, Stephen Schwartz tiene claro lo que debe tener la música destinada al escenario. «Las canciones deben hacerte comprender quiénes son los personajes, qué quieren, y llevarte en ese viaje. Obviamente, intento escribir música que la gente quiera escuchar una y otra vez, con melodías que puedan recordar, pero básicamente se trata de contar una historia. Para mí es diferente a escribir una canción pop –lo hago circunstancialmente–, donde se trata de que la melodía se te quede grabada inmediatamente en la cabeza, con lo que hay muchas repeticiones. Pero mi trabajo en el teatro musical es básicamente ser un narrador, hacer avanzar la trama, iluminar a los personajes y ayudar al público a entender la historia. Y si hago bien mi trabajo como compositor, lo ideal es que al escuchar la música, aunque no hables el idioma, puedas entender de manera emocional algo de lo que está pasando, quién es la persona que canta y qué siente. La música debería poder contarte eso».
La emoción es la clave. «Sí, lo es. Por eso la música de Elphaba, la bruja mala, es poderosa y más oscura, y la de Glinda mucha más ligera, más pop, más inocente. La música debe expresar las emociones de los personajes pero también explicar quiénes son. Diferentes personas expresarán las mismas emociones de manera diferente y trato de que mi música lo pueda diferenciar».
Dice Stephen Schwartz que una creación, en el teatro, nunca está terminada. «Siempre se puede cambiar una partitura; 'Wicked' está terminada, pero en cada producción –he visto muchas y en muchos idiomas, algunas franquicias y otras, como ésta, nuevas–, cambiamos algo si lo necesitan los actores, el diseño de la propia producción e incluso la cultura del país en el que se hace. Queremos que el espectáculo funcione aquí y que el público español lo sienta como si fuera suyo, no como algo que viene de fuera. Que lo sienta más autóctono y más identificable y que sea relevante para el público de Madrid y de España».
Reconoce el compositor su deuda con muchos autores tanto de teatro musical como de pop, pero se detiene especialmente en 'El Rey y yo'. de Rodgers y Hammerstein. «Es el musical que más me ha influido por varias razones. En primer lugar, es genial. La música, como hablábamos antes, crea todo un mundo, pero conserva el estilo del compositor; y aun teniendo su personalidad, nos lleva a un lugar distinto, en este caso Siam. en Tailandia. Antes decía que la música crea el personaje, y en 'El Rey y yo' la música que canta el Rey y la música que canta la señorita Anna son muy diferentes y te ayudan a entender quiénes son. Como en 'Wicked', hay dos personajes muy fuertes, que chocan, que tienen razón y están equivocados los dos. Su relación es complicada, como la vida. Y se quieren profundamente, de una manera romántica, no sexual; no es ese tipo de historia de amor, pero es una historia de amor preciosa. Y si piensas en 'Wicked' en esos términos, verás mucha influencia de Rodgers y Hammerstein y de 'El Rey y yo'. Hay muchos otros autores y otros espectáculos que me han influido –'A Chorus Line', 'My Fair Lady', 'El violinista en el tejado', incluso espectáculos más recientes como 'Dear Evan Hansen'–. Aprendo de todo. Pero mi idea de cómo se crea un musical, cómo se cuenta una historia utilizando canciones, música y baile, se remonta básicamente a Rodgers y Hammerstein y a la forma que ellos crearon».
Cuando toma la temperatura del teatro musical actual en Estados Unidos, dice que hay dos caras. «Hay algunos compositores nuevos muy buenos y que siguen la tradición teatral, como Lin-Manuel Miranda ('Hamilton'), Ben Pasek y Justin Paul ('Dear Evan Hansen') o Jason Robert Brown. Están muy bien formados y muy bien informados sobre cómo funciona realmente el teatro musical». Pero... «En este momento, el teatro musical en Broadway no es tan fuerte, para ser sincero. Es muy, muy caro montar espectáculos y eso hace que los productores estén mucho menos dispuestos a arriesgarse, a probar algo nuevo. Así que muchas veces van a lo seguro, a los musicales 'jukebox', en los que se utiliza la música de algún grupo o cantante que el público ya conoce –'Mamma Mia!' (Abba) o 'MJ' (Michael Jackson)–, que francamente no son mis espectáculos favoritos, o se basan en una película muy famosa, como 'Regreso al futuro'. Así que los musicales más nuevos que avanzan en el género tienen más difícil de llegar a escena, y eso es un poco decepcionante. Pero bueno, todavía hay uno o dos cada año. Yo sigo intentando hacer cosas. El mes que viene estreno en Broadway un musical totalmente nuevo con una nueva partitura. Se titula 'The Queen of Versailles' (La Reina de Versalles) y es una especie de sátira social. Se basa en un documental de Lauren Greenfield sobre una familia muy rica, pero en particular sobre la esposa de un multimillonario de Florida que está tratando de construir una casa gigante, la más grande de Estados Unidos, y que es una especie de réplica del Palacio de Versalles. Trata sobre el exceso en Estados Unidos, y la protagonista es Kristin Chenoweth, que estrenó 'Wicked' (Glinda) en 2003»,
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El teatro musical ha sido el terreno más fértil en la carrera de Stephen Schwarz, pero también ha unido su nombre al cine, al pop e incluso a la ópera. «Cuando el teatro musical es bueno, para mí es lo mejor. Es algo que tiene que ver, en primer lugar, con el directo y con la relación entre los actores y el público, y con el hecho de que cada noche es diferente y eso siempre es peligroso, porque nunca sabes qué puede salir mal o qué saldrá especialmente bien. La música en directo, el impacto emocional y el intercambio entre el público y los actores y músicos es muy poderoso. Eso también se puede conseguir en la ópera, pero tiendes a estar más alejado. Y en las películas te sumerges como en un sueño. Pero no es... La interacción, obviamente, no existe porque no estás tratando con intérpretes en directo».
Son muchos los que asocian los musicales con el gran espectáculo, y la tecnología ocupa hoy en día un papel muy importante. ¿Demasiado importante? «Depende de cómo se utilice. En 'Queen of Versailles' se utiliza mucho el vídeo, pero espero que sirva a la historia. Recientemente, en Nueva York se estrenó una reposición muy imaginativa de 'Sunset Boulevard', de Andrew Lloyd Webber, dirigida por un director británico llamado Jamie Lloyd. Usó mucho vídeo, pero fue fantástico, porque continuabas sintiendo a los actores en directo, lo usó de una forma teatral muy emocionante.
Pero también he visto espectáculos en los que se proyecta el decorado y los actores están delante... Y yo pienso: 'Bueno, entonces haz una película'. Así que creo que se trata de cómo se utiliza la tecnología. Y creo que eso crecerá cada vez más con las capacidades que le aporta la inteligencia artificial. Pero creo que siempre las personas que tienen imaginación teatral y aman la experiencia en vivo encontrarán formas de utilizar la tecnología para mejorar su trabajo en lugar de abrumarlo».
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SuscribeteMadrileño. Ingresó en la Redacción de ABC en 1985. Ha pasado por distintas secciones, pero siempre se ha dedicado a la información de música y artes escénicas. Es crítico teatral y de Danza
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