Declan Donnellan: «Shakespeare no trata de hacer del mundo un lugar mejor ofreciendo respuestas»
El director británico dirige para la Compañía Nacional de Teatro Clásico una obra de juventud del dramaturgo británico
Declan Donnellan se enfrenta a 'La vida es sueño' «sin levantar los pies del suelo»

La biografía de Declan Donnellan revela que nació el 4 de agosto de 1953 en la localidad británica de Mánchester, pero su pasaporte, seguramente, le señala como «shakespeariano», condición que, como todo el mundo sabe, no tiene nacionalidad. De hecho, Donnellan -y su inseparable ... Nick Ormerod- trabaja habitualmente en países como Francia, Rusia... o España, donde su compañía, Cheek by Jowl (en inglés, literalmente, 'mejilla a mejilla', expresión que habla de unión y cercanía) tiene plaza casi fija en los escenarios de nuestro país.
En esta ocasión, Donnellan ha tomado el Teatro de la Comedia, donde presenta su versión de 'Los dos hidalgos de Verona', una obra temprana de William Shakespeare -«probablemente sea su primera obra», aventura el director británico-. La estrena dentro de la temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que coproduce el espectáculo junto a LaZona y la propia Cheek by Jowl. Con ellos y un elenco de actores españoles ya puso en pie hace casi tres años 'La vida es sueño', de Calderón de la Barca. Aquel grupo de intérpretes ha sido el motor de 'Los dos hidalgos de Verona'. «Yo tenía muchas ganas de mantener a estos actores juntos -dice Donnellan- y busqué una obra que mostrara lo bien que lo hacen. Me leí las cien primeras obras de Lope de Vega, pero los intérpretes me pidieron un Shakespeare, y elegimos este texto, uno de los menos conocidos del dramaturgo británico».
Prince Ezeanyim, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto e Irene Serrano formaban parte del reparto de 'La vida es sueño' y repiten ahora en 'Los dos hidalgos de Verona', que cuenta con dos nuevas incorporaciones: Jorge Basanta y Alberto Gómez Taboada. La obra cuenta la historia de dos amigos, Valentino y Proteus, y de dos mujeres, Silvia y Julia. De aquella se enamoran los dos amigos, lo que crea entre ellos un conflicto; la segunta, antigua prometida de Proteus, viaja a Milán disfrazada de hombre para recuperarlo.
Temas que obsesionan
Asegura Declan Donnellan que su experiencia con anteriores montajes de Shakespeare les ha hecho ver con una perspectiva diferente el texto de 'Los dos hidalgos de Verona'. «Al principio tuve miedo de la obra, pero no como cuando se abordan 'Rey Lear', 'Hamlet' o 'Macbeth'. Miedo porque es una obra que parece muy ligera, muy fina. Pero haber hecho antes 'Noche de Reyes' o 'Mucho ruido y pocas nueces' nos ha permitido ver que nos cuenta ya los temas que le obsesionan, los mismos motivos recurrentes que aparecerán después en el resto de sus obras: hay una confusión producida por el amor, una huida en un bosque, en el que todos se pierden y se vuelven a encontrar. y lo más importante, se encuentran a sí mismos. También está el tema de la mujer que tiene que ir en busca del hombre y que se disfraza de hombre. Así que se cuestiona todas estas cosas que siguen siendo importantes hoy, pero Shakespeare, deliberadamente, no trata de hacer del mundo un lugar mejor dándonos respuestas, sino que hace preguntas, y esto es lo interesante para mí».
'Los dos hidalgos de Verona' habla también, sigue Donellan, «de la traición y del perdón; de la posibilidad del perdón, algo muy importante en Shakespeare. No le conocí, claro, pero Shakespeare cree que nada existe. En su obra siempre está el vacío; no la nada, sino el vacío, que de algún modo es la nada con esperanza».
Sucesión de matrimonios
El director sostiene que el dramaturgo inglés muestra a menudo «cuánto nos engañamos a nosotros mismos, y sus obras nos muestran a gente que está traicionando o está mintiendo a otros personas pero, y es lo más chocante, nos muestra cómo nos engañamos a nosotros mismos y, de alguna manera, cómo destrozamos nuestras vidas. En las tragedias, el resultado es, claro, la muerte. Y en las comedias, una sucesión de matrimonios, pero con una interrogación de cómo van a ser. No le va lo de 'fueron felices y comieron perdices'».
Hay diferencia en dirigir a Shakespeare en inglés y en español, «pero el problema no es que el texto esté en español, en inglés o en ruso. El problema no es en qué idioma se haga, existe en cualquier lengua. Las palabras, en Shakespeare, solo corresponden vagamente con lo que está sucediendo en escena. Su valor no es la belleza de sus palabras -bellísimas-, sino el contexto en que son dichas. Las palabras no dicen lo que dicen que dicen».
Resulta difícil, estos días, no querer imaginar cómo habría retratado Shakespeare a Donald Trump. «Aristóteles dijo que en una tragedia, de alguna manera, hay que poner en escena cosas que sean creíbles, y que era algo loco escribir obras sobre monstruos o situaciones extraordinarias. Y lo que está pasando es tan increíble que resultaría una obra terrible, nadie se la creería. Alguien incluso podría ver esa obra y decir que la obra era una mierda... No creo que Shakespeare hubiera retratado a Donald Trump».
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