Sara Baras: «El verdadero baile es dejarse llevar por las emociones»
La bailarina gaditana se encuentra inmersa en la gira de su espectáculo 'Vuela', que presenta a finales de mayo en Londres y volverá a Madrid en septiembre
Sara Baras, baile de sonrisas

Cinco mil funciones. Es lo que lleva Sara Baras (Cádiz, 1971) a sus espaldas desde que empezó su camino profesional. «No puedo amar más el baile -asegura, para reflexionar a continaución-... O sí, creo que ese amor crece cada día, y va a seguir ... haciéndolo siempre». No hay lugar para el cansancio; lo ocupa, dice, la ilusión. «Se lo prometo; en lugar de sentirme cada día más cansada, me siento más ilusionada, con más ganas de hacer cosas, de corregir, de cambiar cosas... ¿Cómo es posible? Poder sentir eso es un regalazo». La bailarina está inmersa en la gira de 'Vuela', el espectáculo con el que rinde homenaje a la figura de Paco de Lucía, con quién le unió una gran amistad, y que considera un gran ejemplo artístico y humano. Londres, el próximo 27 de mayo en el marco del Flamenco Festival de esta ciudad, es su próxima cita. Vendrán después Granada, Oviedo, Cádiz, Barcelona, Carcassone (Francia), Málaga, La Unión, Pedralbes..., la segunda temporada de 'Vuela' en Madrid... Y así hasta final de año (que pasará, una vez más, y ya es tradición, en París).
¿Echa de menos el escenario el día que no tiene función?
No, también agradezco y valoro el descanso, mi casa y mi familia, porque tengo mi agenda... El otro día hablaba con mi oficina ya de 2028. ¡Y faltan tres años! Hay mucho trabajo por delante, y eso me hace sentirme mucho más segura, tenerlo todo organizado... Y, gracias a Dios, me siento fuerte. Yo no puedo separar a la artista de la persona, me tomo la temperatura en el escenario, y me siento cada vez con más tranquilidad. Con los años he sustituido ese punto de locura y de felicidad por la tranquilidad. Y es ésta la que te hace ser feliz. Estoy ahora mismo en un momento súperbonito. La compañía está estupenda, en su mejor momento, queriendo crecer, queriendo compartir, valorando el cariño del público... Después de tantos años -su compañía ha cumplido ya un cuarto de siglo-, ahí seguimos. Y es alucinante.
«Con los años he sustituido ese punto de locura y de felicidad por la tranquilidad. Y es ésta la que te hace ser feliz»
De algo le servirán tantos años...
Claro. No tengo la incertidumbre que tenía de joven, esa necesidad de hacer cosas. Ahora, cuando paro, aprovecho para descansar, los entrenamientos son más suaves, trabajo con un entrenador personal que me cuida.
¿Ahora baila más con la cabeza que con el cuerpo?
Quizás... pero cuando se levanta el telón me olvido. Siento el cuerpo y la cabeza preparados, técnicamente también, pero... Me ha pasado sobre todo con 'Alma' [un espectáculo dedicado a su padre, fallecido hace tres años], pero también con 'Vuela', que siento muy dentro a las personas que ya no tengo a mi lado y hace que baile más con el corazón que con la cabeza. Por supuesto, y usted me conoce, estoy pendiente de las filas, de la luz, de la velocidad...
Pero se olvida cuando usted baila sola...
Eso es, y me siento bien, es una sensación bonita.
¿Y alguna vez ha llegado a perder el control?
Sí. El baile tiene eso. Yo me dejo llevar y, según cómo me encuentre, te dejas llevar hacia un lado o hacia otro. Y de pronto te descubres haciendo algo distinto, que eres incapaz de repetir. Sentir la música, el silencio, la sensación, dejarte llevar por esas emociones... Ese es el verdadero baile.
«El público me lleva a un lugar que me hace crecer mucho, al que no sé si podría llegar sola... Pero cuando suena la música y ensayas sola en el estudio te atreves a todo, pero de manera diferente a cómo te atreves cuando recibes la energía del público»
¿Y qué papel juega el público? ¿Podría bailar sin él?
El público me lleva a un lugar que me hace crecer mucho, al que no sé si podría llegar sola... Pero cuando suena la música y ensayas sola en el estudio te atreves a todo, pero de manera diferente a cómo te atreves cuando recibes la energía del público. Entras en escena pisando con seguridad, pero la energía del público hace que tu baile se levante. Poder compartir el baile con los demás es una suerte añadida, es como cuando eres feliz y quieres compartirlo con la gente que quieres... Mi forma de bailar no varía si lo hago sola o con público, pero no sé... en este caso es como si bailara a un metro del suelo y como si no fuera yo... Lo importante es la actitud, estar dispuesta. Y he cambiado con el tiempo. Salgo convencida de que voy a estar bien.
Eso es la madurez...
Sí.
¿Y siempre entra con ganas en el escenario?
He bailado lesionada, y me preocupaba no poder darlo todo, porque eso no me lo permito. Me costaría mucho suspender, y si no lo haces tienes que estar al cien por cien. Y no sales con la misma alegría ni la misma seguridad, Entras con miedo y pasas miedo. Pero ahí aparece la magia del teatro, el público; empezas a crecerte y se te olvida tu dolor. O al menos lo manejas.
En el escenario no duele nada...
Sale todo, es verdad. No sé qué tiene, qué magia tiene que te hace crecer. Soy la más afortunada del mundo por dedicarme a algo que me apasiona tanto, lo que no quiere decir que todo sea de color de rosa. Y con las dificultades aprendes mucho. Es muy complicado bailar cuando no estás bien física o psíquicamente. El día que murió mi padre... Si me hubieran preguntado antes, hubiera dicho que no podía salir al escenario, hubiera estado destrozada. Pero lo hice; no solo porque se lo había prometido y porque él para mí era muy importante. Yo pensaba que me iba a poner a llorar en el escenario en cuando escuchara la música que estaba dedicada a él. Y en esa función hubo partes en las que ni siquiera escuchaba la música, pero no sé qué magia sucedió que el público no se enteró de nada. Hubo algo que me mantuvo. Y ya, al terminar, me derrumbé, pero por otro lado me sentía muy bien por haber dado todo lo que podía dar.
¿Alguna vez piensa en la retirada, aunque le falte todavía?
Cuando le hablaba antes de que sigo fuerte, pensaba al tiempo que tendría que empezar a controlarla. La madurez me hará tener un peso artístico mayor pero me restará velocidad, vigor... Pero eso todavía no ha ocurrido. Supongo que el cuerpo me avisará. ¿Que me duele el cuerpo ahora? Claro que duele. A los que bailamos siempre nos duele el cuerpo...
...Cristina Hoyos decía que le dolía hasta el pelo cuando bailaba...
...Pero supongo que cuando empiece a darme cuenta de que no respondes técnicamente -porque corazón estaré siempre- sabré seguir en esto desde otro lugar; me encanta dirigir, coreografiar, y creo que todo lo que puedo tener se lo pasaré a otras generaciones más jóvenes. Soy una privilegiada, la verdad, y no bajo la guardia... Supongo que ese momento llegará, pero no creo quesea un drama. Me iré muy satisfecha... Pero claro, eso lo digo ahora, que todavía bailo con mucha potencia. Cuando llegue el momento, lo sabré.
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