Rubén Amoretti, el tenor que se convirtió en bajo por culpa de un tumor cerebral
El cantante burgalés, que acaba de participar en 'La tabernera del puerto' en el Teatro de la Zarzuela, padecía una acromegalia que provocaba el crecimiento continuo de sus cuerdas vocales
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Iniciar sesiónRubén Amoretti se aficionó a la ópera en el Teatro de la Zarzuela. Cantaba en una banda de rock, en su Burgos natal; de ahí pasó a los boleros, los tangos y a la tuna. Alguien le dijo que tenía voz de tenor, ... y su padre, cantante aficionado, le pagó el billete a Madrid para escuchar una ópera. El bautismo no pudo ser mejor: 'Los cuentos de Hoffmann', con Alfredo Kraus como protagonista. «Me quedé alucinado». Tenía 23 años y dos más tarde de aquella experiencia empezó a estudiar canto. «Intenté hacerlo en Madrid, pero era un poco golfete y estaba todo el día de fiesta -confiesa el cantante-, así que me fui a Suiza. Me vino muy bien».
Por aquel entonces, Rubén Amoretti era tenor lírico-ligero (la voz masculina prácticamente más fina y aguda), y empezaba una carrera prometedora dentro de esa cuerda. Alexander Pereira le contrató en la Ópera de Zúrich, y trabajó con los mejores cantantes y directores de la ópera. Pero... «Yo notaba que me dolían mucho las articulaciones y la cabeza -relata Amoretti-. Nicolai Gedda , con el que solía estudiar en aquella época, me decía que mi voz se estaba abaritonando... Llegaba sin mayor esfuerzo hasta el Re sobreagudo, pero empecé a tener problemas ya en el segundo año de estancia en Zúrich y a perder notas agudas».
Y es que, sin saberlo, el cantante padecía acromegalia, una enfermedad debida a la excesiva secreción de hormona del crecimiento . «La padecemos tres de cada un millón de personas. Si la padeces desde que naces, se llama gigantismo, y si la desarrollas a partir de los 18 años, que es cuando los hombres dejamos de producir hormonas de crecimiento, se llama acromegalia». La razón era que tenía, sigue contando Rubén Amoretti, «un tumor en el cerebro, en la hipófisis. La consecuencia es que todo sigue creciendo, en distintos grados según cada persona; la mandíbula, la nariz... En mi caso se produjo a nivel interno, y las cuerdas vocales , que en los tenores son más pequeñas y en los bajos más grandes, seguían creciendo. Era muy gradual, pero al final perdía medio tono cada semana; también ganaba graves, pero yo no lo sabía. Me estaba volviendo loco y tuve que dejarlo».
Fue una época terrible, recuerda Amoretti, pues a la situación anímica y económica que supuso su retirada y se unió su divorcio y la muerte de su madre. «No sabía qué iba a ser de mi, no sabía qué hacer». El cantante se rehizo y formó un grupo de tango; «empecé a dar conciertos y a dar clases. Me fue bien con mi grupo e hicimos varios viajes». Precisamente en uno de ellos, en Venecia, se sentó al piano en el hotel y empezó a hacer escalas... « Me di cuenta de que llegaba hasta el Do por abajo, una nota que incluso muchos bajos no tienen. Llamé a mi amigo Roberto Alagna a las seis de la mañana para contarle que creía que era barítono. Nos vimos unos días después y me dijo que no, que era bajo».
Con su 'nueva' voz, quiso reemprender su carrera, pero no resultó fácil. No conseguía que los teatros le escucharan. Hasta que un director argentino le contrató para cantar la ' Petite Messe Solennelle '. Un espectador de aquel concierto, médico, se le acercó. Le había visto como tenor y estaba sorprendido. «Su caso es físicamente imposible, me dijo -recuerda Amoretti-. Me preguntó si me dolían las articulaciones y la cabeza y me diagnosticó: creo que usted tiene un tumor en la cabeza».
El espectador tenía razón. «Me hice un escáner y apareció el tumor. Me recomendaron que me operara porque si no el corazón iba a seguir creciendo y moriría pronto. Yo no quería operarme , y estuve dos años con tratamiento hasta que no quedó más remedio porque empezaba a ser peligroso». Cuando se despertó tras la operación, «lo primero que hice fue probar mi voz para comprobar si seguía teniéndola».
Le costó mucho volver a entrar en el circuito, pero poco a poco fue regresando a los teatros. «El director de la Ópera de Lausana me dio la primera oportunidad hace catorce años, con el Monterone de ' Rigoletto ', un papel no muy grande. Estuve año y medio cantando 'monterones' pero poco a poco fui subiendo escalones hasta este momento».
La adaptación no fue fácil. « Un día rompí a puñetazos un piano porque no me salía algún pasaje -reconoce-; la acromegalia te provoca cambios hormonales y yo estaba muy irritable. Así que empecé a darle golpes y acabé en el suelo con el piano destrozado... Delante de mi hijo de cuatro años, al que no había visto». Es un episodio que aparecerá en la película que está previsto que se ruede sobre su vida. «Un guionista en Estados Unidos, Gregory Jordan , quería escribir un libro sobre mi caso, y le conté todo... Pero todo. Entonces me dijo que eso era una película, porque era una caída a los infiernos y una historia de superación. Parece ser que se rodará en primavera del año que viene, y será una coproducción entre España y Estados Unidos».
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