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El Festival de Almagro alzó el telón con los homenajes a Lluís Pasqual y Adolfo Marsillach

Un recuerdo noble y justo a dos hombres fundamentales en el teatro español de los últimos cincuenta años

Lluís Pasqual, con el premio Corral de Comedias de Almagro Pablo Lorente
Julio Bravo

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El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro ha alzado el telón de su 45ª edición con un ejercicio de nostalgia; mejor dicho, de memoria. El certamen que, según dijo Ignacio García , su director, es «inclusivo, feminista, plurilingüe y americanista», fue, en su jornada inaugural, también noble y justo en el recuerdo a dos hombres fundamentales en el teatro español de los últimos cincuenta años, y sin los que nuestra escena no hubiera avanzado con la velocidad con que lo ha hecho; Lluís Pasqual y Adolfo Marsillach . Al primero se le entregó el premio Corral de Comedias -de nuevo, y tras «dos años de destierro», en el propio espacio; y al segundo se le rindió homenaje en un espectáculo a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que él fundó en 1986.

En Almagro se recordaron aquellos años ochenta en que España comenzó su andadura hacia la modernidad. En 1981, Nuria Espert era una de las directoras del Centro Dramático Nacional . El viernes, sobre las tablas del Corral, la actriz recordaba la primera dirección que le encargó a un joven Lluís Pasqual: 'Otra Fedra, si gustáis', de Salvador Espríu ; a este montaje le sucedió, ya en el CDN, ' La hija del aire ', de Calderón de la Barca, el montaje con el que Pasqual pisó por primera vez Almagro (que protagonizó Ana Belén y en el que comenzó su carrera profesional como actor Antonio Banderas ).

Desde entonces, y como bien dijo Nuria Espert, «la pasión de Lluís por el teatro no ha dejado de crecer». El Teatre Lliure -que él mismo fundó-, el Centro Dramático Nacional, el Odéon-Théâtre de l'Europ e, y los innumerables teatros (también de ópera) que contaron con él pueden dejar constancia de ello. «Nos trajo riesgo, modernidad, talento, vanguardia, rigor... -dijo la periodista Rosana Torres -. Nos descubrió el siglo XXI en el año 1981, algo mágico que solo hemos tenido gracias a Lluís Pasqual».

El propio director catalán puso colofón al acto, en el que también intervinieron Daniel Reina , alcalde de Almagro; David Triguero , vicepresidente de la Diputación de Ciudad Real; Miquel Iceta , ministro de Cultura y Deporte; y Emiliano García Page , presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Comenzó su intervención Lluís Pasqual confesándose «profundamente abrumado» y con «rubor por subirse a un escenario para celebrar algo con lo que está pasando. Pero es mejor hacerlo antes de que alguien nos lo prohíba».

¿Cuándo canta Ana Belén?

Fueron las suyas unas palabras que trenzaron emoción, pasión y amenidad, y mostraron una vez más las excelentes dotes de narrador que tiene Lluís Pasqual. Recordó el director sus primeras lecturas, de la mano de la madre Paz y de una «osada profesora de Literatura del Instituto», para contar el «gracioso y accidentado» estreno sevillano de 'La hija del aire', uno de los montajes que ayudaron a cambiar la percepción de nuestro teatro clásico. Coincidía el estreno con la Feria de Abril, había más de 30 grados de calor y las mujeres, vestidas de faralaes, pasaban por el teatro antes de ir a la feria. «El ambiente era, cuando menos, rocambolesco», recordó Pasqual. «Al cabo de un rato se escuchó a una mujer preguntarle a un acomodador: ' ¿Cuándo canta Ana Belén? Y al responder que cantaba después un madrigal muy bonnito, dijo. '¡Niña, vámonos a la Feria!' A través de los boquetes en la parte trasera del teatro, además, se escuchaba un anuncio de aceite. 'El secreto está en la Y, la Y de Ybarra».

Con tono ya más serio y emocionado, dedicó Pasqual su premio a muchos amigos y a miles de profesionales con los que ha trabajado, pero sobre todo a los actores. «He aprendido fundamentalmente de ellos, de los actores y los cantantes. Mucho. Me ha motivado siempre a la hora de trabajar 'con quien' que 'el qué'. Dirigir no es mas que un acto de amor». Concluyó sin poder evitar las lágrimas al recordar a una de esas actrices de las que aprendió: Rosa María Sardá , que interpretó el último espectáculo que Pasqual ha dirigido en Almagro: 'El caballero de Olmedo'. «La última foto que nos hicimos juntos fue en este Corral de Comedias», recordó entre sollozos.

Los intérpretes de 'Adolfo Marsillach soy yo' Pablo Lorente

Casi sin solución de continuidad, y en el teatro que desde hace tres o cuatro años lleva su nombre, el antiguo Hospital de San Juan, la Compañía Nacional de Teatro Clásico rindió homenaje a su fundador, Adolfo Marsillach. Su figura trasciende esta compañía; fue un Leonardo de nuestro teatro: actor, director, autor, gestor... Y un hombre de una inteligencia y un talento extraordinarios. El espectáculo, ' Adolfo Marsillach soy yo ', es en realidad una lectura dramatizada envuelta en una elegante puesta en escena -aunque se echa de menos una imagen del homenajeado- dirigida por el actual director de la CNTC, Lluís Homar , Él mismo leyó junto a Nuria Espert, Carlos Hipólito, Natalia Huarte, Adriana Ozores y Blanca Marsillach -hija menor del homenajeado-, acompañados por la soprano María Hinojosa y el pianista Dani Espasa , una serie de textos escritos por Marsillach para diferentes publicaciones (fue durante muchos años agudo y brillante colaborador de ABC) y seleccionados por Xavier Albertí. En ellos, la mayoría reflexiones sobre el teatro -«debe ser una provocación inteligente», escribió- y, especialmente, sobre el teatro clásico y el verso, salpicados con cuestiones de la actualidad del momento en que los escribió -.«¿Entre Lope de Vega y Calderón nos vamos a quedar con Bill Gates?»-. En palabras de Lluís Homar, «son textos realmente hermosos que nos permiten ver la lucidez, inteligencia y vigencia de una mirada tan sabia y necesaria como la de Adolfo Marsillach. Los ocho intérpretes que participamos en el homenaje decimos los textos, sin recreaciones ni fragmentos de obras. Es como si fuera una noche con la parte más íntima de Adolfo. Hay unos textos que hablan de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Hay un momento que habla con su gato. Es algo muy sencillo e íntimo. Con el lema Adolfo Marsillach soy yo queremos transmitir que sus palabras son nuestras palabras».

Y efectivamente, en estos textos -en realidad la punta del iceberg de lo que era la personalidad de Adolfo Marsillach-, se transmite su agudeza, su ironía, su sentido del humor y su sabiduría. Todo ello acompañado por piezas musicales que de alguna manera están conectadas con él: el cuplé ' Comunist a', la habanera de 'Carmen ', el vals de Neptuno de ' El año pasado por agua' o las seguidillas de otra zarzuela, ' El chaleco blanco '.

Fue un hermoso y merecido recuerdo que, sin embargo, resultó algo frío, deslavazado e irregular, y donde destacó la presencia siempre carismática de Nuria Espert y el habitual buen hacer de Carlos Hipólito y Adriana Ozores -que, como curiosidad, aparecían citados en uno de los textos-.

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