Carlos López Puccio (Les Luthiers): «Algún día, el público se reirá con mis chistes»

Carlos López Puccio, reconocible por su abundante melena cana, su bigote y una inquebrantable sonrisa, contesta al cuestionario de ABC mientras prepara las maletas para el viaje. El año pasado cumplió medio siglo en Les Luthiers, y sigue exhibiendo el humor saludable y feliz que le ha caracterizado siempre.

Vienen con 'Viejos hazmerreíres', un espectáculo de 2014 pero que es un recopilatorio de números anteriores. Está claro que su humor no caduca, ¿dónde cree que está el secreto de Les Luthiers en estos tiempos dominados por la inmediatez y la fugacidad?

¡Ay, con la inmodestia! La inmediatez y la fugacidad no han podido con siglos de gloriosa permanencia de Shakespeare o de Cervantes. Tal vez con Les Luthiers, salvando humildemente las distancias, les cueste algo más de cincuenta años declarar nuestra caducidad. El 'secreto' posiblemente resida en que nuestro humor no es inmediato sino fruto de largo trabajo, y no se refiere a hechos del día, personalidades en boga o ideas fugaces, sino a prototipos más permanentes.

¿Se va a encontrar algo nuevo el público que vaya a ver el espectáculo?

Somos nosotros quienes esperamos encontrarnos con público nuevo (y, por qué no, con unos cuantos viejos amigos que deseen repetir el rito de humor de Les Luthiers). Aunque unos cuantos madrileños ya vieron 'Viejos Hazmerreíres' en 2019, hace falta que vengan los restantes.

¿Hay en el mundo del espectáculo actual demasiado 'culto a la inmediatez, a la novedad'?

Respondo de inmediato pero sin novedad: tengo indicios de que lo realmente valioso sobrevive al vértigo, se hace duradero y hasta clásico algunas veces, escapando a su mera y fugaz inclusión en los anaqueles de 'novedad'.

Llevan varias décadas en los escenarios, ¿ha cambiado el humor (el suyo y el general) a lo largo de este tiempo?

Estoy seguro de que los mecanismos profundos por los cuales reímos son inalterables. Cómo se los emplea es característico de la individualidad de cada humorista. No creo que sea el humor lo que haya cambiado, sino las temáticas, lo bueno y lo socialmente abominable, lo incorrectamente político o -robándole la idea al Papa- la hermenéutica, que están en permanente evolución. En más de cincuenta años de reír y hacer reír hemos tenido que adaptar los modos, las temáticas y los permisos (no siempre de manera consciente), pero no las formas, las estructuras, los procedimientos...

¿Siguen creando al mismo ritmo que antes?

Los viejos «patriarcas», Jorge Maronna y yo, estamos empeñados en mantener el ritmo, o por lo menos en no abandonarnos al letargo. A fin de este año estrenaremos en Argentina el primer espectáculo totalmente nuevo de Les Luthiers en catorce años: 'Más tropiezos de Mastropiero'. Teníamos planeado hacerlo en junio de 2020, pero ya sabemos del leve imprevisto que enfrentamos, junto con el resto de la Humanidad. Esto de escribir cosas que algún día producirán alegría y mucha risa es una actividad que me entusiasma, que me rejuvenece y me alegra el corazón. De poder optar, sería lo último que dejaría.

Usted está en el grupo casi desde el principio, ¿qué le hace seguir subiéndose al escenario después de tanto tiempo?

Las ansias de mejorar, de terminar de aprender este oficio de una buena vez. Algún día el público se reirá con mis chistes.

Además de su actividad en Les Luthiers, usted es director musical, básicamente de coros. ¿Sigue con ello? ¿Ha sido (o es) una válvula de escape para la actividad frenética que ha tenido al lado de Les Luthiers?

No puedo renunciar al otro aspecto de mi personalidad, el Mr. Hyde. Siempre he pensado que en cada uno de esos dos espacios de actividad descanso del otro, y disfruto como si uno de ellos fuera el verdadero trabajo y el otro mero placer. Pero nunca tuve del todo claro cuál era cuál. La actividad frenética no ha sido sólo culpa de Les Luthiers, sino de la suma de ambas, algo que yo fomenté. Durante unos años, por ejemplo, había ocasiones en las que ensayaba al mediodía con mi coro de cámara, por la tarde con el Coro Polifónico Nacional de Argentina y por la noche actuaba con Les Luthiers. Y hubo algo peor. Cuando estrenamos 'Mastropiero que nunca', en 1977, tuvimos un éxito inesperado, aluvional. Los sábados de ese año yo tenía tres ensayos corales durante el día... y dos funciones con Les Luthiers. Al final de esas jornadas quedaba hecho un triste guiñapo; pero un guiñapo joven.

Muchísimas gracias y espero poder saludarle pronto.

Muchas gracias a usted, también yo espero poder verle. Siempre ha sido un placer leerle, especialmente en las ocasiones en que ha hablado bien de nosotros.