'El fin': diez horas y treinta y seis minutos

A partir de ahí, Paco Gámez ha creado un texto divertido, disparatado y delirante, con situaciones tan cómicas como absurdas y personajes por los que circula la sangre a pesar de su carácter caricaturesco y exagerado. Algunas escenas, sin embargo, tienen difícil encaje en el puzle –la inclusión de una 'recreación' del 'Café Muller' de Pina Bausch, una cita demasiado intelectual– y otras a las que solo se alude se echan de menos –la 'invasión' del zoo para liberar a los animales– porque se adivinan que podrían ser una leña estupenda para el fuego del caos que propone la comedia.

El magnífico director que es José Martret se ha enfrentado por primera vez a este género, que precisa de códigos y reglas muy específicas para que funcione; da la sensación sin embargo de que no se ha librado de complejos y ataduras a la hora de afrontarla, y escribe el sinsentido que plantea la historia con un código excesivamente naturalista.

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'El fin' no termina de alzar el vuelo, lastrado al final por las canciones, que no logran su objetivo de contagiar al público, que no obstante aplaude puesto en pie la función. En ello tiene que ver el magnífico trabajo de los intérpretes, capitaneados por Toni Acosta; la actriz canaria, de reconocida vis cómica, pone verdad (y un extenuante esfuerzo físico) a su magnífica Lina. Esperanza Elipe interpreta de manera impagable a la madre de la protagonista, y Marta Malone y Pepe Sevilla destacan en su encarnación de Ljublica y El drogas, respectivamente.