«El caballero avaro»: oro envenenado
Una escena de 'El caballero avaro'
Crítica de ópera
'El caballero avaro'
- Autor Sergei Rachmaninov
- Dirección musical y piano Borja Mariño
- Dirección de escena Alfonso Romero
- Escenografía Carmen Castañón
- Diseño de vestuario Gabriela Salaverri
- Intérpretes Ihor Voievodin, barítono. Juan Antonio Sanabria, tenor. Isaac Galán, barítono. Gerardo López, tenor. Javier Castañeda, bajo barítono
- Lugar Fundación Juan March, Madrid
- Fecha 25-IX
«El caballero avaro» ha tenido una suerte desigual y, en los últimos tiempos, contradictoria. En dos décadas, apenas se han hecho por todo el mundo una veintena de representaciones de la ópera, de manera que el rescate que ahora propone la Fundación Juan March ... tiene el regusto de lo novedoso. Para quienes sigan de cerca su proyecto de teatro musical de cámara, la sensación de estreno se añade a las nuevas posibilidades técnicas que permite la definitiva reconversión del escenario del salón de actos. «El caballero avaro» se beneficia de una nueva profundidad escenográfica y de un telón de gasa que da opacidad a una obra que escarba en la miserable tacañería de un barón a partir del retrato literario de Pushkin. Corre a favor del mensaje la negritud del espacio, su geometría escalonada con acceso a huecos en los que se esconde la riqueza y una superposición de monitores que en gris sugieren el lugar. El trabajo del director teatral Alfonso Romero merece observarse en detalle y percibirse en toda su envergadura, pues es el germen de una representación notable, quizá demasiado evidente al incluir al final el abrazo del hijo al barón muerto, acción que antepone el perdón al desprecio.
El detalle tiene carácter moralizante, muy en sintonía con el «lieto fine» que la vieja ópera evitaba suspicacias aunque, vista la actualidad, es una guinda frente a la nueva conciencia de quienes ven en la presencia de un prestamista judío y grotescamente codicioso un inequívoco gesto antisemita, y de paso le niegan el pan y la sal a la música de Rachmaninov. Afortunadamente, esta se defiende sin mayor esfuerzo, incluso en la discreta lectura pianística que hace Borja Mariño acompañando a un reparto que pone toda la carne en el asador, empezando por el protagonista, Ihor Voievodin. El largo y dramático soliloquio explicando el origen y el alcance de su riqueza adquiere una dimensión sobresaliente, palpitantemente cercana y repulsiva. «El caballero avaro» tiene méritos muy elocuentes, como bien certifican los buenos textos del programa de mano. De forma más visceral lo revela la interpretación que estos días puede verse en la March.
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