'Un menú tancat': recetario emocional de Jordi Casanovas
CRÍTICA DE TEATRO
Gastronomía y masculinidad se unen en la nueva obra del dramaturgo catalán
El juicio de la Manada levanta el telón
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'Un menú tancat'
- Autor Jordi Casanovas
- Dirección Llàtzer Garcia
- Escenografía y vestuario José Novoa
- Iluminación August Viladomat
- Espacio sonoro Marc Santa
- Intérpretes Joan Arqué, Roger Coma, Òscar Muñoz
- Lugar La Villarroel, Barcelona
El 'Tomo y obligo' de Gardel como vector de la masculinidad: «¡Fuerza canejo!, sufra y no llore / Que un hombre macho no debe llorar». Según las estadísticas los varones heterosexuales solo se manifiestan emocionalmente a través del deporte. Al resto de peripecias vitales les ... aplican la consigna del tango: sufrir sin llorar.
Esa represión sentimental adereza el «menú cerrado» de Jordi Casanovas. Oriol, Eduard y Mateu son tres amigos que se reúnen para disfrutar de las creaciones del primero, chef con dos estrellas Michelin. Eduard es un ejecutivo bancario que ridiculiza a otro conocido porque lloró al ver 'Jauría', la pieza del propio Casanova sobre La Manada. Mateu, que trabaja en el mismo banco y al que ha dejado su esposa, acude a la cita gastronómica para olvidar ese fracaso que lo acompleja ante sus hijos. Las bromas de Eduard sobre los hombres que se emocionan más allá de los partidos del Barça hace que Oriol formule la pregunta incómoda: «¿Cómo es que no nos hemos visto nunca llorar?» La cata de uno de sus platos arranca el llanto de Mateu: sabe a la mujer que le ha abandonado. A partir de ese momento el recuerdo de situaciones compartidas por los tres amigos y la evocación proustiana del menú desencadena la catarsis y ese llanto tantas veces contenido. La masculinidad, aparentemente monolítica, se va resquebrajando.
Casanovas ha preparado una comedia de hombres que transitan del tango de Gardel a los platos de las madres que los chefs homenajean en sus recetarios: la cocina y el detallismo en los ingredientes como una forma de rescatar una ternura escondida bajo la masculinidad. Joan Arqué interpreta un chef muy verosímil (le asesoró el profesor de cocina Xavier Llavià Koos); Roger Coma es el macho triunfador que se chotea de los hombres que lloran; Òscar Muñoz, el perdedor en todas las asignaturas del aprendizaje social sobre el que sus dos amigos centraban su compasión sin reconocer que eran tan vulnerables como él. Un trío actoral bien conjuntado bajo la dirección de Llàtzer Garcia para cocinar el recetario emocional de Casanovas y desmentir el viejo estribillo de aquel hombre macho que no debe llorar.
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