Nacho Cano: «He ofrecido una canción de 'Malinche' para que se cante en los bautizos»

Lleva trece años dedicado a 'Malinche'. Es casi una obsesión…

La Historia, tal y como la han contado, tiene muchos flecos. Principalmente sobre la figura de Moctezuma, un líder religioso y espiritual, y sabio, que supo ver un cambio de energía en el universo y supo ver que el Dios al que él se encomendaba, el Dios de la guerra, iba a ser relevado por el Dios del amor. A esto no se le ha dado la importancia que tiene. La historia de México no es una historia de casualidades, las cosas pasan por algo. El trío Moctezuma, Malinche y Hernán Cortés tenía una parte mágica, con un movimiento de energías no visibles. Y no se ha explicado desde ese nivel. En México la historia se ha contado mal; yo he viajado allí muchas veces, he sentido mucho a la gente y había un sentimiento, así que investigué e investigué para contar bien la historia. Los artistas nos tenemos que plantear retos a medida que nuestra vida avanza… Yo tengo ya 60 'palos' y, de alguna manera, quiero dejar un legado para cuando no esté.

Desde que comenzó a trabajar en 'Malinche' ha cambiado mucho la percepción de la historia; desde algunos sectores de México se está acusando a los españoles de asesinos y genocidas…

Eso no se corresponde con lo que ocurrió. Y precisamente en 'Malinche' queremos contarlo de otra manera. Queremos celebrar México, porque México es producto de un encuentro, de una explosión. La violencia forma parte de la humanidad. Lo que ocurre es que en el 99 por ciento de las conquistas no hubo un mestizaje, no hubo una fusión, no hubo un principio ni se creó una nación. México no existía como país. A los mexicanos, en general, se les hace creer que vienen de los mexicas; pero los mexicas, los aztecas, eran un 2 por ciento de la población. Los mexicanos provienen, mayormente, de los enemigos de los aztecas. Y llegaron los españoles que, en vez de matarlos a todos como ocurrió con sus vecinos del norte de América, se fusionaron. ¿Qué hubo esto o lo otro? Sí. Pero yo les diría a quienes se atreven a juzgar con tanta arrogancia la historia en negativo que piensen qué dirán de nosotros los que vengan dentro de 500 años: dirán que hemos hecho una guerra mundial con 45 millones de muertos, que tiramos bombas atómicas y que tenemos una guerra entre Rusia y Ucrania en la que violan a los niños. Los españoles, en 1519 o 1520, llevaron a México las primeras cartas de derechos humanos, en las que se decía que todos éramos iguales y teníamos los mismos derechos en Salamanca. Lo que pasa es que los españoles sacamos punta a nuestra historia en negativo. Y lo seguimos haciendo.

¿Ha encontrado en el teatro musical su mejor modo de expresión?

Sí, porque en él tengo todas las disciplinas, y cuando un artista domina todas las disciplinas es mucho más rico. Yo necesito retos también artísticos; seguir haciendo las mismas giras con las mismas canciones sería una forma de hacer dinero, pero no sería una forma de tener esa chispa que me hace estar constantemente en evolución. Éste es mi tercer musical y estoy haciendo un cuarto, y este género me ha dado la posibilidad de trabajar con la danza, de la que he sido siempre muy amante (especialmente del flamenco), y del cine. Además, está el contacto directo con el público cada noche, y todo eso me mantiene vivo y en acción.

¿Qué le aporta el flamenco a este espectáculo?

El flamenco es el arma letal. La danza es normalmente una representación física que viene sobre el sonido; se produce una música y se baila sobre ella. Pero el flamenco tiene una riqueza musical de percusión extraordinaria; los flamencos han sabido sacar al zapato, a los pitos, a las castañuelas... una cantidad infinita de matices de graves, de agudos, de medios; musicalmente, un bailador flamenco es un 'grandes éxitos', lo tiene todo. Y si tienes a los mejores y lo mezclas con el rock and roll, lo que consigues es algo que apabulla.

