TEATRO
Carlos Latre: «La autocensura es uno de los peores males que tenemos hoy en día»
El prodigioso imitador debuta en el Festival de Mérida como actor, protagonizando ‘Golfus de Roma’
Carlos Latre
Uno de los platos fuertes de la edición de este año del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida es ‘Golfus de Roma’, la exitosa e hilarante comedia musical de Stephen Sondhei, Burt Shevelove y Larry Gelbart, que podrá verse en el majestuoso escenario emeritense ... desde el 29 de julio hasta el 1 agosto, y, después, entre el 3 y el 8 del mismo mes. En septiembre recala en el Teatro La Latina de Madrid. A los atractivos de la pieza, se suma uno de lujo: el debut de Carlos Latre como actor.
Usted tiene muchas tablas, pero Mérida impone. ¿Cómo lo afronta?
Con una mezcla de sentimientos contradictorios. Estoy aterrado, pero a la vez tengo muchísima ilusión. Ayer tuve la oportunidad de pisar el Teatro romano, que no conocía, y de repente se me pusieron los pelos de punta. Para mí supone salir de mi zona de confort, un cambio de registro total, un reto tremendo. Pero soy de los de subirse al trampolín más alto y, a pesar del miedo, lanzarse a la piscina sin dudarlo.
¿En el espectáculo hará alguna imitación?
Interpreto, canto, bailo. La idea es que el público descubra un nuevo Latre, un Latre diferente, que le va a sorprender, para bien o para mal, no sé. Pero hay algún regalito, alguna pildorita, será una sorpresa, respecto a lo que me pregunta.
Su personaje es Pseudolus, el protagonista de la obra...
Es un esclavo que ansía la libertad y se las ingenia de todos las maneras posibles para conseguirla. Me he enamorado de Pseudolus. Se trata de un personaje muy simpático, divertido, con un punto de cara dura, que a nadie deja indiferente.
«Tengo miedo e ilusión a la vez al salir de mi zona de confort»
Como todo, tenía su lado positivo y otro, claro, no tanto. Había esclavitud, y ya sabemos cómo se las gastaban emperadores como Nerón o Calígula. Pero un aspecto muy bueno, que hemos perdido, es que el teatro estaba muy presente, incluso en la calle. Había celebración, fiesta... En este sentido, en Mérida, con su festival, se recupera esa sensación, que me parece mágica. Por otro lado, aunque nací en el Grao de Castellón, me crie en Tarragona, rodeado de murallas, anfiteatro, templos... Mi padre, que era pintor y diseñador gráfico, pintó un mapa de la Tarragona romana que siempre recuerdo. Este montaje también es para mí como un reencuentro. Me encantaría interpretar a alguno de esos maravillosos personajes de las obras de Plauto.
¿El humor es en estos momentos más necesario que nunca?
-Por supuesto. Tuve la suerte de ser de los primeros en reiniciar las funciones en cuanto resultó posible, aunque con las imprescindibles restricciones de aforo. Comprobé que había hambre de espectáculos, de teatro. Y de risa, de humor, aunque sin olvidarnos de la gravedad de la situación. Pero sí había deseo de evadirse al menos un poquito. La pandemia, aparte de la tragedia que ha supuesto y del desastre económico, ha sido una locura, que nos ha saturado. No se puede imaginar la acogida que recibimos por parte del público, llenando las salas en Madrid, Barcelona, en todos los lugares a los que hemos llevado mi último espectáculo, ‘One Man Show’, que espero retomar próximamente. ¿Y cómo habríamos pasado el confinamiento sin cultura, sin música..., sin todos esos artistas que colgaban sus cosas para disfrute de todos? Pese a que no se valore como merece, la cultura es una parte esencial para la sociedad, y está al pie del cañón en las duras y en las maduras.
No hay suficiente apoyo...
En efecto, es así. Muchas veces la cultura, el teatro, y en especial la comedia y los espectáculos de humor, son vistos de manera despectiva como hechos por bufones, titiriteros, que no cuentan para nada. Me siento orgulloso de ser un titiritero, y reivindico la comedia, que es algo muy serio y muy querida por el público. Las instituciones no deberían hacer caso omiso de esto.
¿Qué les diría a los políticos?
Que se rían más, que vayan más a ver comedias, que no tengan tantos prejuicios y tantas tonterías de que esto no se puede hacer, no se puede decir... No obstante, he de confesar que muchos de los que he imitado, el alcalde de Madrid es uno de los últimos y más claros ejemplos, no solo no se molestan por mis imitaciones, sino que me las agradecen. Me revelan que les convierte en más cercanos.
«El humor es hoy más necesario que nunca. Hay hambre de risa, aunque no olvidamos la gravedad de la situación»
¿Estamos comidos por lo políticamente correcto?
La autocensura es uno de los peores males que tenemos hoy en día. Vivimos en una época en la que todo lo que digas va a ser utilizado en tu contra.
Usted no se autocensura...
No me amoldo a lo políticamente correcto. Con cariño y respeto se puede hablar de todo, y no es preciso hacer sangre, ir de mala fe. Un país saludable tiene que ser capaz de reírse, empezando por él mismo, de hacer autocrítica.
¿Hay algún personaje al que le haya sido más difícil cogerle el punto?
Cada uno tiene su dificultad y su aquel. Ahora estoy trabajando en Isabel Díaz Ayuso, que es un personajazo, pero complicado. Estoy en ello, a ver si la próxima temporada la puedo sacar.
«Ahora estoy trabajando en Isabel Díaz Ayuso, que es un personajazo, pero complicado. A ver si la próxima temporada la puedo sacar»
¿Ya de niño tenía esta prodigiosa habilidad para la imitación?
De pequeño, era un niño muy malo, que casi siempre estaba castigado y con razón. Entonces me di cuenta de que el humor era un salvoconducto fantástico.
¿Imitaba a compañeros, profesores...?
Sí, sí, y hacía fiestas en casa. La verdad es que era la guinda del pastel, el más divertido y cachondo de la clase. Y luego he tenido el privilegio de poder desarrollarlo profesionalmente.
Entre sus fans se encuentran Don Felipe y Doña Letizia...
Me honro con ello. Los dos tienen un envidiable sentido del humor. Su imitación favorita es la de Ferrán Adrià.