'Reyes del mundo': los ángeles y los demonios de nuestra historia

En 'Reyes del mundo', su aclamada novela de la que se han vendido ya un puñado de ediciones, plantea dos cosmovisiones: la de Joan March y la de Joan Mascaró. Nacidos ambos en el pueblo mallorquín de Santa Margalida, sus dos papeles antagónicos en el teatro del mundo del siglo XX vendrían a responder a una cuestión que ya se planteó en el pensamiento y la práctica políticas desde la Antigüedad clásica:¿ cuándo el mundo está regido por los virtuosos el pueblo se muere de hambre? Es decir ¿el poder implica corrupción? ¿O es la búsqueda de la virtud, esto es , de uno mismo y su dimensión espiritual la única actitud ética posible de cambio en una historia que se ha precipitado con demasiado frecuencia al abismo de las podredumbres políticas y económicas?

Este duelo es lo que va a llevar a las tablas José Martret en esta versión teatral de 'Reyes del mundo' que se ha podido ver en La Abadía dentro del ciclo dedicado a Josep Maria Miró. En un hemisferio el retrato despiadado y devastador de Joan March, contrabandista de tabaco, de armas, banquero que apoyó la sublevación de Franco en el 36, un personaje sin otros escrúpulos que convertir el dinero en el centro del mundo y hacer del poder la máxima aspiración personal; en otro, el retrato de un Mascaró profesor en Cambridge, traductor del 'Bhagavad Gita', de algunos 'Upanishads', y del 'Dhammapada', un texto fundamental para la doctrina budista, un hombre volcado en la investigación y difusión de la espiritualidad oriental.

La acción se desarrolla a partir de los años 50, aunque las analepsis, por las que se bucea en ambas biografías, son continuas. El nudo de la trama es un cheque, es decir, el intento de March de comprar los servicios de Joan Mascaró, una transacción comercial por la que Joan March no solo adornará la dirección de su Fundación con un nombre prestigioso, sino por la que demostrará que todo ser humano tiene un precio, incluso el irreductible y moralmente irreprochable Mascaró.

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Es cierto que en esta adaptación tiene demasiado peso lo narrativo, llevado a cabo de forma brillante por Emili Trebulles y Katheleen, la mujer de Mascaró, pero también es cierto que, de lo que aquí se trata, es de reflejar ese gran fresco en el que unos relatos personales nos dan en buena parte la medida de nuestro tiempo. Martret y Miró ambicionan no solo la letra pequeña de unas biografías, sino retratar el complejo entramado de la dialéctica que mueve nuestra historia contemporánea, sus zonas oscuras, sus demonios y sus ángeles.

Todo ocurre en este escenario que recrea el salón decadente y arruinado de una antigua casona, desde el que se creará un muy logrado juego hacia otros espacios. Los efectos lumínicos intensifican este combate de cosmovisiones, y también de tragedias, como ocurre con la historia del hijo de los Mascaró, acusado por terrorismo y finalmente perdido en las calles de la mendicidad, un símbolo de la juventud de los 60.

Para entender cabalmente 'Reyes del mundo' no hay que perder de vista que está escrita por un escritor mallorquín (Sebastià Alzamora nació en Llucmajor en 1972) sobre dos grandes personalidades de la isla. Y que refleja de una manera muy poderosa esos dos polos, la cúspide y el abismo, en que se ha movido ancestralmente esa sociedad. La Mallorca del dinero, de todo por el dinero, y la Mallorca espiritual de Ramon Llull, de Cristóbal Serra, incluso de Robert Graves.

Esto solo viene a dar otra prueba más de que estamos ante un texto de una enorme profundidad, de una enorme ambición y que esta adaptación teatral quiere reflejar sin maniqueísmos toda la gama de significados que estas páginas encierran. Tal vez se habría tenido que perfilar mejor la trama argumental para que hubiera resultado más eficaz al espectador. Tal vez. Pero lo que nos queda es una obra brillante que nos interroga sobre los claroscuros de nuestra historia, sobre las capacidades del alma humana por dejarse guiar por los demonios o por los ángeles.