¿Ha cambiado mucho 'Malinche' desde el día del estreno?

Sí, ha evolucionado mucho porque hay muchos matices; he ido observando al público y creo que ahora ya está el paquete perfecto para la segunda temporada.

Le he escuchado decir que si un artista no puede decir lo que piensa, mal vamos...

Si ocurre eso, no estamos en el país adecuado.

Usted siempre ha dicho lo que ha querido, ¿se siente libre ahora mismo para seguir haciéndolo?

Yo voy a decir lo que pienso siempre. Que me critiquen por ello es válido también, pero voy a seguir diciendo lo que pienso.

¿Pero hay más agresividad ahora que antes en la crítica?

De un tiempo a esta parte se ha establecido la idea de que hay ciertas personas que parece que marcan cómo tiene uno que pensar y cómo tiene que hablar. Y eso en mi época, en los ochenta... Entonces veníamos de una dictadura en la que se nos prohibía todo, y ahora estamos llegando a lo mismo, pero por el otro lado. Ahora no puedes hacer nada; todo está mal, no es correcto. Vivimos en una represión total de la expresión porque hay gente que te marca cómo hay que hablar, qué hay que pensar, lo que es correcto y adecuado... Yo me niego a eso; ya tengo una edad donde me importa un pito todo; la gente que me conoce sabe cómo soy y yo quiero decir lo que pienso porque el día que los artistas tengan que expresarse, tengan que componer canciones y hablar como alguien con unos ciertos intereses les dice, estaremos jodidos.

Estuvo hace unos meses con el Papa, le cantaron una canción del musical y ha propuesto que se cante en las iglesias durante las ceremonias de bautismo...

El bautismo es un sacramento. Por alguna razón extraña, no tiene canción. En 'Malinche' hay un tema que se canta en la escena de las veinte esclavas; cuando Hernán Cortés ganó su primera batalla, los mayas le regalaron veinte esclavas y él, en lugar de hacer con ellas cualquier barbaridad, las bautizó, y les dio el título de 'doñas' para que nadie pudiera abusar de ellas. Este modelo es el que siguieron después todos los demás conquistadores. El mestizaje nació en ese momento. Por eso a mí, que estudié con los jesuitas, que conozco la Misa y sé cuáles son sus puntos musicalmente altos y flojos -y que creo además que hay que renovar el repertorio de la música religiosa-, me parece que es una buena canción para cantarla en ese momento. La he probado en bautismos reales, y se la ofrezco a los sacerdotes que la quieran utilizar como herramienta.

¿Pero usted no era budista?

No, yo no soy nada. He estudiado de todo y no soy de nada. Además, creo firmemente que cada hombre tiene que escribir su libro y leer otros como referencia. Pero seguir el libro de otro, no; me parece hasta infantil. Que hay gente brillante que piensa y dice cosas que te sirven, por supuesto que sí.

¿Puede avanzar algo del nuevo musical que dice que prepara?

Llevo trabajando en él ya hace mucho tiempo. Hay un teatro en Ibiza, el Teatro Pereira, de 1890, y cuya reapertura se ha venido postergando porque se encontraban restos romanos, árabes, de todo tipo... La familia Matute-Barceló me ha dado su gestión, y voy a hacer un musical que cuenta la historia de los hippies estadounidenses que no quisieron ir a la guerra del Vietnam y se fueron a Ibiza en los años 70; cuenta la evolución de la música y su mezcla con las drogas, con esto y con lo otro... Es un 'dinner party show' muy divertido y con toda la música en vivo, en contraposición al resto de la isla que todo es música de DJs, música enlatada. Va a ser el templo de la música en vivo, con conciertos todas las noches prácticamente, con bandas en directo y, en temporada, 154 noches de música con el show, que es en vivo, de 10 a 12, y luego, de 12 a 6 de la mañana con bandas en vivo. Lo abriremos en diciembre de este año.