La flexibilidad necesaria
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Iniciar sesiónLas compañías de ballet tienen hoy en día, inevitablemente, que ser flexibles en cuanto a repertorio y estilos. Se acabó (hace ya mucho tiempo, esto no es nuevo) lo de caminar en puntas únicamente por los clásicos. La Compañía Nacional de Danza asumió bajo la ... batuta de José Carlos Martínez esa filosofía, y Joaquín de Luz sigue el mismo camino. Tras el estreno, hace unos meses, de la nueva producción de 'Giselle', tocaba ahora sumergirse en el repertorio contemporáneo con un programa del que hay que destacar, por encima del resto, con la nueva vuelta de Nacho Duato a la compañía y con el estreno de uno de los coreógrafos con mayor talento del panorama coreográfico español: Antonio Ruz.
La comparecencia de la CND en los Teatros del Canal ha servido además para levantar el telón de Madrid en Danza en su nueva etapa bajo la dirección de Blanca Li, y para sentir, siquiera durante un par de horas. que el tiempo se había detenido y que la pandemia se había quedado fuera del teatro (mascarillas aparte).
'Remansos', la pieza de Nacho Duato que abrió el programa, se estrenó hace casi veintitrés años, pero se mantiene tan fresca como el primer día. Es una 'segunda versión' de 'Remanso', creada por el coreógrafo valenciano para el American Ballet Theatre en 1997, un trío masculino sobre los 'Valses poéticos' de Enrique Granados. Delicada, poética, acariciadora, esta obra muestra al Duato más lírico; la danza respira a la vez que las notas del piano de Granados para componer una pieza deliciosa que los solistas de la CND necesitan todavía interiorizar mejor para hacer de sus pasos notas musicales.
'Arriaga' se estrenó este pasado verano en el Festival de Música y Danza de Granada. Es un trabajo 'de la casa', coreografiado por Mar Aguiló (bailarina de la CND), Pino Alosa y Joaquín De Luz (director adjunto y director, respectivamente, del conjunto). Sobre varios de los cuartetos de Juan Crisóstomo Arriaga, los tres creadores tejen una pieza en la que cosen los estilos clásico y contemporáneo, las zapatillas de punta con los pies descalzos, en una obra que late con distintos ritmos, fluida y dinámica, aunque la mezcla no termine de cuajar.
Es una alegría que Antonio Ruz se incorpore al repertorio de la Compañía Nacional de Danza (ya lo había hecho al Ballet Nacional de España, mucho más alejado de su lenguaje). 'In Paradisum' es el título de su coreografía, una pieza que, explica el propio coreógrafo, «propone un diálogo entre la música sacra y la popular, entre lo sagrado y lo mundano, la colectividad y el individuo, y es una reflexión humanista sobre el concepto y la búsqueda de espiritualidad en la sociedad de nuestro tiempo». Sobre la elevada música polifónica de Tomás Luis de Victoria (que le otorga un carácter sacro) y la contemporánea de Pablo Martín Caminero, Ruz ha creado una pieza desigual, con momentos de una extraordinaria belleza formal (el final es arrebatadoramente hermoso, un cuadro de El Greco reinventado), que muestra la pelea del hombre entre su individualidad y su pertenencia a un grupo.
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