El club de la chapuza

J. C.

Cierto cine independiente (o lo que sea ya) americano se lleva lanzando a la veta argumental de las familias disfuncionales o taradas como si fuera la última lata de anchoas de la Humanidad en aquel episodio de «Futurama». Pero no todo el monte ... es orégano ni todos los directores son Noah Baumbach o Tamara Jenkins. Encima, el actor metido a cineasta Clark Gregg se atreve con la prosa hipodérmica de Chuck Palahniuk («El club de la lucha») para centrar su ópera prima en la relación cabezona entre una madre (Anjelica Huston, abonada a estas «friquidades») y su hijo, una piltrafa humana adicto al sexo encarnado por un pasadísimo y pesadísimo Sam Rockwell. El resultado es una fotocopia desvaída presuntamente trasgresora pero en realidad enervante y sin gracia.

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