Héctor Alterio: «Lo paso bien en escena... Es lo único que puedo y sé hacer»

Este episodio es parte 'Una pequeña historia', el espectáculo que el actor, de 94 años, va a presentar en el Teatro Reina Victoria los días 21, 22 y 23. Su autora y directora es Ángela Bacaicoa, la mujer y compañera de viaje Alterio desde hace más de cinco décadas, y junto al actor interviene el pianista Juan Esteban Cuacci.

Se mueve con andares despaciosos, cautos y dice con un hablar que exhala todavía un perfume argentino en sus cadencias, en sus músicas, en sus expresiones, en sus ces que se resisten a ser pronunciadas y se convierten en eses. Héctor Alterio envuelve en amabilidad una sonrisa constante y cuenta que el espectáculo nació porque un productor bonaerense quería presentarle en la capital argentina, de la que se había ausentado los últimos ocho años. A Ángela Bacaicoa se le ocurrió un monólogo en el que el actor contara su historia entre Buenos Aires y Madrid, y que fuera al mismo tiempo un homenaje a la ciudad en la que nació hace cerca de un siglo. Al regresar, autora e intérprete se dieron cuenta de que su viaje había sido de ida y vuelta, y buscaron un lugar para presentarlo en la capital.

Una ciudad, Madrid, que fue hace cincuenta años, dice el actor, «mi cárcel y mi salvación. Vivía Franco todavía y había un sindicato vertical que no dejaba trabajar a los extranjeros. No tenía papeles... Todo eso se dice en el espectáculo, hecho a base de pinceladas... Con la ayuda de algunos compañeros, pocos, pude ponerme en marcha. Tuve que aprender a disimular mi acento...». Pero encontró un hogar -«¡Sí, y lo digo con mayúsculas y con acento!», exclama- y un refugio que todavía sigue siéndolo. Después de cincuenta años se siente lógicamente madrileño «A la fuerza», ríe.

Los gallegos hablan de morriña. ¿qué sienten los argentinos? «Nostalgia... Pero con cierto dolor» Héctor Alterio no es nostálgico, dice, pero sí siente nostalgia del Buenos Aires que vivió. «Son recuerdos que nos afectan y que en ocasiones nos hacen bien... No es la misma nostalgia que hace cincuenta años, claro. En estos años ha ido cambiando porque uno ha ido cambiando también. Nos hemos ido adecuando».

León Felipe es una de las pinceladas más profundas del espectáculo. Con 15 o 16 años, asistió a un recital que el poeta ofrecía en Buenos Aires. Le gustaba mucho su poesía. Se reencontró con ella ya en España, cuando alguien le hizo escuchar de nuevo sus versos, y regresó su viejo amor por el poeta zamorano. «Encontré a alguien a quien ya conocía, pero no había intuido la profundidad que yo necesitaba y que me proporcionaba con sus versos. Fue maravilloso para mí, me enriqueció en todos los sentidos, me provocaba la necesidad de leerlo permanentemente. León Felipe es un autor único por sus metáforas, sus contradicciones, sus simpatías y antipatías que manifiesta de manera maravillosa en toda su obra. Yo la leí de nuevo y me hizo mucho bien. Mucho bien».

Ángela Bacaicoa interviene para contar que el espectáculo tiene que ver con su vida. «En casa siempre hay fiestas -dice la autora y directora-... Bueno, fiestas, reuniones de amigos en las que cantamos, bailamos. Y la función tiene algo que ver con eso». Es una fiesta de vida llevada al escenario, y los amigos están en el patio de butacas. «Uno cierra los ojos y sabe que están ahí», añade el actor.

Héctor Alterio se atreve en 'Una pequeña historia' a cantar un tango. «Yo siempre quise ser cantor de tango, desde pequeño. Además, tenía la posibilidad de imitar a todos los cantores de tango de la época y eso me daba una satisfacción tremenda, porque sentía que podía protagonizar esas situaciones para, entretener a mis amigos en una esquina. Y ahí también, en esa situación, descubrí mis posibilidades de actuar; de querer hacer un abuelo pedigüeño metiéndome un pañuelo aquí, teniendo a mis espectadores -que eran mis propios amigos- a treinta metros, y viendo a la gente que se iba agrupando a mi alrededor y las monedas que iban cayendo en el brazo extendido». Fue, asegura el actor argentino, su primer papel. «Conseguí armar un personaje y una situación a través de mi necesidad de entretener a mis amigos, que estaban muertos de risa y aplaudiendo, y que desorientaba también a la gente que estaba mirando a un pordiosero y viendo gente que se reía y aplaudía. Fue mi primer éxito», ríe divertido... «Y su primer honorario», apunta Ángela Bacaicoa aumentando las risas.

Para seguir subiendo a los escenarios a los 94 años, hay que mantener intactas las ganas de entretener. «Sigo con las ganas de no defraudar, más que de entretener. Tengo toda una experiencia, inamovible, que son los años que he vivido... Lo paso bien... Sí, lo paso bien. Es lo único que puedo hacer y que sé hacer. Y ya está. No hay otra». ¿Le sigue haciendo feliz el escenario? «Sí, sí, sí, sí... Siempre y cuando no alcance a ver bostezos», sonríe con picardía.