'Godspell', la fiesta del Evangelio
Crítica de teatro musical
Emilio Aragón ha creado un espectáculo festivo, juguetón y contagiosamente alegre, lleno de detalles y de vida
'Godspell', la nueva aventura de Emilio Aragón

Crítica de Teatro Musical
'Godspell'
- Autores John-Michael Tebelak y Stephen Schwartz
- Dirección, versión y dirección musical Emilio Aragón
- Traducción Roser Batalla
- Coreografía Carmelo Segura
- Escenografía Sebastià Brosa
- Vestuario Gabriela Salaberri
- Iluminación Juanjo Llorens
- Sonido Benito Gil
- Intérpretes Víctor Ullate Roche, Pepe Nufrio, Angy Fernández, Andro Crespo, Nuria Pérez, Raúl Ortiz, Laia Prats, Aarón Cobos, Roko, Noemí Gallego.
- Lugar Teatro del Soho Caixabank, Málaga
'Godspell' nació a finales de los años sesenta del pasado siglo en un contexto muy concreto, la Universidad estadounidense, con el movimiento hippy y su 'flower power' en plena ebullición y la guerra de Vietnam a flor de piel. La figura de ... Jesucristo se convirtió en un icono en aquellos momentos; de hecho, el Ché Guevara y él eran los rostros más vistos en las camisetas de los jóvenes contestarios. En este contexto hay que entender un musical -y otros como 'Jesucristo Superstar'- sin otro argumento que un puñado de personajes apayasados reunidos en torno a un líder, que les cuenta parábolas como Jesús lo hacía con los apóstoles; es decir, 'Godspell' es una traslación del Evangelio de San Mateo a aquellos días de finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Hoy la situación presenta no pocas similitudes, con el ruido mediático de las redes sociales, un individualismo galopante, pérdida de valores... y una guerra a la vuelta de la esquina.
Emilio Aragón, responsable escénico y musical del montaje, usa la sombría primera escena -un prólogo, en realidad- para plantear de algún modo este paisaje que nos rodea y dotar de actualidad a una obra cuya vigencia es, como el libro en el que está basada, inmarcesible -aunque no lo es tanto el carácter simplón y en alguna ocasión infantil de los personajes, sobre los que sí se han posado los años-.
Pero si el mensaje -el amor al prójimo, ahora traducido como solidaridad, es su columna vertebral- es lo que empapa la obra, y que se antoja en estos momentos incluso más revolucionario de lo que era cuando se creó el musical, lo que lo mueve, lo hace latir y lo llena de emoción son las canciones que la salpican, que son, como han de serlo en el teatro musical, expresión de lo que se cuenta, y que poseen por sí solas un enorme magnetismo: 'Preparad el camino al Señor', 'Todo a fin de bien', 'Todos los dones', 'Una ciudad hermosa'...
Con ellas, Emilio Aragón ha creado un espectáculo festivo, juguetón y contagiosamente alegre, lleno de detalles y de vida. Ha situado en un desvencijado escenario -¿un teatro, una iglesia?- a sus diez personajes, a los que 'somete' a una auténtica gincana, que todos superan con sobresaliente; sería injusto destacar a unos por encima de otros, aunque sería igualmente injusto no subrayar el carisma, la calidad y el trabajo de Pepe Nufrio, intérprete de Jesús. El resultado es un espectáculo dinámico, divertido, colorido, lleno de gags, de números de magia, de ternura, de emoción y de chistes -algunos de ellos demasiado fáciles...-, con números que van del vaudeville al cabaret, pasando por el flamenco: una verdadera fiesta.
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