'Laponia', un cuento de Navidad

Ágil en unos diálogos bien construidos, lo que empieza siendo un choque cultural se convierte en un choque personal, y en ese punto vemos saltar por los aires los cimientos de ambos matrimonios, los valores que enseñamos a nuestros niños, la validez o no de la tradición, la carga de esos secretos que nunca hemos sido capaces de confesar. 'Laponia' es capaz de aunar ligereza y buenas dosis de reflexión, banalidad y un fondo inquietante, ese que se pregunta si necesitamos la magia en nuestras vidas, la inocencia de creer que existe un Papá Noel bajando por nuestras cotidianas y rutinarias chimeneas. 'Laponia' apuesta por el sí, porque todos buscamos una ilusión en forma de anciano con barba blanca y un saco lleno de regalos, todos buscamos una aurora boreal o un camino de vuelta a casa. Todo se resuelve, por tanto, como sucedía en la comedia neoclásica, con la que tiene tanto aire de familia, en una catarsis, en una liberación.

Los personajes, perfectamente caracterizados, mueven a la risa tanto como a la conmiseración. En el fondo son tan débiles vitalmente que, cuando se aplica en ellos la lupa de la franqueza, se vuelven complicadamente humanos, como cualquiera de los espectadores. 'Laponia' es una obra de personajes sin caer en un psicologismo de salón, y es una obra donde sus autores, Cristina Clemente y Marc Angelet, llevan a cabo una escritura capaz de envolver a la sala en una sucesión de temas y de situaciones donde la naturalidad no está reñida ni con el costumbrismo ni con la exquisitez.

Una obra redonda, interpretada por cada actor y cada actriz sabiendo que este cuento de Navidad es tan cruento como cómico, tan verdadero como sencillamente persuasivo. La legión de publico que la ha seguido, a ambos lados del Atlántico, desde Barcelona a Buenos Aires, dan prueba de su éxito.