'Ella', el poder terapéutico de la música

Crítica de Teatro

El poder terapéutico de la música late en el fondo de esta función, que presenta el trauma de una mujer víctima de una violación

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María Rey-Joly, en una escena de 'Ella' Pablo Lorente

Crítica de teatro

'Ella'

  • Una idea de María Rey-Joly
  • Dirección Albert Boadella
  • Dramaturgia A. Boadella y Martina Cabanas
  • Espacio escénico A. Boadella
  • Iluminación Bernat Jansà
  • Diseño proyecciones CiscuIsern
  • Sonido Carlos Parra
  • Intérpretes María Rey-Joly, Rubén Sánchez Vieco (piano) Alfredo Ancillo (violín)
  • Lugar Teatros del Canal, Madrid

Hace ya tiempo que Albert Boadella encontró en la música, y más concretamente en la lírica, el espacio ideal para desarrollar su teatro. 'El pimiento Verdi', 'Diva' o 'Malos tiempos para la lírica' son ejemplos de este «teatro musical a lo Boadella» en el ... que el creador de Els Joglars siempre ha vertido su vitriólico humor y su desenfado. En todos estos proyectos ha contado con la complicidad de la soprano María Rey-Joly; en 'Ella', el espectáculo que se presenta en los Teatros del Canal, su participación ha sido mayor, ya que suya ha sido la idea original que el dramaturgo catalán ha desarrollado junto a su colaboradora habitual Martina Cabanas.

El poder terapéutico de la música late en el fondo de esta función, que presenta el trauma de una mujer víctima de una violación –algo que se explica en el programa de mano pero no queda tan claro sobre el escenario–; una habitación destrozada –muebles y libros por los suelos– es la huella de la agresión. La mujer entra en ella alterada. El espectador entra en su mente, caótica como el espacio que le envuelve.

La música de autores como Richard Strauss, Kurt Weill, Schubert, Leonard Bernstein, Turina, Falla, Poulenc o Villalobos llegan allí donde no llegan las palabras; es a través de los poemas musicados por estos compositores donde a la mujer le llega la paz, el alivio, el equilibrio. Boadella, en realidad, muestra a los espectadores el cerebro de la mujer, que escapa a través de la música del trauma que está padeciendo. El escenario se convierte en un espacio mental más que físico, apaciguada por las notas –en algunos casos, sublimes– de los autores escogidos.

María Rey-Joly supera el reto con brillantez. En ella, en su actitud, encontramos la angustia que vive el personaje, y sabe expresarla –también el confuso laberinto que es su pensamiento– especialmente a través de su elocuente canto, bien acompañado por el piano de Rubén Sánchez Vieco y el violín de Alfredo Ancillo.

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