«Dentro de la tierra»: sueños bajo los plásticos

Lo ha hecho en buena medida con el hombre que ha puesto en pie (y gracias a la iniciativa del Centro Dramático Nacional y su director, Ernesto Caballero ) « Dentro de la tierra »: Luis Luque. «Es emocionante levantar por fin este texto -dice-; es un sueño de los dos, de Paco y mío». La obra, explica, «es un cuento, un texto que requiere magia y poesía. Indalecio, el protagonista, es un poeta que ha nacido en el lugar equivocado, que quiere crear belleza en un entorno hostil a ella».

Reconoce Paco Bezerra que «Dentro de la tierra» tiene mucho de autobiográfica. «Nací en un pueblo de Almería ; de algún modo, Indalecio soy yo -relata-. A mi, antes de llevarme al médico, me llevaban a la curandera, María; me rezaba durante horas. Para mí esa era la normalidad. Mis padres hablan de una forma mitológica ; siempre había una explicación racional, pero ellos, y todo el pueblo, preferían la explicación mitológica».

La historia transcurre entre plásticos , los de los infinitos invernaderos que pueblan la provincia de Almería. Y allí nace este sueño del protagonista, envuelto en un texto que habla también de las supersticiones , de la inmigración, de corrupción. «Pero no es un texto de denuncia -aclara el autor-. El teatro escribe sobre aquello de lo que se duda».

Luque, por su parte, asegura que «el texto de Paco tiene una poderosa campacidad para generar imágenes en el lector, y lo hizo en mí, naturalmente. Ofrece un lugar onírico , un sueño, y dentro de ese sueño ocurre el amor, la cata del tomate, los muertos que vienen y nos hablan, la realidad distorsionada... Miramos estos y otros conceptos desde el punto de vista de lo atávico y lo ritual. Imaginamos una tierra muy antigua, anclada en la tradición, en la religiosidad y en la superstición. Toda la puesta en escena tiene elementos de ritual sacramental y sagrado »,

Jorge Calvo, Mina El Hammani, Samy Khalil, Chete Lera, Raúl Prieto, Pepa Rus y Julieta Serrano conforman el reparto de «Dentro de la tierra», que cuenta con escenografía de Mónica Boromello , iluminación de Juan Gómez-Cornejo , vestuario de Almudena Rodríguez Huertas y música de Luis Miguel Cobo .