Carmen Díez de Rivera, una heroína de tragedia griega que decía siempre lo que pensaba
El Teatro Español recupera la memoria de la que fue llamada la 'musa de la Transición' en una obra titulada 'Carmen, nada de nadie', de Francisco Miguel Justo Tallón y Miguel Pérez García, con dirección de Fernando Soto
Mónica López encarna a Díez de Rivera y encabeza un reparto que completan Oriol Tarrasón (Adolfo Suárez), Ana Fernández (Marquesa de Llanzol) y Víctor Massan (Juan Carlos I)
Carmen Díez de Rivera, la musa de la Transición
Madrid
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Iniciar sesión«Contradictoria, poliédrica y complicada». Son los tres adjetivos con los que la actriz Mónica López define a Carmen Díez de Rivera, la llamada 'Musa de la Transición', a la que encarna en 'Carmen, nada de nadie', una obra de Francisco Miguel ... Justo Tallón y Miguel Pérez García que se estrena el próximo día 17 en el Teatro Español. Oriol Tarrasón (Adolfo Suárez), Ana Fernández (Marquesa de Llanzol) y Víctor Massan (Juan Carlos I) completan el reparto de la función, que dirige Fernando Soto.
La obra recupera la memoria de la que fue mano derecha de Adolfo Suárez -es la última mujer que fue jefa de gabinete de la presidencia del Gobierno-, al que conoció por mediación de Juan Carlos I, del que era amiga personal. Hija natural de Ramón Serrano Suñer, se enteró de ello cuando quiso casarse con un hijo de éste, Ramón, y supo que en realidad era su hermano.
El descubrimiento de este hecho le marcó profundamente. Ingresó en un convento de clausura, del que saldría pocos meses después; tuvo problemas de insomnio, del que fue tratada en Suiza, y se fue a vivir durante tres años a Costa de Marfil. Tras dimitir, en mayo de 1977, seguiría su carrera política en el PSP de Tierno Galván, en la CDS de Adolfo Suárez y en el PSOE de Felipe González. Fue eurodiputada hasta que, en 1999, tuvo que abandonar el cargo por problemas de salud; estaba enferma de cáncer, a causa del cual murió el 29 de noviembre de 1999, con tan solo 57 años.
Los dos libros que escribió sobre ella Ana Romero ('Historia de Carmen' y 'El triángulo de la Transición') y la biografía de Manuel Vicent ('El azar de la mujer rubia') son algunas de las fuentes en las que bucearon los autores de la obra (la obsesión de uno de ellos, Francisco Miguel Justo Tallón, nació de las referencias a la política en los artículos de Francisco Umbral).
Estos textos, documentales y conversaciones con personas que conocieron a Díez de Rivera -entre ellas Paca Sauquillo - han ayudado a Mónica López a trazar un retrato en el que, reconoce, «se ha acentuado la dificultad por ser un personaje real; he intentado pillar de aquí y de allá». Su Carmen es, sobre todo, la que figura en el texto, que es 'ficción documentada', pero no quiere que la imagen que se ofrezca es «la de una mujer que esté todo el rato echando broncas... También quiero que se vean su sentido del humor, su fragilidad...»
La función, coinciden Fernando Soto y Mónica López, no pretende ser un 'biopic' de la política. Se vertebra fundamentalmente en torno a esos frenéticos días que precedieron a la legalización del Partido Comunista, el 9 de abril de 1977. El texto presenta a Carmen Díez de Rivera como una ferviente defensora de la legitimación del partido que dirigía entonces Santiago Carrillo. «Legalización y amnistía, ese es el camino de la democracia», le repite ella a Adolfo Suárez durante la obra». «Nos hemos intentado acercar lo más posible a ese momento de la Historia tan frenético, tan improvisado -dice la actriz-... No sé si fue realmente tan responsable de la legalización del PCE, yo creo que fue la calle la que lo aceleró».
«Tuvo un mérito increíble, siendo mujer en ese mundo tan facha, tan machista. Estaba harta... Ella, en sus diarios, escribió cosas muy graciosas sobre lo harta que estaba de que todo el mundo se la quisiera tirar»
Mónica López
Actriz
La historia de Carmen Díez de Rivera tiene algo de tragedia griega, y ella misma de heroína. Su vida fue tan excepcional que tiene paralelismos con Antígona o Ariadna, dice Fernando Soto. «Fue una mujer muy valiente -completa Mónica López-. Es verdad que venía de una clase social acostumbrada a mandar, y había sido criada entre algodones. Pero tuvo un mérito increíble, siendo mujer en ese mundo tan facha, tan machista. Estaba harta... Ella, en sus diarios, escribió cosas muy graciosas sobre lo harta que estaba de que todo el mundo se la quisiera tirar».
