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'Tosca' en el Teatro Real, un festival de bises

Sondra Radvanovsky ha repetido seis veces su 'Vissi d'arte', y Jonas Kaufmann en dos ocasiones 'E lucevan le stelle'

Sondra Radvanovsky y Jonas Kaufmann, en 'Tosca' Javier del Real
Julio Bravo

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Hoy concluyen las representaciones de ' Tosca ', la ópera de Puccini con la que el Teatro Real ha cerrado a lo grande esta comprometida temporada, la primera condicionada por la pandemia. Las funciones, protagonizadas por varios repartos estelares, será recordada seguramente como 'la Tosca de los bises'. La soprano estadounidense Sondra Radvanovsky repitió en seis ocasiones (cantó en siete funciones) su aria 'Vissi d'arte' y el tenor alemán Jonas Kaufmann hizo lo propio con 'E lucevan le stelle' en las dos funciones que interpretó.

La RAE define así el término 'Bis', en una de sus acepciones: «En un concierto o en un espectáculo teatral, pieza o fragmento, a veces repetición de algo interpretado antes , que se ofrece fuera de programa para responder a los aplausos o a la petición del público».

En la ópera, un bis debe ser un hecho extraordinario , y así lo deben entender los espectadores, el director de orquesta -que lo autoriza- y el cantante -que accede a la repetición-. Pero en el Teatro Real se ha convertido en las últimas temporadas en un hecho más o menos cotidiano.

Desde su reinauguración en 1997 hasta el primer bis -que protagonizó Leo Nucci después de interpretar junto a Patricia Ciofi el aria 'Sí, vendetta, tremenda vendetta', de la ópera 'Rigoletto'- transcurrieron doce años; los mismos que desde ese momento hasta ahora, con la diferencia de que se han producido en este tiempo una docena de bises: Javier Camarena en 2014 ('A mes amis', de 'La fille du régiment'), Leo Nucci en 2015 (nuevamente en el aria de 'Rigoletto', esta vez junto a Olga Peretyatko); Javier Camarena, Lisette Oropesa y otros cuatro solistas en 2018 (el sexteto de 'Lucia di Lammermoor'); por tercera vez, Javier Camarena en 2019 ('Una furtiva lagrima', de 'L'elisir d'amore', de la que interpretó una única función; por segunda ocasión Lisette Oropesa en 2020 ('Addio del passato', de 'La traviata'); y, finalmente, los bises de Sondra Radvanovsky y Jonas Kaufmann ya mencionados. En las últimas cuatro temporadas, por tanto, siempre ha habido bises... Aunque nunca tantos como en la que acaba de terminar.

El 'bis' es un regalo de los cantantes al público. En los recitales es algo ya habitual, y los bises son una prolongación del programa. Sin embargo, en la ópera son -y así debe ser- algo excepciona l, la respuesta a una interpretación fuera de lo común. Son, además, algo propio de otros tiempos, cuando en la ópera no tenía importancia alguna el hecho teatral. Arturo Toscanini prohibió los bises en la Scala de Milán porque rompían el clima dramático de la ópera después de que Fiodor Chaliapin , en 1933, repitiera el aria de la Calumnia en 'Il barbiere di Siviglia'. En 1987, el tenor peruano Juan Diego Flórez rompió la tradición al bisar el aria 'A mes amis', de 'La fille du régiment' (el Coro de la Scala ya había concedido un bis en tres ocasiones: 1984, 1986 y 1996, dos de ellas con el inevitable 'Va pensiero', de Nabucco, pero ningún cantante se había atrevido a desafiar al sector más rancio y pétreo del teatro milanés). «No sabía que en la Scala estaba desterrada la costumbre del bis -explicó en su día a ABC-... Yo había ya repetido el aria en Génova, en Bolonia, en Lecce, en Japón, así que pensé que podía ocurrir lo mismo en la Scala. Mi representante, Ernesto Palacio, habló con la dirección artística del teatro y le dijeron que podía conceder el bis en el caso de que hubiera un 'aplauso entusiasmante'».

La clave la ha dado el director de orquesta granadino Pablo Heras-Casado -principal director invitado del Teatro Real-, cuando dice que «un bis debe mantenerse como algo excepcional. Cuando se convierte en una rutina, cuando el público acude con la intención de presenciar uno, termina provocando esta impresión de cosa preparada».

Y es que alguno de los bises del Teatro Real fue alentado por un grupo de espectadores. Antes de la repetición, hace un año, de 'Addio del passato' por parte de la soprano estadounidense Lisette Oropesa, se repartió entre el público una nota en la que se leía: «Somos seguidores de Lisette, vamos a pedir un 'bis' en el aria 'Addio del passato' del tercer acto porque Lisette se lo merece». La cantante aseguraba al día siguiente a ABC que no era esto lo que le había llevado a bisar el aria en su segunda función de 'La taraviata'. «El sábado los aplausos no fueron tan intensos, y no sentí lo que sentí el martes. No fue algo planeado, fue la respuesta a la reacción del público. Un bis no es algo que se compra».

Lisette Oropesa añadía: Sé que hay gente que está en contra de los bises, pero no hay que olvidar que nosotros cantamos para el público, nos debemos a los espectadores , les servimos a ellos. Nos exigen un bis y es una bendición poder ofrecerlo. Yo me encontraba anímica y físicamente bien para hacerlo. Además, era mi última función; si no, tal vez no lo hubiera hecho».

Sin llegar al extremo de prohibirlos como Toscanini, sí son muchos los teatros que 'recomiendan' a sus artistas que no bisen . Es indudable que ante una respuesta entusiasta, constante y unánime en el aplauso es difícil resistirse, pero también es cierto que algunos cantantes no se hacen de rogar y que parte del público (en el Teatro Real no siempre ha habido la unanimidad 'exigida' para un bis) está deseando asistir a una 'función histórica' con bis incluido . Al Teatro Real le convendría intentar controlar de alguna manera el uso de los bises para no perder el prestigio que le ha llevado a convertirse en 'el mejor teatro de ópera del mundo'.

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