De regresos y casualidades
Crítica de Danza
No puede ser casualidad que hayan coincidido en el tiempo la vuelta de la danza a las Naves del Español con el anuncio de que una de ellas se dedicará en un futuro próximo al arte de Terpsícore
Compañía Nacional de Danza: entre luces y sombras
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Compañía Nacional de Danza
- Coreografías 'Morgen' (Nacho Duato / Pedro Alcalde), 'Kübler-Ross' (Andrea Schermoly / Antonio Vivaldi), 'Swoosh' (Joaquín De Luz / Borja Barrueta / Hoagi Carmichael / Mitchell Parish / Dizzy Gillespie). 'Arriaga' (Mar Aguiló, Pino Alosa, Joaquín De Luz / Juan Crisóstomo de Arriaga)
- Intérpretes Kayoko Everhart, Álvaro Madrigal, YaeGee Park, Mario Galindo, Anthony Pina, Compañía Nacional de Danza
- Dirección Joaquín de Luz
- Lugar Naves del Español (Sala Fernando Arrabal), Madrid
No puede ser casualidad que hayan coincidido en el tiempo la vuelta de la danza a las Naves del Español con el anuncio de que una de ellas, la Sala Arrabal, se dedicará en un futuro próximo al arte de Terpsícore. Bienvenido sea un escenario ... más para la danza, aunque en estos tiempos de creciente hibridación escénica las limitaciones parecen innecesarias.
No es este espacio uno de los escenarios habituales para la Compañía Nacional de Danza, aunque tampoco una novedad (allí se estrenaron coreografías como 'Nippon Koku', el interesante trabajo de Marcos Morau, o piezas como 'Unsound' o 'Demodé'). En su regreso, casi una década después, a las Naves del Español, el conjunto que dirige Joaquín de Luz presentaba tan solo una novedad: 'Swoosh', un trío cuya coreografía firma el propio De Luz. Las otras tres piezas -'Morgen', 'Kübler-Ross' y 'Arriaga'- habían subido ya al escenario.
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Las difusas fronteras de la danza
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'Swoosh' -título onomatopéyico, que quiere recordar un movimiento repentino en el aire o en el agua- es un trío en el que Joaquín de Luz se deja llevar por los recuerdos de sus años vividos en Nueva York tanto en la apariencia -los bailarines llevan deportivas en lugar de zapatillas de ballet- como en su espíritu, que se deja perfumar por William Forsythe y, sobre todo, por George Balanchine, una influencia que De Luz no puede negar (seguro que no querrá hacerlo). El resultado es una pieza optimista y enérgica, agitada y vital, que se engrasará conforme pasen las funciones.
El resto del programa fluctúa entre el hermoso tenebrismo y la grisura de 'Morgen' -que supuso, el pasado año, la celebrada vuelta de Nacho Duato a la Compañía Nacional de Danza-; el lirismo y la delicadeza de 'Kübler-Ross' y la contagiosa alegría y elegancia de 'Arriaga'.
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