Dos horas de terror y mil años de mala suerte

J. M. CUÉLLAR

Una película de terror que da miedo. Rara avis en estos días. A veces se tropieza uno con un cristal roto en medio de una uniformidad de espejos y reflejos dorados de bisutería. Esta es una de esas ocasiones. A los cinco ... minutos de filmación uno se da cuenta de que las va a pasar canutas, de que hay más que el tomate y la degollación habitual por sistema. Ahí hay mal rollo de verdad y casi todo funciona, existen algunos flecos descosidos, hilados con punzadas de cristal, pero el tono general del filme es agónico y desesperante.

La atmósfera gore de la película, sombría, acaba rajándote los ojos en mil trozos cristalinos. Aja siempre ha sido un buen creador de ambientes, pero aquí lo ha rodeado todo de decorados infames, crudos, tenebrosos, y luego ha rematado el trabajo con un final talentoso.

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