'Dido y Eneas', una escultura sonora, visual y coreográfica

Crítica de ópera/Danza

El baile se refugia en la penumbra, camina sobre un suelo mojado y se convierte en aliado de la música; busca sus sentimientos, subraya las palabras de los cantantes, siempre persiguiendo la belleza

Un momento de 'Dido y Eneas' Pablo Lorente

Crítica de ópera/danza

'Dido y Eneas'

  • Música Henry Purcell
  • Libreto Nahum Tate
  • Dirección musical William Christie
  • Dirección de escena y coreografía Blanca Li
  • Escenografía creación Matière-Lumière y esculturas-vestuario de los cantantes solistas Evi Keller
  • Iluminación Caty Olive
  • Dramaturgia Pierre Attrait
  • Vestuario Laurent Mercier
  • Intérpretes Lea Desandre, Renato Dolcini, Ana Vieira Leite, Coro y Orquesta de Les Arts Florissants, Compañía Blanca Li
  • Lugar y fecha Teatros del Canal, Madrid, 17-I

El canto IV de la 'Eneida' de Virgilio, uno de los más emblemáticos poemas clásicos, es el punto de partida de 'Dido y Eneas', la primera ópera de Henry Purcell, estrenada a finales del siglo XVII, y que es uno de los ... títulos más importantes de aquella época. Hoy en día se sigue interpretando con cierta asiduidad, y uno de sus principales escuderos es el músico francés de origen estadounidense William Christie, que desde hace décadas dicta lecciones magistrales, junto al conjunto que lidera, Les Arts Florissants, de cómo interpretar las partituras de aquellos siglos. 'Dido y Eneas' es una de las que más ha frecuentado; no en vano asegura Christie que es una de las óperas que más le conmueven. Escuchar y ver esta obra con el tamiz de su interpretación es siempre un lujo, y así lo ha considerado el público de los Teatros del Canal, donde se ha presentado en una producción dirigida escénicamente por Blanca Li, con la particular escenografía de la artista alemana Evi Keller.

Los amores frustrados entre Dido, la Reina de Cartago, con el héroe troyano Eneas, son la base de esta pieza, que posee una bellísima partitura que envuelve como un guante la historia de este amor. Lo hace de una forma directa (apenas una hora de música), profundamente dramática, cosida al libreto, que acentúa y subraya, y que culmina con el 'Lamento de Dido', un aria lastimosamente hermosa que se ha convertido en caballo de batallas para muchas cantantes. En esta producción, Dido ha sido Lea Desandre, una mezzo franco-italiana de voz cristalina, expresiva, que sabe darle el tono furioso o dulce que el papel requiere en cada momento. A su lado, Renato Dolcini le otorga gravedad a su Eneas. La propuesta de Blanca Li y William Christie hace que el mismo barítono -la brevedad de su personaje lo permite- interprete el papel de hechicera; es una decisión arriesgada, porque resulta confuso, por más que el lenguaje corporal de Dolcini sea completamente distinto cuando encarna a uno y otro personaje. La Belinda de Ana Vieira Leite es perfecto complemento para los dos.

Si hay una palabra que defina el trabajo de Blanca Li con esta ópera, ese es belleza. La coreógrafa granadina, apoyada en la escenografía de Evi Keller y en las imponentes esculturas en que convierte a los tres cantantes solistas, crea un espectáculo preciosista, una escultura sonora, visual y coreográfica, donde el baile se refugia en la penumbra, camina sobre un suelo mojado -lo que le otorga una textura tan atractiva como interesante- y se convierte en aliado de la música; busca sus sentimientos, subraya las palabras de los cantantes, siempre persiguiendo la belleza. La misma que ofrecen las huestes de Les Arts Florissants, un admirable conjunto -coro y orquesta- que domina como pocos la siempre conmovedora partitura de Purcell.

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