'La casa de Bernarda Alba': siempre García Lorca

Alfredo Sanzol dirige en el Teatro María Guerrero una nueva producción de la tragedia lorquiana, con Ana Wagener como protagonista

'Bernarda' de cuerpo presente y 'Yerma' sin Lorca

Patricia López Arnaiz y Ana Wagener, en un momento de la obra Bárbara Sánchez Palomero

Crítica de teatro

'La casa de Bernarda Alba'

  • Texto Federico García Lorca
  • Dirección Alfredo Sanzol
  • Escenografía Blanca Añón
  • Iluminación Pedro Yagüe
  • Vestuario Vanessa Actif
  • Música Fernando Velázquez
  • Sonido Sandra Vicente y Pilar Calvo
  • Movimiento Amaya Galeote
  • Intérpretes Ester Bellver, Ana Cerdeiriña, Eva Carrera, Ane Gabarain, Claudia Galán, Paula Womez, Belén Landaluce, Patricia López Arnaiz, Chupi Llorente, Lola Manzano, Inma Nieto, Celia Parrilla, Sara Robisco, Isabel Rodes y Ana Wagener
  • Lugar Teatro María Guerrero, Madrid

Federico García Lorca terminó la escritura de ‘La casa de Bernarda Alba’ en 1936, el mismo año de su asesinato, pero no se pudo estrenar hasta casi una década después; ese tiempo fue el que tardó en llegar el manuscrito a manos de ... Margarita Xirgu, exiliada en Buenos Aires y la destinataria de la obra. En España, la primera representación de la obra del poeta granadino –para muchos su mejor texto teatral– se produjo en 1948, tres años después de su estreno bonaerense y de la publicación, también en Argentina, del texto. La dirigió Cruz Tovar en la Cúpula del Coliseum de Barcelona. Afortunadamente, ‘La casa de Bernarda Alba’ es ahora habitual en los escenarios españoles –el Centro de Documentación Teatral registra cerca de setenta montajes, profesionales y aficionados, en este siglo en nuestro país–; se ha llevado al cine y a la ópera y se ha convertido en ballet y en musical.

Y es que la grandeza del texto de Lorca es extraordinaria. «Pinta tu aldea y pintarás el mundo», decía Leon Tolstoi (por lo menos, a él se atribuye la frase), y el poeta supo pintar en las cuatro paredes de una casa de un pueblo andaluz en 1936 –«El poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico», se lee en el pórtico de la obra– una historia universal de opresión, de deseo, de ansia de libertad, del peso de las apariencias, de temor al poder. Una historia protagonizada enteramente por mujeres, prisioneras todas: las hijas de la obediencia debida a la madre; Bernarda de su voluntario sometimiento a las reglas sociales; y Poncia y la criada presas del poder. Y todas de todo.

La angulosa prisión en que Alfredo Sanzol ha encerrado a los personajes lorquianos tiene una puerta preciosamente bordada –la firma, como la escenografia, Blanca Añón– la firma que, al abrirse, presenta la tragedia a los espectadores. Una tragedia que el director del Centro Dramático Nacional ha dejado que la cuente el texto de García Lorca. Sin subrayados innecesarios. Dejando que sea la elocuencia de las terribles, sobrecogedoras y poéticamente terrenales palabras que pronuncian sus personajes quien hable al espectador. Hay elementos discordantes en el montaje: el indeterminado vestuario, algunas piezas inconvenientes del atrezzo, las largas transiciones entre actos, una música inadecuada, los movimientos coreográficos, muy aislados, de algunos personajes. No aportan pero tampoco ensombrecen lo esencial: el texto y la interpretación.

José Luis Alonso, el añorado director de escena, solía decir que gran parte del éxito de una función se basaba en la elección del reparto. ‘La casa de Bernarda Alba’ tiene un elenco compacto, afinado, con un mascarón de proa compuesto por Ana Wagener, que traslada perfectamente el carácter pétreo e inflexible de Bernarda, que solo se agrieta con la muerte de Adela –en la escena final, con ese despiadado «Silencio», se echa en falta un poco más de calma y emoción, pero es una lícita decisión del director de escena–; Ane Gabaraín, que llena de cachaza a ese bombón de personaje que es Poncia, y protagoniza junto a Ana Wagener la escena más emocionante del montaje; y Patricia López Arnaiz, siempre una lágrima a punto de escaparse.

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Sobre el autor Julio Bravo

Madrileño. Ingresó en la Redacción de ABC en 1985. Ha pasado por distintas secciones, pero siempre se ha dedicado a la información de música y artes escénicas. Es crítico teatral y de Danza

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