Concha Velasco: «Tiene que mandar uno solo; aquí manda demasiada gente y opinan muchos sin saber»
La actriz vallisoletana interpreta en el Teatro Reina Victoria de Madrid el monólogo «La habitación de María», escrito por su hijo Manuel M. Velasco y dirigido por José Carlos Plaz

Concha Velasco es desde hace muchos años patrimonio nacional; es posible que haya alguien -siempre lo hay- a quien no le caiga bien, pero basta seguir a la actriz vallisoletana solo dos minutos por la calle para comprender que la inmensa mayoría de los ... españoles la considera alguien de la familia. Basta ver la reacción del público que acude a verla al teatro -a verla a ella, da lo mismo la obra que interprete, el reparto con el que actúe o el director de la función- para darse cuenta de que para el público es alguien muy especial. Y algo tendrá el agua cuando lo bendicen. Concha Velasco es una mujer transparente, franca, que rara vez esconde lo que piensa, simpática, habladora -a menudo un torrente incontrolable de recuerdos-, cordial... Y, en estos momentos, muy frágil. A pesar de ello, de su salud quebradiza, del virus omnipresente, de la incertidumbre y la pesadumbre en que estamos sumidos los españoles, Concha Velasco sube cada día al escenario del teatro Reina Victoria como si fuera la primera vez -«¡Es mi vida! El teatro y mi familia son mi vida», proclama- para interpretar « La habitación de María », una obra que le permite, precisamente, conjugar sus dos pasiones, ya que la ha escrito su hijo mayor, Manuel M. Velasco ; y alguien como de la familia también, José Carlos Plaza , es el director -«es ya la sexta función que me dirige», explica-.
Aunque no siempre está Concha Velasco como unas castañuelas. Llega al teatro para la entrevista algo alterada. «Ya le contaré...», avanza misteriosa. E inicia su parlamento, quebrado y torrentoso. «Me gustaría decirle que estoy muy bien, pero no -responde cuando se le pregunta qué tal está y cómo está viviendo esta inesperada situación-. Pasé muy mal el primer confinamiento, porque tras terminar las funciones de “ El funeral ” en Barcelona me caí y me rompí un brazo. Como nos confinaron y yo soy muy disciplinada, no me lo pude curar. Hice un confinamiento un poco excesivo, porque mis hijos no me dejaban salir de casa ni dejaban que nadie entrara; así que hice un doble confinamiento, el que mandaba el Gobierno y el que mandaban mis hijos... Sobre todo Manuel. Si viera cómo me ha dejado la casa antes de salir para el teatro: la cama abierta, la luz encendida, una botella de agua, la pastilla que me tengo que tomar. Tengo dos hijos maravillosos -agrava el tono-... Pero no lo he pasado bien».
«Hablamos demasiado a menudo de lo que no sabemos; opinamos demasiado. Hay tantas tertulias políticas en las que la gente opina y saben tanto de todo...»
La idea de un segundo confinamiento en España planea desde hace unas semanas. «Me preocupa, claro -dice Concha-; cuando hicimos el primero estábamos terminando ya la gira de “El funeral”, pero ahora acabamos de empezar... No sé si es necesario confinarnos o no... Mire, voy a serle sincera. Creo que hablamos demasiado a menudo de lo que no sabemos ; opinamos demasiado. Hay tantas tertulias políticas en las que la gente opina y saben tanto de todo... Aquí manda demasiada gente y opinan muchos, y yo no quiero opinar sobre lo que no sé. Yo no sé más que hacer teatro y, si es posible, hacerlo bien...»
«De lo demás no entiendo»
Y, sin solución de continuidad, se sumerge en aguas bravas: «Sí me parece un gasto excesivo empeñarse en poner luces de navidad con lo que estamos pasando. Qué más me gustaría a mí que celebrar Halloween -la entrevista se celebró el 30 de octubre- o visitar el cementerio para poner flores a mis padres y a la familia de Marsó, y un clavel a Lola Flores, como hago siempre... Que no me lo permitan y vea que van a poner luces de Navidad por las calles me parece un derroche . Es lo único que le puedo decir que, políticamente, me parezca mal. De lo demás no entiendo, ellos sabrán lo que tienen que hacer».
