La lucha de la zarzuela por ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial

Tres años después de que el Gobierno le encargara el informe preceptivo al mayor experto de España, el proyecto para proteger la zarzuela sigue en el limbo, víctima del cambio de gobierno y de una reforma de la Ley de Patrimonio Histórico que no la menciona expresamente, como sí hace con otras expresiones culturales como la cinematografía.

Emilio Casares , catedrático emérito de Musicología en la Universidad Complutense de Madrid y autor de aquel informe, asegura que las treinta y cinco páginas que escribió entraron en registro y fueron validado por al menos un experto, pero con la llegada del PSOE el proyecto encalló. «No sabemos si hay desidia o si hay algo más», lamenta.

«No hay nada en la música de España que se aproxime a la importancia de la zarzuela, un género que llena toda la hispanidad desde el siglo XVII hasta nuestros días. Es un espectáculo singular que une teatro y música. El Teatro de la Zarzuela es un edificio único en el mundo, el único construido para representar zarzuelas, y no otros».

Para proteger este patrimonio, Casares y otros catedráticos de Musicología de diversas universidades españolas enviaron en noviembre de 2020 una carta al exministro Uribes en la que le recordaban la importancia de que la zarzuela sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Esta es una categoría que otorga la Unesco a iniciativa de los Estados, pero la zarzuela ni siquiera está protegida por la figura de la manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, la garantía que desde la Administración central se da a este tipo de bienes antes de que se les reconozca en el ámbito internacional. ¿Recogerá el guante Iceta?

Darle este amparo estatal al género de la zarzuela es lo que intentó hacer el PP en 2018, según las garantías de la Ley de salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial que aprobaron tres años antes, pero se quedaron por el camino. Al PP sí le dio tiempo a respaldar fenómenos como la Semana Santa, el Carnaval y la Trashumancia, y en 2019 el Gobierno socialista hizo lo propio con la cultura del esparto o el toque manual de campanas.

La última manifestación cultural en sumarse a esta categoría ha sido la técnica del vidrio soplado , que desde el 6 de agosto goza de este amparo. Según el decreto publicado en el BOE, la técnica del vidrio soplado, junto a los procesos, conocimientos, productos, instrumental y maquinaria asociada, así como los espacios arquitectónicos que le son inherentes presenta un conjunto de valores históricos, inmateriales, tecnológicos y artísticos.

Del expediente de la zarzuela, en cambio, se sabe lo mismo que de la respuesta de Cultura a la reclamación de los musicólogos: nada. ¿Por qué consideran Casares y los catedráticos firmantes que obras como 'El barberillo de Lavapiés' merecen esa distinción?

Porque esta música «define con toda propiedad lo que podríamos considerar el 'yo musical' de España, en tanto que nade del pueblo, al que sirve, y recoge músicas hispanas y europeas, urbanas y rurales, canto popular junto a belcanto, bailes tradicionales y refinadas danzas urbanas extranjeras».

Porque «ha empapado nuestra historia y nuestras visicitudes políticas, y para hacerlo inventó un idioma musical y un género que sale de la misma entraña del pueblo, lleno de arte y de gracia». España, con cerca de nueve mil zarzuelas catalogadas, es el país que más lírica ha producido, más incluso que Italia.

Los firmantes argumentan que la zarzuela se ha representado en todos las lenguas de España y que su reconocimiento como patrimonio cultural inmaterial «tendría un efecto positivo en cuanto al conocimiento y valoración» de un género «siempre abocado a vivir en permanente riesgo debido a la falta de defensas administrativas y estructurales».

El amparo exigido contribuiría también a la recuperación y difusión de cientos de obras caídas en el olvido, permitiría desarrollar planes para difundir las obras en el extranjero y se impulsarían acciones para «salvaguardar el género y actuar en los archivos» que, salvo los de la SGAE y la Biblioteca Nacional de España, apenas gozan de recursos.

Para Emilio Casares, es fundamental que el Teatro de la Zarzuela no se convierta en un teatro de ópera, y para ello reclama que la sala sea también declarada patrimonio cultural. Impulsado por los compositores Barbieri y Gaztambide, el libretista Luis Olona y el cantante Francisco Salas , fue concebido según las exigencias del género, y en él «se escribió la parte fundamental de su historia en todas sus variantes: zarzuela grande, género chico, opereta y género ínfimo». A su juicio, el Teatro de la Zarzuela nunca debería apartarse de su actividad principal. Solo así, concluye en su misiva, «se saldaría una deuda histórica con nuestro patrimonio lírico musical».