«No era un secreto, eran tres -dice el personaje de Díez de Rivera en un momento de la función-. Mi novio era mi hermano; mi padre no era mi padre; y mi verdadero padre era el tío Ramón. Fueron tres heridas: en mi cabeza, en mi estómago y en mi corazón». Mónica López está convencida de que aquel descubrimiento, a los 17 años, «determinó que fuera como fue, que se hiciera tan dura por fuera, con una coraza tan fría, y que se dedicara a luchar toda su vida para no pensar en ella misma». Pero, matiza, «o me pregunto si ella no era ya una niña muy complicada porque, realmente, con lo inteligente que era -que era una mujer superdotada-, extraña que no decidiera apartar eso; es más, idealizó su drama; toda su vida estuvo hablando de ello y siempre se explicaba a través de ello. Fue algo terrible, de tragedia griega, evidentemente, pero ¿no podía haber sido más feliz?... Es lo que pienso en cada ensayo, y trabajo la tortura que suponía meter el dedo en la llaga».
«No gusta nada. Lo hago siempre con mucha educación. No soy soberbia ni arrogante, y ya sé que lo que pienso no tiene por qué ser una verdad absoluta, pero que me doy cuenta de que no tengo pelos en la lengua, y por un lado me gusta, pero noto que que a no todo el mundo le sienta bien»
Mónica López
Actriz
«Recuerdo que desde muy joven, siendo una niña, cuando me preguntaban: ¿tú de mayor qué quieres ser?, yo contestaba: yo quiero ser libre -dijo Carmen Díez de Rivera-. Nunca me he sentido hija de nadie, sino de muchísimas cosas al mismo tiempo». Todo personaje deja huella en su intérprete y Mónica López, igual que la mujer a la que encarna, dice ahora lo que piensa. «Alguien capaz de decir siempre lo que piensa es peligroso», dice Juan Carlos I en el texto. «No gusta nada. Lo hago siempre con mucha educación. No soy soberbia ni arrogante, y ya sé que lo que pienso no tiene por qué ser una verdad absoluta, pero que me doy cuenta de que no tengo pelos en la lengua, y por un lado me gusta, pero noto que que a no todo el mundo le sienta bien. Creo que eso es lo que más se me está quedando de Carmen».
Mónica López ha fantaseado, naturalmente, con lo que pensaría Carmen Díez de Rivera ahora. «Igual se hubiera convertido en una cínica, como todos los que hemos llegado hasta aquí después de haber visto lo que hemos visto... No lo sé, con lo inteligente que era... Aunque como era una luchadora nata, igual hubiera seguido en Europa luchando por el ecologismo, o tal vez hubiera vuelto a África, que yo creo que es lo que realmente le cambió y le hizo ver que el mundo no estaba bien... Pero no sé, es muy aventurado».
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Carmen Díez de Rivera, la musa de la Transición
Pedro García Cuartango
No cree la actriz que la situación política haya cambiado tanto con respecto a hace cincuenta años. «Cuando se habla de las dos Españas, han resucitado con más fuerza que en mucho tiempo. Los tejemanejes políticos siguen siendo igual de chuscos, como españolitos que somos. La legalización y la amnistía resuena con otros significados, pero con el mismo significante... Por eso creo que es muy importante que esta obra la vea, sobre todo, la gente que no vivió esa época, la gente joven, y ojalá lo hagamos lo suficientemente bien como para que se den cuenta de que no tenemos las heridas cerradas. Si algo consiguió Carmen Díez de Rivera fue el consenso, escuchar al otro. Eso es algo que ha pasado de moda y no puede ser, porque es la única manera que tenemos de llegar a acuerdos: escuchar al otro; si no, no hay manera».
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SuscribeteMadrileño. Ingresó en la Redacción de ABC en 1985. Ha pasado por distintas secciones, pero siempre se ha dedicado a la información de música y artes escénicas. Es crítico teatral y de Danza
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