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CRÍTICA DE TEATRO

«Un bar bajo la arena»: ejercicio de nostalgia

El Centro Dramático Nacional celebra sus cuarenta años de vida con un evocador espectáculo sobre su cafetería

Pepe Viyuela, en una escena de «Un bar bajo la arena» marcosGpunto
Julio Bravo

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La cafetería del teatro María Guerrero fue, durante décadas, una suerte de confesionario laico en el que los bocadillos de anchoas con queso y los gin-tonics eran testigos mudos de amoríos, confidencias, rumores y contrataciones. No es extraño que, para celebrar los cuarenta años de la creación del Centro Dramático Nacional , su actual director, Ernesto Caballero , haya querido evocar este lugar. Y tampoco lo es que haya recurrido a José Ramón Fernández , en su doble condición de magnífico dramaturgo y de custodio de la historia reciente de nuestro teatro, desde su puesto en el Centro de Documentación Teatral.

Y es que, aunque su intención no era esa -solamente-, « Un bar bajo la arena » (bello título de aroma lorquiano) es un ejercicio de nostalgia. Es también un hermoso espectáculo además de un declarado canto de amor al teatro y a las gentes que lo hacen. Por el evocador y (como siempre) magnífico espacio de Monica Borromello desfila buena parte de la historia reciente de nuestro teatro y alrededores, para tejer una historia llena de palabras y de sueños. En el afinadísimo reparto destaca Pepe Viyuela , capaz de convertir un suspiro en el más elocuente parlamento.

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