Albert Boadella: «El despilfarro de la Administración en el arte ha durado mucho»
Els Joglars celebra sus 50 años de trayectoria con la reposición en Madrid de «El Nacional», una sátira musical sobre los excesos del teatro
susana gaviña
Albert Boadella no imaginó en 1993, cuando estrenó «El Nacional», una reflexión en clave de sátira sobre la crisis en los teatros, que el futuro brindaría a la obra una conyuntura aún mejor para ser representada. Con el texto actualizado, se repone a partir del ... jueves en el Teatro Nuevo Alcalá en un montaje con el que Els Joglars quiere celebrar sus 50 años de trayectoria, «porque sintetiza las cosas que hemos ido acumulando a lo largo de este tiempo: la música, el humor y la sátira, la poesía, el espacio limpio... En ella confluye lo mejor de estos años».
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En el reparto repiten algunos de los intérpretes originales, como Begoña Alberdi, «que desde entonces ha hecho una carrera como cantante de ópera», Ramón Fontserè, Minie Marx, Jesús Agelet... «Algunos de ellos llevan trabajando tres décadas con Els Joglars».
«El Nacional» surgió en los años 90 como respuesta a una intuición: «Pensé que el despilfarro de la Administración en relación al arte tenía un año de caducidad, y ha durado mucho», reconoce. Ahora, visto lo visto, cree imprescindible «cambiar las recetas» para que éste sobreviva. El primer ingrediente lo tiene claro: «Atraer al público. Y para eso se necesita ingenio, no solo decir cosas importantes». Y desvela la fórmula que él ha empleado durante décadas: «La primera cortina tiene que ser comprensible y entretenida para todo el mundo, porque un lenguaje muy críptico puede provocar el rechazo». También es el momento, en su opinión, de poner «punto final» a ciertos planteamientos artísticos «como el del gran parque temático», en el que se han convertido algunos teatros. «El arte deja de serlo en el momento que abandona la poesía de lo inducido, de la sugerencia...».
Contrario a los montajes amueblados con «grandes piscinas y bosques de abedules», prefiere «un trozo de seda» para sugerir un océano. «Eso es el teatro. El concepto exhibicionista y ricachón es nocivo para el propio arte y enormemente caro», subraya.
«El Nacional» aborda la historia de Don José, un viejo acomodador del Teatro Nacional de Ópera que se encuentra en ruinas debido a la crisis. Un día decide reflotarlo poniendo en escena «Rigoletto», interpretado por un grupo de indigentes. «Rigoletto representa el bufón, lo más vil del teatro: se burlan de él, violan a su hija...». Y es que para Boadella, los actores son eso, bufones.«No somos grandes pensadores ni grandes influenciadores de la sociedad como nos hemos creído. Los artistas debemos tener conciencia de nuestro lugar en la sociedad».
El Real, Mortier y la zarzuela
En el montaje no faltan guiños al Teatro Real, «parte del público verá algúna relación», aunque no se menciona «directamente» a Gerard Mortier. Frente al discurso intelectual del director belga, Boadella defiende el valor terapéutico del teatro que «básicamente debe entretener, y como todo arte lo hace con una enorme riqueza emotiva. Yo nunca he perdido el sentido del humor, aunque cuente una tragedia como es ésta. El sentido del humor es el antídoto contra el fanatismo y contra la intolerancia».
En cuanto a dónde reside hoy la revolución en el teatro, Boadella cree que está «en la calidad artística» y en la vuelta a «la esencia y a la poesía del arte. Conseguir con lo mínimo lo máximo, y no al revés, que es lo que está sucediendo ahora».
Gran amante de la música, confiesa que si tuviera la oportunidad de trabajar en el Real le gustaría hacer «una zarzuela», género que adora y por el que también ha mostrado simpatía Mortier. ¿Se animaría a hacer una coproducción con él? Boadella no contesta, tan solo sonríe...
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