«No hay que ser alemán para pensar, hemos de sacudirnos ese complejo»

«La figura de Hanna Arendt , una mujer que se definió como 'radicalmente libre', me fascina -confiesa Karina Garantivá-, y quería tener una conversación con una mujer que convirtió el pensamiento, algo en principio contemplativo y pasivo, en algo muy activo». En 1961, Hanna Arendt, en Estados Unidos desde veinte años atrás, cubrió como reportera de la revista ' New Yorker ' el juicio seguido en Jerusalén contra el nazi Adolf Eichmann , secuestrado por el Mossad (los servicios de inteligencia israelí). «Arendt pensó que era una oportunidad para reconciliarse con su pasado, y se iba a enfrentar cara a cara con un criminal, la representación del mal. Pero al ver a Eichman no vio a ese ser maligno, sino a un funcionario, a un ser que, por alguna razón, tomó la decisión de cumplir con su trabajo sin pensar en las consecuencias. Escribió ' La banalidad del mal ', donde se reflexiona sobre el mal no como consecuencia del odio sino de dejar de pensar. Es una cuestión que a mí me interpela también y me ha llevado a crear este proyecto».

Vivimos -coinciden Caballero y Garantivá- unos tiempos de amenaza global en los que conviene poner sobre la mesa las preguntas importantes que como sociedad debemos hacernos: ¿qué es lo que interesa que se salve de la humanidad? 'Hannah Arendt en tiempos de oscuridad' es, orgullosamente, teatro de ideas . Reflexiona el director de escena: «En una sociedad como la nuestra, que se ha ido haciendo más comodona, menos remisa al ejercicio físico que al ejercicio mental, existe una cierta cultura del entretenimiento, y se está perdiendo el placer de pensar. Yo no sé si se puede opinar de todo en nuestros días; lo que sí está claro es que hay asuntos que no están en el debate de la conversación, y el teatro tiene la posibilidad de sacar a la palestra asuntos sobre los que no se opina, y eso es muy estimulante».

« Tenemos el prejuicio en España de que para pensar hay que ser alemán -apunta Karina Garantivá-, y hemos de sacudirnos ese complejo, porque en España también se piensa y las nuevas generaciones están ávidas de pensamiento». «Al hilo de esto que dices -interviene Caballero-, hay una frase poco conocida de la propia Hanna Arendt que dice que hay mucha más filosofía en una historia bien narrada que en un ensayo filosófico. Y esto lo hemos tenido muy presente en ' Teatro urgente '».

La obra arranca en Königsberg, la ciudad alemana en la que nació Hanna Arendt, y en la que desde muy joven se inició en el arte y la política. Viaja después hasta Berlín, París y Nueva York. «Como judía -dice la autora-, asiste al ascenso imparable del antisemitismo y consigue huir de Alemania justo antes de que Hitler llegue a consumar su ominoso programa de exterminio»; la historia se cierra en Jerusalén, en el antes citado juicio contra el criminal de guerra Adolf Eichmann. «El texto es fundamentalmente mío -explica Garantivá-, y hay citas de ella, pero no literales; todo, en cualquier caso, está pasado por un tamiz que busca hacerlo asequible».

Ernesto Caballero ha diseñado una puesta en escena muy desnuda. « Cada vez me siento más en sintonía con esta poética escénica -reconoce el dramaturgo-. No es solo una cuestión de medios: 'El laberinto mágico' que monté el CDN, con todos los medios a mi alcance, era similar a éste. La base de este proyecto son la palabra y el actor, pero sin renunciar a la plástica, que se acomete desde otro lugar: el cuerpo de los actores, las atmósferas, la capacidad poética y metonímica de transformar cualquier objeto cotidiano y hacer de él un mundo...»

Hay otra razón para elegir esta filosofía de espectáculo, dice Karina Garantivá. «En el teatro actual los proyectos tienen que venir para lograr financiación con una cabeza de cartel, que puede o no ser un gran actor o una gran actriz. Yo estoy en contra de este modelo; hay jóvenes con mucho talento y, además, tenemos que apostar por el teatro de compañías. Nosotros apostamos por él; esa es una de las razones de que presentemos el escenario desnudo, preferimos destinar los pocos recursos con los que contamos a la compañía, a los actores. Antes que comprar un piano de cola o un suelo prefiero dar, como ya hemos hecho, una conferencia o un taller . Es importante que el dinero del teatro no vaya solo a los famosos y las grandes estructuras».