Arriaga y la línea curva de Dios
Guillermo Arriaga es un narrador de historias entrañadas y que se empeñan en contarse desde una rara lógica interna que tiene más relación con sus propias asaduras que con el curso del tiempo. Tiene Arriaga tal desprecio por lo lineal, por lo recto, por el ... punto y seguido, que las estructuras de sus historias sólo son comparables a la idea del espacio de Gaudí, que consideraba la recta propia del hombre y la curva como la línea de Dios. Y en ese sentido, Arriaga tiene bien demostrada su arrogancia (ver conflicto con su director ex favorito, Alejandro González Iñárritu) como para considerarse capaz de eludir el supuesto orden del cosmos.
«Amores perros», «21 gramos», «Babel», la prodigiosa «Los tres entierros de Melquiades Estrada», que dirigió Tommy Lee Jones, y «El búfalo de la noche» -dejamos fuera «Un dulce olor a muerte», novela que dio pie a su primera película como guionista, que dirigió Gabriel Retes-, tienen tanto en común, tanta curva, tanta parábola y elipsis, que todas llevan el sello Arriaga tapando el del director.
Y eso es su debut en la dirección, «Lejos de la tierra quemada», una prueba irrefutable: el guionista Guillermo Arriaga sabe dirigir una película de Iñárritu. Y ya veremos si puede decir lo mismo de sí mismo el propio Iñárritu.
«Lejos de la tierra quemada» es un drama profundo que afecta a varios personajes e impregna varias épocas. El comienzo es doblemente abrasador: una caravana arde en medio del desierto y una mujer desnuda (o sea, Charlize Theron) le da la espalda a la cámara y a su ocasional amante, que duerme en la cama deshecha. Espacios y tiempos distantes, y (como en todo el cine de Arriaga) la causa y el efecto: una historia de amor (la de una pareja abrasada) y un sentimiento de culpa.
Se cruzan, solapan y estimulan varias historias, y prácticamente todas nacen y mueren en esa caravana que arde, luego no hay ninguna falsa lógica en arrancar la película de ahí... Una pareja adúltera; una parejita de críos, ella embarazada, que huye de casa; una mujer hermosa se redime de sus pecados con la ofrenda de su propio cuerpo; un niña busca a la madre que la parió y se largó... Todo y todos ellos unidos por los hilos de azar, que es con lo que le gusta anudar a Arriaga sus cuentos. Es un puzzle, un manotazo a las fichas ordenadas, y una invitación al espectador a que lo vaya recomponiendo tal y como le dicten sus sentimientos.
El enigma de ese personaje que interpreta Charlize Theron se percibe en el que interpreta, maravillosa y humanísimamente, Kim Bassinger, al cual se entiende porque se ve el niquelado de Joaquim de Almeida; y todo ello se respira en su oportuno dramatismo porque la niña Jennifer Lawrence clava la complejidad y amargura del suyo.
Como todas las historias cruzadas, ésta tiene sus argucias, sus mecanismos y resortes. Hay quien se pone nervioso si no los ve y hay quien se pone nervioso al verlos. La historia en sí es árida, y lo que hace Arriaga es contarla a suspiros esperanzadores.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete