Magüi Mira regresa a Molly Bloom, su personaje fetiche
La actriz y directora interpreta, 42 años después de hacerlo por primera vez, la versión teatral del monólogo final del 'Ulises', de Joyce
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Iniciar sesiónEl 2 de febrero de 1922 -en algo más de dos semanas se cumplirán cien años- se publicó ' Ulises ', una novela del irlandés James Joyce que es uno de los textos más significativos, por su particular forma, de la narrativa contemporánea. ... Su protagonista es Leopold Bloom -a quien algunos estudiosos señalan como el alter ego del autor-, y en el relato se cuenta su vida en Dublín durante el 16 de junio de 1904, Uno de los personajes de la novela, conectada con la 'Odisea', de Homero, es Molly Bloom, la esposa del protagonista, que ocupa el episodio final del libro, titulado 'Penélope', con un profuso monólogo interior en el que se describen sus pensamientos a lo largo de ocho larguísimas oraciones escritas sin signos de puntuación.
«¿Qué es una mujer?, se preguntaba seguramente James Joyce cuando escribió el último capítulo de su 'Ulises'. 24.000 palabras. Sin puntos ni comas . Y cómo un hombre osado entró en el pensamiento de Molly. Pensamiento que definió arrollador y tembloroso de pura contradicción. Y cuando consiguió publicarlo en 1922, hoy hace 100 años, sus lectores se dieron de bruces con una Molly inabarcable, inclasificable, una mujer que no podían encapsular, como tampoco a la condición femenina».
Son palabras de la actriz y directora Magüi Mira , a quien ha acompañado este texto desde que estrenara, a finales de enero de 1980, la adaptación teatral que hizo de él José Sanchis Sinisterra . Desde entonces, Magüi Mira ha vuelto en varias ocasiones a este personaje, sin duda uno de los más significativos de su carrera. Y lo ha retomado ahora de nuevo, con motivo del centenario de la novela. La intérprete comparte versión y dirección con Marta Torres , en un espectáculo que cuenta con la iluminación de José Manuel Guerra y el vestuario de Helena Sanchís. Estará en el Teatro Quique San Francisco hasta el 6 de febrero.
En junio de 2004 Magüi Mira regresó a 'Molly Bloom'. «El personaje es el mismo -decía a ABC entonces-, porque no se puede mejorar el texto de Joyce, pero la actriz ha cambiado. Por mí han pasado muchas cosas y ahora entiendo mejor al personaje , cómo puede ser su soledad, su reacción ante el mundo de la doble moral -no solo sexual, sino política y social- de su época, que hoy sigue existiendo y es patética. Me ha costado más comprender su ignorancia. Éste es un peaje que hemos pagado durante siglos, como una epidemia, aunque Molly Bloom alberga una ingenuidad que es parte de su personalidad, ya que ella no hace nada por vencerla».
Han pasado otros dieciocho años y Magüi Mira ha consolidado en este tiempo su carrera como directora, que ha ampliado si cabe su mirada de actriz. Entre sus últimos trabajos figuran ' Adiós, dueño mío ', de María Zayas (en versión de Emilio Hernández); ' Los mojigatos ', de Anthony Neilson; y ' El abrazo ', de Christina Herrström -las dos últimas con versión de la propia Mira-. Para la actriz valenciana, 'Molly Bloom' no ha perdido frescura.
«Hoy las palabras de Molly Bloom permanecen intactas, pero el mundo se mueve y se transforma -dice Magüi Mira-. Ahora puedo entender su resignación como una generosa aceptación del deseo insatisfecho de ser amada. Molly acepta la vida de mujer que sostiene el mundo, fuerza imparable de la madre naturaleza, de la madre tierra. Molly es un espíritu libre y puro, que no se somete al control y al abuso masculino . Molly es una voz directa y limpia que habla de otra vida posible en la que quiere su espacio. Molly tiene los ojos cansados de las mujeres que han transitado años de su vida, la vida de las mujeres hembras que amamos, parimos, y amamantamos a hijos, padres, amantes... Molly dice sí a la vida. Con un humor más descarado y sabio. Y por eso, hoy, su capacidad de provocación es más impactante. De ahí nace su apabullante belleza».
«Sí dije sí quiero Sí», es la última frase de Molly Bloom y de la novela. En ella, añade Marta Torres, Joyce dotó, de manera escandalosa, a su protagonista «de características que rompían los límites que eran (¿y son?) permitidos a la mujer». «Una mujer casada no podía pensar así -aporta Maguï Mira-. Se horrorizaron ante la desvergüenza de una mujer que recorría las calles de su vida a tropezones, vida que ella sabía inexplicablemente injusta. Sus gritos conmovedores, por la urgente necesidad de oxígeno limpio, zarandearon el alma de muchas mujeres y de muchos hombres que entonces leyeron ávidamente la novela».
«En su monólogo -completa Marta Torres-, Molly Bloom, una mujer que espera el regreso de su marido, expresa su pensamiento más íntimo, tan íntimo que está cerca del inconsciente . Molly reproduce el pensamiento en el momento en el que surge sin la organización lógica que tiene la expresión verbal. Molly no se confiesa, Molly se recrea, duda, recuerda, siente, late. Molly piensa. Si Leopold Bloom es un equivalente al 'Ulises' de Homero, su esposa es la representación de Penélope siendo todo lo contrario al mito griego. Molly tiene una aventura amorosa y se recrea en imaginarios encuentros sexuales».
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