Pablo Messiez une en 'Los gestos' a Mina y a Pasolini

A Pablo Messiez le rondaba hace tiempo la idea de escribir una función sobre los gestos. «El foco en los gestos -dice el dramaturgo argentino, afincado en España desde hace años- es también el foco en aquello que no se puede escribir. En lo que el teatro tiene de extraliterario. En lo que adquiere sentido en la encarnación, en la presencia. En las cosas que hace el cuerpo como resultado de un ponerse en relación».

La posibilidad de escribir 'Los gestos' se la dio una residencia de investigación en la Academia Española en Roma -«un regalo envenenado, porque ahora solo quiero escribir así», bromea Messiez-. La ciudad, explica, «terminó siendo una parte fundamental de la obra. Por un lado, por ser una ciudad en la que conviven tiempos superpuestos. Y por otro, por cuestiones más azarosas, como coincidir mi estancia allí con una serie de muestras de homenaje a Pasolini por el centenario de su nacimiento».

La «fábula de la obra», así la llama el autor y director, nos presenta a Topazia, que quiere hacerle un homenaje a la cantante Mina, y pide la ayuda a Sergio, apasionado de Pasolini. «Desde hace tiempo tengo ganas de hacer un musical -dice Messiez-, y en mis obras siempre quería que apareciera Mina y por una u otra razón finalmente no lo hacía». «Mina y Pasolini -añade- tienen el tono de la función».

Elena Córdoba (también coreógrafa de la función), Manuel Egozkue, Fernanda Orazi, Nacho Sánchez y Emilio Tomé componen el reparto de 'Los gestos', en cuyo equipo creativo están también Mariana Tirantte (escenografía), Carlos Marqueríe (iluminación), Cecilia Molano (vestuario), Lorena Álvarez y Óscar G. Villegas (espacio sonoro) y David Benito (vídeo). «El destino del trabajo está en el equipo que se reúne», asegura Messiez, que añade que «cada vez creo más que el teatro es espacio».

En 'Los gestos' el cuerpo tiene una importancia capital, como es lógico. «Hay algo en la música y la danza que el teatro necesita», dice Messiez. Elena Córdoba, la coreógrafa, añade que «hay dos universos paralelos: lo que se cuenta y lo que no se puede contar, y el gesto es lo que usamos para contarnos, es una forma de narración»