Concha Velasco cumplirá 81 años el 29 de noviembre y, lógicamente, lee y escucha con especial tristeza las noticias sobre los ancianos que sufren o mueren en las residencias de mayores. «Y lo sigo pasando muy mal -advierte-; los ancianos estamos muy abandonados en esta sociedad, muy descuidados y maltratados. Yo no me puedo quejar, tengo dos hijos maravillosos, que están siempre pendientes de mí, pero por la situación que vivimos sigo, a mi edad, echándome sobre las espaldas a mi familia; continúo siendo su sostén. Y soy una privilegiada gracias a mi trabajo, porque puedo trabajar y estar al día».
«Yo soy como Gelsomina, la protagonista de “La strada”, de Fellini. Puedo trabajar incluso como la cabra de los titiriteros de cuando era pequeña. Como me gusta tanto mi trabajo, puedo trabajar en cualquier sitio, incluso desde mi casa»
En la calle se vive una tristeza general, que cambia, dice Concha, cuando se entra en el teatro. «El público viene encantado. No conozco a nadie que se haya contagiado en un teatro . Que prohíban los teatros y los cines me parece una tontería muy gorda. Entiendo que haya que dejar butacas vacías entre los espectadores. Pero da gusto ver su respuesta: todos los días el público se pone en pie, contento y feliz, a pesar de las mascarillas. Es una alegría muy grande ver el teatro lleno dentro de lo permitido. Yo he ido al cine un día -Concha vuelve a desviar el rumbo-, y ver una película en una pantalla grande, aunque sea en inglés -yo no lo entiendo, pero mis hijos me obligan- es tan estupendo... Y se cuidan de que todos llevemos la mascarilla y de que nos pongamos gel a la entrada. Prohibir los cines y los teatros me parece una barbaridad . No sabe cómo se comporta la gente que viene a “La habitación de María”... Yo les hablo a veces en broma de la voz, muy seria, que se escucha antes de la función: “Hagan ustedes el favor de no quitarse la mascarilla -ahueca la voz- durante la representación, y después les diremos cómo tienen que salir”. Lo dice de una manera muy seria, pero es que esto no es un jolgorio. Lo que no entiendo es que lo primero que se ha hecho en Barcelona es cerrar los teatros. ¿Por qué? ¿Usted conoce a alguien que se haya infectado en un teatro? No, porque no lo hay. Pues eso... No entiendo esa obsesión con los teatros. Y no lo digo por mí; yo soy como Gelsomina , la protagonista de “La strada”, de Fellini. Puedo trabajar incluso como la cabra de los titiriteros de cuando era pequeña. Como me gusta tanto mi trabajo, puedo trabajar en cualquier sitio, incluso desde mi casa. Soy una privilegiada y -vuelve a repetir- tengo una familia maravillosa. No me puedo quejar».
Ha entrado Concha Velasco en velocidad de crucero; no hay que interrumpirla. «Por eso me niego a ver la televisión; veo a todo el mundo quejándose y opinando ... Todo el mundo sabe de todo. Así que después de comer me pongo la película del Oeste de Telemadrid, y cuando vuelvo del teatro me pongo 13TV, que ponen unas películas estupendas, a veces españolas... Y procuro no ver las noticias para no enfadarme».
«Tiene que mandar uno»
Concha Velasco participó en 1954, como bailarina, en su primera película, « La reina mora ». Cinco años más tarde se subió a un escenario por vez primera, sustituyendo a Nati Mistral como protagonista de la mítica revista « Ven y ven al Eslava ». En 1962 debutó en la pequeña pantalla como presentadora, junto a Federico Gallo , del Festival de la Canción Mediterránea. Lleva trabajando, por tanto, sesenta y seis años. No es extraño que lo que más le haya costado, durante el confinamiento, haya sido no ir todos los días al teatro o levantarse para acudir al plató. «Y me va a costar si lo tengo que hacer... Del teatro viven muchas familias. No sabe usted cómo me quedé al enterarme de que Lola Herrera o José María Pou tenían que echar el telón porque les cerraban el teatro... Creo que se precipitaron este verano; me han dicho, no sé si será verdad, que obligaron un poco al Gobierno a que abriese la mano antes de tiempo y diera el poder a cada autonomía. Yo creo que tiene que mandar uno. El que sea. Luego, cuando pase todo, se le echa si hace falta. Pero aquí mandan muchos, y cuando se reúnen están hablando siempre del pasado: “Tú dijiste, tú fuiste”. Si a mí, con casi 81 años, no me importa el pasado... Solo quiero ser mejor persona y morirme, si es posible, en mi cama y pidiéndole perdón a Dios. Porque yo sigo siendo creyente».
