Antonio Banderas: «El teatro es una mujer que me ha querido mucho y a la que he abandonado»
El malagueño presenta el musical 'Company' en Madrid, donde no actúa desde hace más de treinta años
'Company', de Sondheim y Banderas: ¡de rodillas!
Madrid
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Iniciar sesiónHabrá que creer a Antonio Banderas cuando dice que está cansado -motivos para ello tiene-, pero la energía que desprende y el entusiasmo con el que habla y habla y habla se empeñan en contradecirle. Está el actor malagueño a menos de una semana ... del estreno en Madrid de 'Company', el musical de Stephen Sondheim que presentó hace un año en Málaga y con el que se va a reabrir después de trece años el Teatro Albéniz, adquirido por la discográfica Universal. «Los estrenos son como las bodas -bromea-, que llega uno ya matado, y lo que quiere el novio o la novia es quitarse el traje, irse y que los dejen tranquilos. Aquí pasa un poco lo mismo: tengo ganas de que llegue el día siguiente del estreno, que la sala se llene de un público 'normal' y ver si pasa lo mismo que ha pasado hasta ahora cada vez que hemos representado la función... que yo creo que sí».
Antonio Banderas dijo cuando puso en marcha el Teatro Soho Caixabank en Málaga que no pensaba actuar más que en su ciudad natal. Ha roto su promesa, se justifica, porque la ocasión lo merece. «Se reabre un teatro que es historia de esta ciudad; se reabre gracias a mucha gente que luchó para que no se cerrara; entre ella muchos compañeros de profesión. Abrir el teatro es un rayo de esperanza y actuar aquí un homenaje a toda esa gente».
'Company' es una obra compuesta por Stephen Sondheim, el gran renovador del teatro musical estadounidense en la segunda mitad del siglo XX -«cambió los paradigmas del género», asegura Banderas-. Con libreto de George Furth, se estrenó en 1970 en Nueva York. «Es una obra que explora en el propio ser humano, en sus temores, en el amor o el desamor, habla sobre los comportamientos que mostramos en distintas situaciones y eventos, hay comportamientos loables y otros reprimibles, y eso se parece mucho a la vida», ha escrito Banderas. No oculta su pasión por el autor, fallecido tres semanas después de estrenada la producción malagueña. «Desgraciadamente no pudo verla, ni siquiera una grabación de la obra», lamenta el actor.
Presentado en Barcelona después de Málaga, el montaje que trae al Albéniz es, sonríe, «'Company 2.0'... Lo he tuneado un poquito. El espectáculo es el mismo, pero en Barcelona acudimos con quince músicos y aquí he recuperado los veintiséis originales; se nota mucho, sobre todo en los metales y la cuerda. Y se nota muchísimo; al final, cuando se sienta a ver el espectáculo, el público lo nota en su piel... Y especialmente cuando hablamos de la música de Sondheim».
'Company' es la segunda producción teatral que Antonio Banderas dirige (después de 'A Chorus Line'); también son dos las películas que ha dirigido: 'El camino de los ingleses' y 'Locos en Alabama'. ¿Dirigir cine y teatro son el mismo oficio? «No -contesta sin dudar-. No lo es... Me di cuenta hace tiempo. Fíjese, creo que he dirigido cine de forma muy teatral y he dirigido teatro de forma muy cinematográfica, es una cosa curiosísima. Los juguetes que hay en el cine son extraordinarios; si yo grabo esta escena, esta charla con usted, y le pongo un 28 a la cámara, es una cosa. Si utilizo un 'tele', con usted y yo, de un 110, estaré contando otra historia; la descomposición de los universos, por ejemplo... Cuando hago cine no voy buscando la realidad, voy buscando otras cosas; voy buscando creaciones de un universo distinto. Creas esos universos y es maravilloso; cuando te metes en esos mundos, ¡uf! te puedes perder».
Por contra -sigue Banderas mientras ilusiona la mirada cada vez más-, «en 'Company', curiosamente, he tendido a buscar los momentos cinematográficos. Por ejemplo, tengo una pelea increíble con el sonido porque quiero a veces hablar en primer plano. Hay una escena, en la que se canta 'Cien persona más', que empieza muy arriba y que terminamos en muy poco espacio de tiempo. Y necesitaba de esa cosa cinematográfica de susurro». Y musita, para ejemplificar, de manera casi imperceptible: «¿Casarte? ¿Te has enamorado así, de repente?». Sigue. «Esas cosas, lanzadas a la antigua: '¿Te has enamorado así, de repente?' -repite mientras engola exageradamente la voz-, ya no funcionan. El teatro musical, afortunadamente, te permite tener micrófonos y matizar. Y nosotros hemos trabajado mucho en ese sentido».
