'Los bufos madrileños' recupera a Francisco Arderíus, un revolucionario de la escena del siglo XIX
La Compañía Nacional de Teatro Clásico presenta un espectáculo dirigido por Rafa Castejón que rescata al empresario teatral
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Madrid
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Iniciar sesión«Tiene Paquito Arderius / una caña de pescar, / con la que saca los cuartos / del bolsillo más recalcitrante / que se pueden ustedes imaginar». Estos versos satíricos, publicados en 1866 por la revista 'El sainete', da cuenta del éxito popular que tenía en aquella época la ... compañía 'Los bufos madrileños', creada y dirigida por Francisco Arderíus, un músico, actor y empresario español nacido en Portugal que, tras un viaje a París, quiso trasladar el universo de Jacques Offenbach a la escena y la personalidad españolas.
La Compañía Nacional de Teatro Clásico ha querido recordar aquel insólito fenómeno teatral y musical, origen del género chico y de la revista, con la puesta en escena (hasta el 14 de enero de 2024) de un espectáculo titulado precisamente 'Los bufos madrileños', dirigido por Rafa Castejón, miembro de una ilustre saga teatral y zarzuelera. Su hermana Nuria es la directora adjunta y la coreógrafa y Antonio Comas el director musical. Los intérpretes son Clara Altarriba, Chema del Barco, Paco Déniz, Eva Diago, Natalia Hernández, Beatriz Miralles y David Soto Giganto, además de los propios Rafa Castejón y Antonio Comas.
El de los Bufos de Arderíus «es un fenómeno tan relevante como desconocido», justifica el director de la CNTC, LluísHomar. «Duró apenas quince años, pero alcanzó una gran popularidad. Eran obras irreverentes, gamberras, una fiesta en la que predominaba la parte lírica». «Los Bufos –ha escrito Serge Salaün, de la Universidad de la Sorbona de París– son un invento decisivo en la historia de las artes escénicas y del teatro musical en España: por las novedades que introduce, por la herencia que deja en la escena lírica y hasta en la canción. Rehabilitarlos cultural y estéticamente es una necesidad».
Rafa Castejón confiesa que conocía la figura de Arderíus pero desconocía el alcance de su historia. «Cuando recibí el encargo, me puse a investigar, a recopilar información, a leer libretos y partituras, para crear un espectáculo que fuera al tiempo una explicación de lo que fueron los Bufos». El actor y director eligió 'Los órganos de Móstoles', una zarzuela en tres actos –y en verso– con libreto de Luis Mariano de Larra (hijo de Mariano José de Larra) y música de José Rogel, el principal cómplice de Arderíus.
El espectáculo se divide, según Castejón, en dos partes. La primera parte es un prólogo de unos quince minutos que quiere ser un homenaje a Arderíus y sus Bufos y al mismo tiempo una explicación de en qué consistió el fenómeno y cuál es su importancia en la escena española; autores como Barbieri, Gaztambide o Arrieta participaron de él. La segunda parte es la representación de 'Los órganos de Móstoles', una obra estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 14 de septiembre de 1867. «El libreto –explica el musicólogo Enrique Mejías García– celebraba la vida del Madrid anterior a la Gloriosa con alusiones al espiritismo, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico o los dramas de Tamayo y Baus. Tampoco falta la parodia de los clásicos: además de que Arderíus representó el papel de ese Tenorio atribulado descendiente directo del de Zorrilla, el don Abdón está concebido como una ridiculización manifiesta de los 'padres terribles' de Calderón, Moratín y Hartzenbusch».
Rafa Castejón ha peinado la obra para dejarla en algo más de una hora de duración, y se han incluido piezas musicales (Antonio Comas ha reducido a piano la partitura) de otras obras como una tarantela de 'Robinson', de Barbieri, o un 'Himno' de Arrieta. «La obra tiene asuntos que entroncan con la actualidad –añade el director–, como el de los hijos que no abandonan el hogar paterno, o el grito de libertad de la mujer».
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«El público necesitaba diversión, había poca comedia [eran los años en que se estaba cocinando la Revolución de 1868, la Gloriosa] –argumenta Rafa Castejón para explicar la revolución que supusieron los Bufos–, y Arderíus unió a ello un sentido empresarial y del 'marketing' y la publicidad. Fue un gran vendedor con un olfato tremendo. Sus obras presentaban historias paródicas que tenían un gran éxito entre el público, que sabía que cuando iba al teatro iba a pasar un buen rato».
«Sus montajes eran, por otra parte, grandes; llegó a haber más de cien personas en escena, y su olfato le llevó a diversificar sus puestas en escena presentando espectáculos de química, saltimbanquis, trapecistas, incluso corridas de burros. Era un parque de atracciones escénico que cambió el paso a los demás empresarios teatrales».
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