Lara Diloy: «Cada vez somos más directoras de orquesta y se naturaliza nuestra presencia»

'El año pasado por agua', una zarzuela de Federico Chueca y Joaquín Valverde con libreto de Ricardo de La Vega, se presenta en versión de Enrique Viana -que alerta sobre el cambio climático- y con dirección escénica de Marta Eguilior. Dieciocho jóvenes intérpretes se suman al también joven octeto que servirá la partitura. «El trabajo es más camerístico, la riqueza de colores es diferente de las referencias que tenemos».

La juventud del equipo otorga a la producción, dice Lara Diloy, un clima diferente de trabajo. «Hay una energía, un empuje y una ilusión que se palpa -sonríe la directora de orquesta-. Marta Eguilior preguntó qué música les daba energía a cada uno de los chicos, y con esa música hemos empezado todos los días los ensayos. Te coloca en otro lugar a la hora de trabajar».

La zarzuela es un género que le sigue sorprendiendo a Lara Diloy. «En primer lugar, por su variedad y su riqueza. En España tenemos cierto complejo de inferioridad con respecto a la música centroeuropea, por ejemplo, y no tenemos por qué. Tenemos música maravillosa, compositores que han hecho, y hacen hoy en día, música muy elaborada, Tenemos que cuidar esa riqueza... Y presumir de ella».

Un teclado como regalo de Reyes es el culpable de que Lara Diloy ocupe hoy los podios de los auditorios y los fosos de los teatros. «No fui una niña que pidiese dar clases de música, ni tengo músicos en la familia. Pero cuando me regalaron aquel teclado, empecé a sacar canciones de oído y mis padres, como vieron que tenía buen oído, me apuntaron a clases de música».

El resto, como suele decirse, es historia. Empezó a estudiar trompa -«es el instrumento que me tocó, y luego le cogí el gusto»- y cuando sintió que necesitaba formarse más como músico empezó los estudios de dirección de orquesta. «Nunca pensé que me dedicaría a ello, pero me fui apasionando... Y hasta aquí».

Los aspectos de la dirección de orquesta que más disfruta Lara Diloy son, por una parte, «poder plasmar la idea que tú tienes de la partitura en la cabeza -es algo que da muchísima satisfacción-, y hay además otro aspecto, más emocional o social incluso, que es el hecho de poder trabajar con un grupo de personas y poder mover su energía, tanto si es una orquesta como un coro, y unirla con la que tiene el público».

Afortunadamente, empieza a dejar de llamar la atención que una mujer coja la batuta de una orquesta, pero todavía no ha dejado de ser una excepción. «Pertenezco ya a una generación en la que por fortuna están cambiando mucho las cosas -dice Lara Diloy-; cada vez somos más y se naturaliza nuestra presencia. Pero todavía a veces se acerca alguien del público y te dice: '¡Ay, qué gusto ver a una mujer dirigiendo!' Pero la mirada hacia nosotras ha cambiado y empezamos a tener tanto más o menos las mismas oportunidades».

El hecho de tener menos referentes femeninos en la dirección de orquesta no fue un obstáculo para querer dedicarse a ello. «Jamás me lo cuestioné; tampoco hay muchas mujeres tocando la trompa, aunque es uno de los instrumentos de viento con mayor representación femenina. Es cierto que casi siempre mis compañeros han sido hombres, pero cuando empecé a estudiar dirección jamás pensé en las diferencias entre hombre y mujer a la hora de desarrollar la carrera. Es algo que me he empezado a cuestionar cuando se me ha preguntado por ello».

A la directora de orquesta le gusta combinar los repertorios lírico y sinfónico, los teatros y los auditorios, donde disfruta del mismo modo, y no se plantea metas. «El camino se va haciendo paso a paso. Naturalmente hay lugares donde una sueña con dirigir algún día, pero lo que toca ahora es disfrutar del camino. Por fortuna, creo que camino con pasos firmes y estoy disfrutando del proceso. Las cosas están llegando cuando tienen que llegar».

En el horizonte inmediato de Diloy, tras el paso por la Zarzuela, figuran intervenciones con la Orquesta de Córdoba, en la que colaborará con Abraham Cupeiro; el Teatro de la Maestranza de Sevilla, donde dirigirá la ópera 'Lazarillo', de David del Puerto -que llevará también a Las Palmas de Gran Canaria-; y el Real Teatro del Retiro, con el que colabora habitualmente. La directora es consciente del privilegio que tienen los músicos de su generación al poder trabajar en España con orquestas y en teatros de primer nivel; algo que hace medio siglo no sucedía. «Tenemos en España una red tanto de orquestas sinfónicas como de teatros profesionales que están a un nivel muy alto, sí. Ha habido mucha inversión, evidentemente, y el nivel de los músicos de este país ha avanzado muchísimo. Poder trabajar y poder vivir de la música es un privilegio. Es importante hacerlo con responsabilidad y sabiendo que somos muy afortunados».