De su personaje, Robert -un obstinado solterón que empieza a plantearse las desventajas de su soledad deseada-, dice que tiene un magnetismo «casi repugnante». «En la canción 'Side by Side', sus amigos dicen que él es el mejor psicólogo, que lleva a sus niños al zoo, que prepara no sé qué cosas... Es una especie de adulación, ya digo, repugnante, al personaje». Y Antonio Banderas, reconoce, no lo entendía. Y entonces me acordé de Picasso y de la atracción que causaba. Y pensé que el escenario tenía que ser redondo, y los personajes serían como planetas o átomos girando en torno al protagonista, el núcleo». La propuesta de montaje que Antonio Banderas envió a Sondheim y sus representantes, que velan porque sus obras se pongan en pie con la calidad suficiente, fue por esta vereda; «con el background de Nueva York y el tiempo, pero aplicado a la música».
«Busca dentro de las piedras»
Pero el actor baja la cabeza. «Cometí un error -confiesa-, le cambié la estructura, porque no entendía que la escena de la boda estuviera antes de la escena del desayuno del día de la boda. Se casa Amy y a continuación hay una escena en que está desayunando con su novio, se pelean y ella le larga de la casa. ¡Pero si ya hemos visto la boda! Sondheim me abrió los ojos y me envió una nota tan enigmática como toda su obra. 'Busca debajo de las piedras'. Él era matemático e incluso escribió los crucigramas del 'New York Times' durante un tiempo con un seudónimo. Así entonces me puse a eso, a buscar debajo de las piedras. Y me di cuenta de que esa escena no estaba pasando, que era producto de la neurosis de Amy, que crea esa boda absurda...» «Hay muchos enigmas dentro de la obra -concluye después de un breve silencio-. Alguno, como la presencia constante del número 3, no lo he podido resolver todavía».
La conversación se torna una catarata en la que Antonio Banderas habla con entusiasmo torrencial de otros enigmas de la obra y de cómo se ha acercado a ellos. «He jugado con todos esos pequeños elementos y ha sido como ir cosiendo un bordado muy raro, un tanto surrealista. Está claro que disfruta una barbaridad dirigiendo. «Me gusta mucho y me gusta mucho trabajar con actores, porque descubro cosas, problemas que yo no he sabido resolver como actor, porque no he tenido la objetividad de verme desde fuera; cuando trabajo con actores y los veo desde fuera sí puedo tener esa objetividad».
«Los zapatos, tío»
No se resiste a recordar una escena de 'El camino de los ingleses' en la que trabajó con el desaparecido Juan Diego. «Lo he contado en alguna ocasión. Era una escena después de una especie de fiesta-orgía, de la que el personaje de Juan se despertaba por el grito de alguien que decía que Fonseca, una de sus queridas, se había matado. Durante el rodaje, a la chica que interpretaba a Fonseca se le había roto un tacón y lo había incorporado. Juan quería llorar en esa escena en que escuchaba que se había muerto. Yo le decía que no era necesario, pero insistió. Y entonces pensé en algo que me había pasado a mí; cuando falleció mi padre, yo aguanté bien el tirón de la muerte hasta que por la noche me encuentro su cinturón en un cajón; fue el detonante, y ahí se fue todo. Así que empezamos a rodar la escena, y antes de darle acción le digo: 'Juan, los zapatos' '¿Qué pasa con los zapatos?, me pregunta. 'Que se los regalaste tú, tío'. Y entró en cámara, vio el tacón roto y se pegó una panzada a llorar increíble».
«Me gusta mucho -sigue Banderas- observar y descubrir a través de la dirección la cantidad de formas que hay de llegar a las emociones y que no son las que uno puede pensar. Si nos empeñamos mucho en hacer llorar, es muy difícil que cuele, todo el mundo está ya muy raspado. A la gente hay que apuñalarla casi por detrás y no como les digan. Si les dices: 'Quiero que te rías', no se ríen; 'quiero que llores'. No lloran. Hay que jugar otros juegos para llegar ahí. De verdad.
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Hace casi treinta y cinco años que Antonio Banderas no se subía a un escenario en Madrid -y apenas lo ha hecho en tres décadas-. Resulta complicado imaginar cómo ha podido estar tanto tiempo sin las tablas. «Ha sido difícil. Siempre he dicho que el teatro ha sido como una mujer que me ha querido mucho y a la que yo he abandonado». Y se excusa. «La presión de Hollywood es muy fuerte. Hay mucho dinero de por medio, muchos intereses, muchas comisiones...»
Nunca es tarde. Y ahora puede hacer el teatro que quiere hacer. «Le estoy muy agradecido a la vida... Pero cuidado, no todo van a ser musicales», se despide.
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