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ABC Cultural

Tavernier se enreda en los pantanos de Louisiana

El cine de intriga fue el protagonista del día, con tres películas en competición por el Oso de Oro, cuya máxima pretensión era mantener al espectador ocupado en descubrir los enredos de la trama. Películas que tenían tanto que ver entre ellas como sus directores o sus países de procedencia: una iraní, de Asghar Farhadi; otra alemana, de Hans-Christian Schmid, y otra francesa pero rodada en los manglares de Louisiana tras el paso del huracán Katrina, de Bertrand Tavernier. Y que vistas en conjunto podrían servir para elaborar alguna teoría inservible sobre las diversas naturalezas del suspense sostenible.

De ellas, el misterio que resultaba más impenetrable era uno doble que planteaba la película iraní, cucamente titulada «About Elly», pues a la pregunta de ¿se ha ahogado la joven Elly en el mar?, te respondía algo así como «sí, pero eso es lo de menos, lo importante era si había cometido el delito de haber pretendido conocer a otro hombre sin advertirle de que tenía un compromiso matrimonial». El más interesante resultaba, en cambio, el de la película alemana: ¿Podrá o no echarle el guante el Tribunal de La Haya al general serbio Goran Duric, acusado de crímenes de guerra contra la población civil bosnia? Y, sin duda, el más decepcionante de los tres fue el suspense impostado de la película «In the electric mist», un «thriller» de recuelo firmado por Bertrand Tavernier en el que Tommy Lee Jones hace el papel de... ¡sorpréndanse!... un policía veterano y agotado que persigue a lo que parece un tarado asesino múltiple.

Las cartas sobre la mesa

Bien, ya están todas las cartas sobre la mesa. Barajamos y repartimos de nuevo.

Todo en «In the electric mist» tiene voz de falsete: el narrador en «off» que dice frases que ruborizarían al bardo de Astérix; los personajes del primero al último, aunque especialmente el de John Goodman, que está literalmente para no cobrar; las relaciones entre ellos, más bailadas que el «Only you», con la familia paciente del policía, y con sus espectros de la guerra de Secesión, y no entraremos en la chapuza de desenlace por si alguien tiene entre su proyectos el verla. Definitivamente, no ha encontrado Tavernier la tecla apropiada para que le saliera «negra» su historia.

La de Hans-Christian Schmid, «Storm», no sólo es negra sino que encima no deja que entre ni el menor rayo de esperanzadora luz: en ese eterno debate entre la Ley y la Justicia, en lo tocante al ámbito internacional y concretamente al Tribunal de la Haya, la película es tajante y deprimente, pues el apaño, el intercambio de esto por aquello, los intereses nacionales, políticos o coyunturales pesan más que el deseo de hacer justicia, con minúscula, es decir, satisfacer a la persona, a la víctima. La trama la sostienen dos espléndidas actrices, Kerry Fox («Intimacy») y Anamaria Marinca («4 meses, 3 semanas y 2 días»), una es la fiscal, la encargada de acorralar a la bestia, y la otra, la víctima, el recipiente de la historia tremenda que busca un lugar por el que salir a la luz.

Kilos de perplejidad

«About Elly», la iraní, rodada a pulso, y no muy firme, por Asghar Farhadi, proporciona kilos de perplejidad al ver el modo en el que cambia una situación dramática: una joven desaparece y probablemente se ha ahogado, por otra trágica: pasaba un día de playa con tres matrimonios, sus hijos y un familiar separado que busca una nueva mujer, y la joven Elly cuando la invitaron al «conocimiento» no había dicho (o sí) que estaba comprometida con otro hombre, lo cual convierte en delito su cándida presencia en ese lugar.

Los ojos del espectador han de amoldarse, pues, a dos situaciones difíciles de asimilar: esa especie de Dogma iraní que practica Farhadi, con gran revuelo de personajes, diálogos y movimientos, y al revestimiento moral de la historia, que suena candoroso en este mundo en el que la palabra «compromiso» sólo se usa para los que cantan con guitarra.

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