Lola Herrera y Natalia Dicenta, madre e hija en la vida y compañeras en escena
Las dos actrices vuelven a coincidir sobre las tablas, veinte años después, en la obra 'Camino a La Meca', bajo la dirección de Claudio Tolcachir
Lola Herrera: «El teatro es una forma de vida, y yo vivo con lo que tengo; es lo que más me aporta»

Natalia Dicenta siempre se refiere a su madre como Lola; ésta, Lola Herrera, no habla de su hija, sino de Natalia. Y es que en el escenario no son madre e hija, «sino dos compañeras», coinciden las dos. «Es facilísimo disociar a la ... hija de la actriz -dice Lola Herrera-. En escena cada una es quien es, no se puede jugar a otra cosa. Yo me siento cómoda con ella porque me da calidad en lo que hace y yo le doy todo lo que puedo, como se lo doy a todos mis compañeros cuando trabajo. Lo del parentesco se queda para después». «Lola y yo -apunta Natalia Dicenta- somos dos mujeres adultas y sabemos, lógicamente, de qué pie cojea cada una. Y vamos de igual a igual; hay un paralelismo con la relación de amistad que hay entre Helen y Elsa; una relación de amistad intergeneracional bellísima, profunda, donde la una refuerza a la otra, donde una es el apoyo y el refugio de la otra. Y donde ambas saben que pueden contarse las verdades». «Mis hijos siempre se han negado a ser 'mis' hijos -completa Lola Herrera-, han querido siempre ser ellos, y yo se lo agradezco como madre; creo que es bueno ser ellos mismos y no ponerse detrás de una persona».
Helen y Elsa, las dos mujeres a las que se refiere Natalia, son las protagonistas de 'Camino a La Meca', la obra del dramaturgo surafricano Athol Fugard (murió el sábado pasado a los 92 años). Inspirada en la escultora surafricana Helen Martins, cuenta el encuentro entre este personaje y una joven trabajadora social. Completa el triángulo un pastor protestante a quien encarna Carlos Olalla y dirige la función Claudio Tolcachir.
El director argentino es el eje en torno al que se ha vertebrado este proyecto, que ha reunido nuevamente en escena a Lola Herrera y a Natalia Dicenta -no coincidían desde hace veinte años, cuando interpretaron 'Solas', la versión teatral de la película de Benito Zambrano-. Para Lola Herrera, «trabajar con Claudio es el mayor premio que he recibido en los últimos años. Es un director que deja respirar a los actores, que va recogiendo lo que se va encontrando y va desechando lo que no le parece bien». Tal es su enamoramiento que la actriz sitúa al director argentino en el podio junto a José Carlos Plaza y Josefina Molina (que la dirigió en la legendaria 'Cinco horas con Mario'). «Josefina no te decía lo que tenías que hacer, sino que te ponía en el lugar para que tú lo encontraras. Y Claudio hace algo similar. Pero desgraciadamente para el teatro, es una forma de trabajar minoritario. Mi experiencia me dice que, dentro de la dirección -como dentro de la interpretación-, hay gente mejor y peor, pero hay mucho guardia de tráfico... Y eso debería cuidarse mucho más, también el trabajo en equipo con los actores. En el teatro debería haber más generosidad. Si nos cuidan -y tenemos algo que dar, claro-, los actores somos muy generosos porque queremos nutrir a los personajes, pero hay directores que vienen con ideas preconcebidas. Por eso estoy feliz de haberme encontrado con Claudio en este coletazo de mi vida profesional».
«En mi carrera hay un antes y un después de Claudio Tolcachir -asegura tajante Natalia Dicenta-; cuando abrió en Madrid su escuela, Timbre 4, yo me apunté porque había visto sus trabajos y quería aprender con él. Claudio es un ser integral de teatro: es dramaturgo, actor, docente... ¡Tiene tal sabiduría, tal sabiduría...!, pero además carece absolutamente de ego. Te muestra el camino con una sensación de libertad y de una manera tan humilde, tan sencilla... Tiene la capacidad de saber encontrar en cada actor esa almendra de talento de la que puede tirar para que el personaje florezca en su carne, en su cuerpo, para poner cuerpo al personaje. Es sabio. Es certero, y a la vez tan amoroso y tan empático...».
A sus 89 años, Lola Herrera asegura que sigue aprendiendo. «Es lo mejor que te puede pasar, porque saberlo todo sería muy aburrido y cuadriculado; pero seguir aprendiendo y conocer gente». No piensa en la retirada: «Me retirará la vida, la salud. El camino ya ha sido muy largo, no sé lo que me quedará, pero tampoco le echo cuenta, voy viviendo el día a día y que sea lo que Dios quiera».
Los personajes son parte importante del aprendizaje del que habla Lola Herrera. «Helen es una mujer -describe a la escultora a la que encarna- que ha pasado por el aro durante muchos años porque era lo que se le imponía. Pero tuvo la desgracia de quedarse viuda y la suerte de encontrar su libertad a través de esa viudedad. Elige ser libre, descubre sus necesidades y las pone de manifiesto y contra todo, contra viento y marea... Con sus miedos, claro. Es un personaje muy rico... Los tres lo son, son preciosos y de carne y hueso, no son clichés».
Coincide con Natalia Dicenta en destacar la relación entre Helen y Elsa. «Hay una sororidad bellísima. Las dos son dos mujeres entre las que no hay secretos, sus puertas están abiertas de par en par. Pero son un desafío la una para la otra. A mi personaje, Helen le enseña lo que es la libertad, su propia libertad, y Elsa es para Helen un desafío de fortalecimiento. Son personajes femeninos complejos, con muchas capas y mucho que rascar y que descubrir. Su relación no es blanco y negro, hay miles de matices. Fugard describe «esa relación de mujeres llena de recovecos, de sorpresas, de secretos que se velan y se desvelan. Es una pieza riquísima porque muestra seres humanos».
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