Una 'Pineda' tan flamenca como contemporánea
CRÍTICA DE DANZA
Patricia Guerrero trae a Madrid una coreografía sobre la heroína granadina en la que hay un evidente perfume lorquiano y un sabor popular inconfundible, pero ni rastro de folclorismo mal entendido
Una 'Pineda' flamenca abre el telón del Centro Danza Matadero

Crítica de danza
'Pineda'
- Dirección artística y coreografía Patricia Guerrero
- Dramaturgia Alberto Conejero
- Dirección musical y composición Agustín Diassera, Dani de Morón y Sergio 'El Colorao'
- Coreografía de la escena de la Batalla del Albaicín La Venidera (Albert Hernández e Irene Tena)
- Otras coreografías Eduardo Leal y Alfonso Losa
- Iluminación Juan Gómez Cornejo
- Escenografía Begoña Vázquez y Laura Ordás
- Vestuario Pablo Árbol
- Espacio sonoro Rafael Pipió
- Intérpretes Patricia Guerrero, Eduardo Leal, Alfonso Losa; Amparo Lagares, Manuel de Ginés, Jesús Rodríguez, José Luis Medina, David Chupete (músicos), Coro Femenino de la Asociación Cultural Cruz de Mayo Albaicín, Ballet Flamenco de Andalucía
- Lugar Centro de Danza Matadero, Madrid
La primera escena de esta 'Pineda' con la que Patricia Guerrero ha comenzado su andadura al frente del Ballet Flamenco de Andalucía (y con la que se ha levantado el telón del Centro de Danza Matadero) es toda una declaración de intenciones. ... El 'Romance popular en tres estampas' que García Lorca dedicó a una figura que le obsesionaba desde niño -Mariana Pineda- toma cuerpo en una docena de mujeres que componen flores de papel sentadas en sus sillas de enea. Son un coro de mujeres del Albaicín que toman el lugar de las niñas que imaginó el poeta y que le dan pórtico a la historia: « ¡Oh, qué día tan triste en Granada, / que a las piedras hacía llorar al ver que Marianita se muere / en cadalso por no declarar!».
Mariana Pineda es una de las grandes heroínas románticas españolas, un símbolo de la fuerza del amor y del deseo de libertad que despertaba en la España de la segunda mitad del siglo XIX. García Lorca se tropezaba con su estatua en el centro de Granada y le dedicó su primera obra de teatro: «En 'Mariana Pineda' impera la voz del pueblo -dijo en su día Federico García Lorca-y, bajo la invocación del viejo romance, entre versos discretos y desbordes románticos y exaltaciones de gente que por una libertad pone en juego, la vida, pasando de la sordina al fortísimo, que dijéramos, que es donde está la tragedia que tanto he sentido como he querido».
Hay un evidente perfume lorquiano en la puesta en escena de esta 'Pineda' coreográfica y un sabor popular inconfundible, pero ni rastro de folclorismo mal entendido. Patricia Guerrero, granadina como Mariana Pineda, es una creadora flamenca y contemporánea, como no podía ser de otra manera; sus coreografías -enriquecidas por Alfonso Losa, Eduardo Leal y el dúo La Venidera- son ácidas, dramáticas, y al mismo tiempo íntimas y poéticas. Hay desgarro y grito en las escenas corales, y pasión en los pasos a dos (solo un pero en esta coreografía: la escena previa a la subida de Mariana al cadalso, con un cambio de vestuario en el mismo escenario de la propia Patricia Guerrero que no está resuelto técnicamente, y que lastra por unos momentos el estupendo ritmo que tiene el espectáculo).
No falta la poesía, efectivamente, en esta puesta en escena, que parte de una dramaturgia de Alberto Conejero, lorquiano confeso, que ha querido seguir sin desviarse la falsilla de la obra original. Y si otras adaptaciones de la obra han puesto su foco en la peripecia de la heroína granadina y en su relación de amor con Pedro de Sotomayor, el capitán liberal, y de lucha con Pedrosa, el alcalde del crimen de Granada, la versión del Ballet Flamenco de Andalucía acentúa la presencia del pueblo de Granada, como testigo, como acompañante de la protagonista, como protagonista mismo de la historia. Una historia que no termina con la muerte de Mariana Pineda en el garrote vil sino que trasciende en el tiempo: una Mariana blanca que emerge sobre la muerte. La música, las luces, la escenografía y el vestuario componen un marco terreno que refrenda el carácter popular que la creadora granadina ha querido subrayar en este trabajo.
Como intérprete, Patricia Guerrero posee la fuerza interior que necesita Mariana Pineda; también su carisma. Es una bailarina que conoce bien su oficio, con una técnica magnífica que hace que su baile resulte siempre soleado, a través de sus brazos y su taconeo perfecto. Alfonso Losa entra en su personaje, duro, huraño, arisco, implacable; lo hace a través de un baile seco, templado. Eduardo Leal (también repetidor de la compañía) aporta su elegancia al personaje de Sotomayor, y el cuerpo de baile del Ballet Flamenco de Andalucía completa el magnífico nivel interpretativo de este espectáculo. El primer paso del nuevo Centro Danza Matadero no ha podido ser más firme.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete