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El legado de Víctor Ullate

El maestro y coreógrafo aragonés celebra con «30 años de danza» el trabajo de tres décadas de su compañía

«Burka» de Víctor Ullate ABC
Julio Bravo

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El nacimiento, hace treinta años, del Ballet de Víctor Ullate con un jovencísimo elenco procedente por completo de su escuela supuso una necesaria bocanada de aire fresco. Era una vía alternativa al involuntario monopolio del entonces Ballet del Teatro Lírico (hoy Compañía Nacional de Danza) y una ventana abierta a las corrientes centroeuropeas que entonces mandaban en la danza contemporánea. Treinta años después, la labor del maestro y coreógrafo aragonés y de su compañía sigue siendo uno de los escasos sostenes de la danza clásica en nuestro país.

La celebración del trigésimo aniversario de la compañía, por tanto, está más que justificada; máxime cuando vive momentos de transición, porque Ullate ha decidido echarse a un lado –yo me resisto a creer que quiera retirarse– y poner al conjunto en manos de la que es una de las grandes estrellas de la danza internacional y que, como otras muchas, nació en las aulas de la escuela de Víctor Ullate: la donostiarra Lucía Lacarra .

Y para celebrar estas tres décadas, Ullate ha elaborado, con la ayuda de su mano derecha y su pareja desde hace muchos años, Eduardo Lao , un espectáculo antológico de su trabajo al frente de la compañía. En él se revisan coreografías como « Tras el espejo », « Samsara », « Coppelia », « Carmen » o « Wonderland ». La compañía muestra su excepcional talento y forma, con indivualidades de muchos quilates, entre las que destaca, naturalmente, la maravillosa Lucía Lacarra, y el ovacionado espectáculo tiene el refinado envoltorio que ha sido siempre marca de la casa.

Pero quienes lo vean no se harán una idea cabal de lo que han sido estas tres décadas de danza en el Ballet de Víctor Ullate. Se echan de menos trabajos como « Jaleos » o « Arraigo », que tan profunda huella dejaron. Los primeros años solo están representados por un fragmento grupal de « Arrayan D’Araxa », de 1992; el resto son trabajos creados entre 1995 y 2017. Hay un decantamiento por piezas basadas en músicas percutivas y rítmicas , en las que las coreografías son las más «gimnásticas» -eso sí, excelentemente ejecutadas- de Ullate, y se echan de menos más momentos líricos como el paso a dos de «Carmen» . Con todo, una celebración a la altura del creador aragonés.

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