«La cultura nos hace libres, por eso se empeñan tanto los gobernantes en empequeñecerla. ¿Se acuerda de esa frase de esa obra maravillosa que es “Incendios”: “Aprende a leer, aprende a escribir, aprende a pensar”. Pues de eso va esta función»
«Y dentro de mucho», le digo. «No, dentro de mucho, no. Estoy muy cascada. Hace seis años que me operaron y eso me ha dejado a mí... Para hacer esta entrevista -la cita fue a las cinco de la tarde-, no he comido, porque si como... Necesito descansar. Pero estoy encantada; ¿cuánta gente como yo está así? Lo que me enfada es no poder ir al hospital; por lo visto he tenido coronavirus, y fue entonces cuando decidí dejar “ Cine de barrio ”, porque tenía una fiebre muy alta; estoy muy bien sustituida por Alaska, pero no he podido ver el programa, creo que me precipité. Todos tenemos derecho a ponernos malos una vez. Pero no voy al hospital ahora, porque me quedo allí». Y resume todo su parlamento: «Yo, Concha Velasco, no tengo ningún problema, pero los demás sí lo tienen, y yo no puedo ir con una venda en los ojos. Me pongo la mascarilla, pero no la venda... Y no quiero opinar, porque no sé... Y no me quiero enfadar».

Toca cambiar de rumbo entonces y dirigir la proa de la conversación hacia el teatro, sin el que Concha admite que no podría vivir. «Yo soy una actriz vocacional. Puedo hacer teatro donde sea y como sea . Pero a mí me gusta que la gente venga al teatro y compartir. Isabel, mi personaje en “La habitación de María”, dice: “Lo que yo necesito es que me escuchen. Todos estos libros que he escrito soy yo hablando a voces».
«No me quedaría encerrada en la vida»
«Mi personaje no soy yo -sigue-, es Manuel. La agorafobia que padece está inspirada en una amiga mía, sí, pero la profundidad que muestra es Manuel. Yo no me quedaría encerrada en la vida; me tendrían que obligar, que anestesiarme ... Del personaje me gusta sin embargo que sea la cultura la que le haya permitido sobrevivir. La cultura nos hace libres, por eso se empeñan tanto los gobernantes en empequeñecerla. ¿Se acuerda de esa frase de esa obra maravillosa que es “Incendios”: “Aprende a leer, aprende a escribir, aprende a pensar”. Pues de eso va esta función».
Concha Velasco repite los nombres de sus hijos y sus méritos como un estribillo. Habla más de Manuel, lógicamente, porque es el autor de las dos últimas obras con las que se ha subido a escena. «Manuel es un gran escritor. Se ha sido muy injusto con él. Cuando leí “La habitación de María” lloré y le dije que cómo podía haber escrito algo tan bonito y tan diferente. Y se la mandamos a Jesús Cimarro , que es uno de los pocos productores que se lee él mismo las funciones. No la podía producir entonces, dijo, pero al cabo de un tiempo le llamó, y Manuel le dijo que no quería dirigirla, por eso llamamos a José Carlos Plaza. Hay mucho de él también en el texto».
Es hora de ir echando el telón a la conversación... Concha Velasco tiene función dentro de un par de horas y necesita descansar. « El mes que viene cumpliré 81 años, pero mire usted cómo estoy de bien. Y es que no me he drogado nunca. Me gustaba tomarme un traguito antes de salir a escena, eso sí. Y he fumado como un carretero hasta hace doce años; he llegado a ir a las casas de putas por la noche para buscar tabaco. Pero una noche me dio tal ataque de tos que dejé de fumar de inmediato. Yo cuando tomo una decisión la tomo y se acabó». Nada más que decir, pues. Se acabó.
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