'El lector por horas': la extrañeza de los otros
Sinisterra nos habla de la imposibilidad de conocer cualquier biografía más allá de sus fragmentos y de que, por eso mismo, la realidad solo es una constante interrogación
'El lector por horas', un 'no-homenaje' a José Sanchis Sinisterra
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'El lector por horas'
- Texto José Sanchis Sinisterra
- Dirección Carles Alfaro
- Escenografía Carles Alfaro y Luis Crespo
- Iluminación Carles Alfaro
- Vestuario Nidia Tusal
- Música Joan Cerveró
- Intérpretes Pep Cruz, Pere Ponce y Mar Ulldemolins
- Lugar Teatro de La Abadía, Madrid
En 'El lector por horas' nos encontramos toda la grandeza de Sanchis Sinisterra. Una portentosa maquinaria teatral que lentamente, durante algo más de dos horas, va creando ante el espectador el laberinto y el enigma de unas identidades que poseen la naturaleza de ... las arenas movedizas. Esta fábula del poder y de la sumisión es, sin duda, una fábula sobre la construcción, la destrucción o la falsificación de nuestros relatos vitales. Sinisterra arroja al patio de butacas todas las incertidumbres, todos los estados fronterizos, los secretos, las ansiedades que forman parte de la construcción del yo y de la narración con que vemos a los otros. ¿Quién es Celso, un padre, un bebedor, un maltratador, qué relación mantiene con su hija Lorena y adónde pretende conducirla mediante estas sesiones de lectura? ¿Quién es Lorena, desde su ceguera qué ve que nosotros no vemos, qué mensajes escucha en la música de las palabras que nosotros no sabemos interpretar? ¿Quién es Ismael, un profesor y un escritor fracasado, un plagiario, un manipulador? Los roles mutan a medida que el ajuste de cuentas con cada una de las narraciones vitales va mostrando sus aristas, a medida que la lectura de 'El Gatopardo', 'El corazón de las tinieblas', 'Madame Bovary' o 'Relato soñado' vaya cambiando nuestra percepción del conflicto de poder entre estos seres a la deriva y vaya reconstruyendo la caracterización de cada uno de ellos.
Sinisterra es el realista de la extrañeza, el ferviente dosificador de lo otro; pone un espejo ante el publico para que el público no sepa a ciencia cierta qué contempla, cómo debe interpretar, hasta qué punto la recepción es un problema. El lector por horas es desasosegante no por su carga trágica, ni por su humor, en la senda de Pinter, sino porque se construye desde la sospecha, desde la convicción de que la única certeza es la duda. El escenario ideado por Carles Alfaro y Luis Crespo es una tierra de nadie, sus chesters solo provisionalmente nos señalan la posición de fuerza de cada personaje, sobre todo la de Ismael; y hace que, en el suelo de vidrio negro fracturado en los bordes, se reflejen los múltiples retratos de estas biografías. Porque, en efecto, Sinisterra nos habla de la imposibilidad de conocer cualquier biografía más allá de sus fragmentos y de que, por eso mismo, la realidad solo es una constante interrogación.
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'El lector por horas' es magistral en muchos aspectos, un clásico de nuestro teatro que Pep Cruz, Pere Ponce y Mar Ulldemolins convierten en un desafío interpretativo y que Alfaro sabe comprender en sus juegos de apariencias, en el significado de los silencios, de las palabras, de las luces y las sombras con que sabe iluminar estas vidas.
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