Leo Nucci, el eterno «bufón jorobado»
Existía gran expectación hacia la llegada de Leo Nucci al Teatro Real para cantar una de las funciones de «Rigoletto», de Verdi. El barítono que ha llevado pegado a su piel y su garganta el papel del bufón jorobado -«sin ella no se entiende ... el personaje», afirma- y cojo durante más de 35 años (en el primero su esposa estaba embaraza y en el último tiene ya dos nietos) era la gran estrella de la función del día 22 de junio (la 433 de este personaje para él) y la número 16 de este montaje ideado por Monique Wagemakers. Sin embargo, los más agoreros habían vaticinado la cancelación del cantante ante un montaje moderno -Nucci no siente gran aprecio por los directores de escena a los que califica de «abusones y arrogantes»- de la gran obra de Verdi, pero no fue así. El 19 de junio llegaba a Madrid para trabajar con el director musical, Roberto Abbado, y el 20 veía la función en el Real. Con ello rompía las directrices marcadas por la directora de escena que había exigido la presencia de los cantantes durante todos los ensayos al tratarse de una escenografía técnicamente complicada.
Constelación de cantantes
Pero es que Nucci ya pertenece a esa costelación de cantantes -que tan poco le gustan a
Leo Nucci, que desde su debut en Spoleto en 1967 ha llevado por el mundo personajes como Fígaro en «El barbero de Sevilla», el Doctor Malatesta en «Don Pasquale» o Iago en «Otello», y ha tenido compañeros de viaje como el tenor Alfredo Kraus, con el que interpretó «Rigoletto» en 1987 -«él era verdadero arte»-, se despidió de Madrid ayer con la resaca del éxito y la emoción de la noche anterior. Ahora le esperan Verona y unas vacaciones. En el Teatro Real mientras tanto celebraba ayer haber copado páginas y titulares de los medios de comunicación por motivos positivos, tras un año de cambios y polémicas. El lunes triunfó el arte y la música dejando para la posteridad una noche inolvidable de ópera.
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