'Caperucita en Manhattan': Carmen Martín Gaite vuelve a pasear por Nueva York

En 2009, la dramaturga Lucía Miranda (Valladolid, 1982) viajó a Nueva York para estudiar en el mismo Vassar College. Allí vivió tres años, y allí se gestó la necesidad de llevar 'Caperucita en Manhattan' al teatro. «Había leído la novela –cuenta la autora y directora– con once o doce años. Me la regaló mi madre en una Feria del Libro. Me gustó tanto que al año siguiente fui de nuevo a la feria con él y Carmen Martín Gaite me lo firmó; en la dedicatoria puso: 'Feliz relectura y pérdida por Manhattan'. Y eso es lo que hice, releerlo y perderme por Manhattan».

«'Caperucita en Manhattan' me generó las ganas de viajar, me acrecentó las ganas de leer y alimentó mi imaginario sobre cómo sería vivir en una ciudad como Nueva York, donde en un solo día puedes encontrarte con un millonario y un mendigo, como le pasa a Sara Allen, la protagonista de la novela». Descubre la dramaturga que Carmen Martín Gaite viajó a Nueva York con un cuaderno que le había regalado su hija, ya enferma, y que ella no había llegado a usar. La metió en la maleta para que la acompañara en ese viaje. En ese cuaderno empezó a escribir 'Caperucita...' Cuando yo llegué al Vassar College todo el mundo me hablaba de Carmen y me hablan de la intrahistoria de la novela. Un día, mientras leíamos en clase 'Caperucita en Manhattan', descubrí que una de mis alumnas sabía muchísimo de la historia del libro; conocía cosas que yo no sabía. Y cuando le pregunté que dónde había leído todo eso que cuenta, me dijo: 'En ninguna parte; yo soy Sara Allen'. Y me contó que era la hija de la traductora al inglés de las obras de Martín Gaite y que el personaje se llamaba Sara por ella».

«Quiero hacer 'Caperucita en Manhattan' para la escena desde que empecé a hacer teatro -confiesa Lucía Miranda-. Y más desde que abandoné Nueva York hace ya doce años, y aún más desde que soy madre de una niña, hace tres». Por eso cuando Juan Mayorga le ofreció el Teatro de La Abadía para que pusiera en pie un proyecto, no lo dudó: sería 'Caperucita en Manhattan'. Hoy se estrena en este escenario, donde estará hasta el 24 de febrero interpretado por Mamen García, Miriam Montilla, Carmen Navarro, Carolina Yuste -el 8 de febrero le sustituirá Mar Calvo- y el contrabajista Marcel Mihok. El equipo artístico lo componen Alessio Meloni (escenografía y atrezo), Anna Tusell (vestuario), Pedro Yagüe (iluminación) y Nacho Bilbao (música). Este último asegura que la música de la función no debía ser sobre Manhattan, sino sobre Carmen en Manhattan; «y suenan panaderas, jotas, cantigas gallegas...».

'Caperucita en Manhattan', dice Lucía Miranda, «cuenta la historia de Sara Allen, una niña que vive en Brooklyn y sueña con Manhattan. Un día se escapa de casa para visitar a su abuela, una antigua cantante de 'music hall' y se pierde en un viaje atemporal por 'diners', rodajes de cine y Central Park. En su recorrido se encuentra con un pastelero millonario y una mendiga sin edad, y con ambos compartirá dos secretos que la ayudarán a encontrar su camino hacia la libertad».

«Quiero hacer esta obra –sigue la dramaturga– porque como Gaite, 'no me querría ir nunca de Nueva York', y es mi manera de continuar allí». De la obra dice que «es una historia sobre los niños que fuimos y los abuelos que seremos. Sobre la libertad y la soledad, y la soledad de ejercer tu libertad. Sobre +que es Nueva York, como ejemplo de la aventura a lo incierto. Y sobre el viaje: el de Carmen Martín Gaite, el de Sara Allen, el mío, el de todas las que un día decidimos dejar lo conocido para vivir la aventura de ser nosotras mismas».

Llevar el universo fantástico que creó Carmen Martín Gaite en la novela no ha sido tarea fácil, reconoce Lucía Miranda. «Lo he pasado fatal; yo no estudié dramaturgia, escribo desde la intuición y desde una persona que habita el teatro desde muy joven, pero enfrentarme a la versión de 'Caperucita' ha sido muy difícil. Muchos personajes, muchos espacios... He intentado ser fiel a Carmen y ser fiel a mí misma; quería que no se pasara de una hora y media y que pudiera acoger a un público infantil, juvenil, adulto... Si he acertado o no, lo tiene que decir el público».